Ascenso de la izquierda


Las últimas elecciones regionales del estado de Turingia han posicionado, por primera vez, al partido de la izquierda Die Linke al frente de una presidencia regional en Alemania. Esto ha causado revuelo, principalmente porque Die Linke -fundado en 2007- proviene de los restos del SED (Partido Socialista Unificado de Alemania), que gobernó Alemania del Este hasta 1989.


 


El ascenso de la izquierda se nutre de un creciente descontento social. Alemania no es inmune, ni mucho menos, a la crisis que sacude Europa. Unos 7,4 millones de trabajadores sobreviven con miniempleos que ofrecen un máximo de 15 horas semanales y remuneraciones que no pasan de los 450 euros mensuales (607 dólares). Esta precariedad laboral se ha visto acompañada por un aumento del “riesgo de pobreza”.


 


Para los expertos económicos, no basta tener empleo para escapar de la pobreza. “La doble reforma del sistema de seguridad social y el mercado laboral ha aumentado enormemente la pobreza y la desigualdad” (Telesur, 27/12). La pobreza está golpeando también muy fuerte a los jubilados. Un 30 por ciento recibe una pensión de 688 euros por mes (928 dólares).


 


Este deterioro social se concentra en especial en los estados de la antigua Alemania del Este, del cual Turingia forma parte. Es el sector más castigado por la recesión que se viene abriendo paso.


Die Linke, sin embargo, está lejos de levantar un programa radical o ‘comunista’, como se apresuran a vociferar los demócratas cristianos de Merkel. El programa de los ‘izquierdistas’ es reformista y de conciliación de clases, bastante similar al de Syriza en Grecia (conforman juntos el Partido de la Izquierda Europea en el Europarlamento). En vez de oponerse a la Unión Europea, proponen su ‘democratización’. Contra el desconocimiento de las deudas usurarias, promueven la ‘revisión’ y ‘refinanciación’ de las deudas soberanas con la mediación del Banco Mundial. En el único punto que Die Linke fricciona con alguna posición socialdemócrata es en su planteo de desarme y retirada del Ejército alemán de todas sus misiones en el exterior.


 


La elección de Bodo Ramelow (Die Linke) como presidente estatal de Turingia se logró gracias a una coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD) y los Verdes (centro izquierda ecologista). De ese modo, se obtuvieron los 46 votos necesarios para la presidencia, con 45 en contra. Es una coalición endeble, ya que el cambio en el voto de un sólo parlamentario puede tirarla abajo. Die Linke es la principal fuerza de la coalición (tiene 28 parlamentarios, contra los 18 que suman el SPD y los Verdes), pero ha relegado los principales ministerios a sus aliados: Vicepresidencia, Finanzas, Economía y Ministerio del Interior para el SPD y Justicia para los Verdes.


 


La mayoría de los dirigentes del SPD calificaron a la alianza de Turingia como de carácter estrictamente local. La socialdemocracia privilegia, por ahora, sus acuerdos con Merkel y el CDU. La clase capitalista sigue respaldando firmemente la actual coalición de gobierno. La emergencia de un frente popular está reservada para una etapa más avanzada de la crisis. La experiencia de Turingia, de todos modos, ya cuenta con otro antecedente: en el estado de Brademburgo cogobiernan la izquierda y los socialdemócratas desde 2009 (lo que fue ratificado en las últimas elecciones de 2014), aunque en este caso el presidente es del SPD.


 


A la par del ascenso de la izquierda, crece la derecha nacionalista euro-escéptica; Alternative fur Deutschland ha debutado con fanfarria en todas las elecciones regionales de 2014, metiendo 11 parlamentarios en Turingia (tan sólo uno menos que el SPD), 14 en Sachsen y 10 en Brademburgo. En todas ellas ha superado a los Verdes, quienes hasta ahora son el quinto partido a nivel nacional.