Alemania, pionera en precarización

Francia no hace otra cosa que copiarse de Alemania. Si de precarización laboral se trata, la nación germana es una de las más avanzadas en la materia. La unificación de las dos Alemanias fue utilizada por la clase capitalista para golpear a la clase obrera de ambos lados. Esta tarea pegó un salto bajo el gobierno socialista de Gerhard Schroeder, entre 2003 y 2005. Las leyes Hartz (por el nombre del ex Director de Recursos Humanos de Volkswagen y consejero del entonces primer ministro) obliga a los parados a aceptar el empleo que se les propone, incluso por un salario inferior a su subsidio de desempleo. Instituyen "mini-jobs" (mini trabajos) a menos de 400 euros mensuales (exentos de contribuciones sociales). Limitan a un año el pago de los subsidios de desempleo para los trabajadores mayores y endurecen las condiciones para su acceso y asignación. Fusionan el subsidio de paro de larga duración y las ayudas sociales, y les ponen un techo de 345 euros por mes.


A las leyes Hartz se añaden las reformas sucesivas de las jubilaciones y del sistema de salud pública: jubilación por capitalización; aumento de los aportes y de la edad jubilatoria (el objetivo es llegar a 67 años en 2017).El conjunto de estas reformas ha llevado a un impresionante aumento de las desigualdades sociales. La mitad más pobre de la sociedad posee solo el 1% de los patrimonios, contra el 53% para los más ricos.


Entre 2003 y 2010, el poder de compra del salario medio ha bajado un 5,6%. Un cuarto de los asalariados y asalariadas ocupan hoy un empleo precario. La proporción de parados con subsidio de desempleo ha caído de un 80% en 1995 a un 35% en 2008 y todas las personas paradas durante más de un año han derivado hacia la ayuda social. Este panorama se esta profundizando en forma proporcional a la crisis. La clase dirigente alemana pretende extender este modelo al resto de Europa, y no se priva de explotar la crisis de la eurozona para avanzar en esa dirección.


En la actualidad, existe, una gigantesca disparidad salarial dentro de la Unión Europea, que va en aumento. Esas diferencias son utilizadas para chantajear a los trabajadores alemanes frente a cualquier demanda salarial. Las empresas amenazan con "relocalizar" las plantas en caso de que los trabajadores persistan en sus reclamos o no acepten recortes a sus conquistas. La clase capitalista alemana se sirve de la crisis para reducir los costos laborales -tanto en las plantas de Alemania como en aquellas radicadas en otras naciones de la Unión Europea- y hacer frente a la competencia capitalista, en especial, de China y Estados Unidos.