Anuncian un “invierno caliente”

Durante el verano, la lucha de los artistas (los llamados “intermitentes”), la huelga de la enseñanza y la movilización contra la reforma previsional, pusieron en evidencia la disposición combativa de amplias capas de trabajadores. En los dos primeros movimientos fueron “particularmente activos militantes trotskistas y una masa de no organizados, frecuentemente en ruptura con los lazos sociales tradicionales” (Le Monde, 10/9), que arrastró a la burocracia sindical. Esta se limitó a “acompañar el movimiento, con la preocupación de no ser sobrepasada y de evitar desbordes más que de dirigirlo” (ídem).


Ahora, Francia está en recesión, el desempleo se acerca al 10% y los despidos masivos golpean a todas las ramas y regiones. El descalabro de las finanzas públicas (un déficit 33% superior al permitido por los acuerdos eu ropeos), anticipa una férrea austeridad salarial y el intento del gobierno de liquidar numerosas conquistas. Por ejemplo, acaba de anunciarse que se reducirán los subsidios de alojamiento para estudiantes universitarios, lo que afectará a 190.000 jóvenes (Le Monde, 23/8).


El gobierno derechista que encabeza este ataque se encuentra, sin embargo, “desorganizado” y “a la defensiva” (Le Monde, 4/9). La enorme movilización de Larzac, del 8 al 10 de agosto, convocada por el movimiento “alterglobalizador” dio una medida del “malestar social” acumulado: concurrieron más de 300.000 manifestantes, mucho más de lo esperado por los organizadores. Fue una marea humana de tal envergadura que un día antes de su finalización las rutas de acceso estaban completamente saturadas en varios kilómetros a la redonda, y los propios organizadores debieron pedir a los que estaban a mitad de camino que regresaran porque no podrían llegar…