Arizona y el “gigante dormido”

La mayor movilización de alcance nacional de este 1º de Mayo se concretó… en los Estados Unidos. “En una demostración de fuerza sin precedentes de la comunidad hispana, cientos de miles personas, quizá más de un millón, se manifestaron este sábado en las principales ciudades norteamericanas” (El País, 2/5).

El cronista del diario español exagera, porque sí hubo precedentes: fue otro 1º de Mayo y no hace mucho, el de 2006, cuando los trabajadores inmigrantes salieron a las calles en manifestaciones multitudinarias que entonces reunieron tres millones de personas en 120 ciudades. En esa oportunidad lo hicieron para rechazar un proyecto de ley, que finalmente quedó paralizado y que convertía a 12 millones de trabajadores extranjeros indocumentados en delincuentes que debían ser expulsados del país.

Ahora, la cuestión fue reflotada porque en el Estado de Arizona se acaba de aprobar una disposición similar que permite detener a cualquier persona que por su color de piel, sus rasgos físicos o acento, en el caso de que haya “sospecha razonable” de que se trata de un indocumentado. Entonces, si no puede aportar una constancia legal de su residencia quedará detenido hasta seis meses, deberá pagar una multa de 2.500 dólares y podría ser deportado. No es chiste, ser detenido en Arizona, donde el encargado de aplicar la nueva legislación es un tal Joe Arpaio, conocido como el “sheriff más duro de América”. En su distrito, que incluye a Phoenix, la capital de Arizona, Arpaio reúne a la cuarta mayor población reclusa del mundo y ha creado una suerte de “campo de concentración, en el cual los presos están en tiendas de campaña, rodeados de alambradas y de torres de vigilancia, con uniformes a rayas y ropa interior, zapatillas y toallas de color rosa, como una forma de humillación” (El Mundo, 27/4).

Legislaciones similares a la de Arizona están ahora en discusión en Texas, Ohio y California mientras se ha desatado un clima de movilización nacional en la comunidad de trabajadores inmigrantes. Luego de los movimiento de 2006, Obama había prometido una reforma de la política migratoria que todavía está en veremos. La cuestión divide tanto a los republicanos como a los demócratas entre los partidarios de una legislación fascistoide y quienes estiman que sería un desastre para sectores enteros de la economía yanqui que funcionan sobre la base de la enorme explotación de la población inmigrante. A diferencia de 2006, ahora la crisis torna el problema más agudo por la tendencia depresiva de los negocios capitalistas. Los críticos a la nueva ley aseguran además que aumentaría brutalmente el cuadro de inseguridad ciudadana y recuerdan el célebre caso de un inmigrante sin documentos en Arizona que salvó tiempo atrás a una niña de un incendio: ahora no podría hacerlo como ninguno en sus condiciones podría impedir o testificar frente a la comisión de un delito, a riesgo de ser expulsado del país.
La cuestión ha planteado una crisis política interna, un debate “que tiene en vilo a todo el país”. (La Nacion, 27/4) y ya desató un principio de choque con el gobierno mexicano que salió a repudiar la legislación anti-inmigante. Diputados mexicanos plantearon organizar en la zona fronteriza (con la cual linda el Estado de Arizona) un boicot comercial. En Estados Unidos viven 12 millones de mexicanos, la mitad de los cuales se encuentra indocumentado. El clima de agitación se extendió en los últimos días a otros países centroameircanos. Luego de las multitudinarias marchas de este 1 de mayo vale recordar la palabras de un cura argentino en 2006, a cargo de una iglesia en un empobrecido barrio de Nueva York: “han despertado a un gigante que estaba dormido… estamos frente a un momento histórico”.