Balcanes: El enfrentamiento entre EE.UU. y Europa

Los enfrentamientos en Kosovo –la provincia yugoslava de mayoría étnica albanesa que gozó de autonomía hasta 1989, cuando fue derogada por la camarilla de Milosevic– han alcanzado la dimensión de una guerra.


El Ejército de Liberación de Kosovo, partidario de la independencia, ha conquistado en apenas tres meses el 30% del territorio y se ha ganado el respaldo del 80% de la población. En los últimos días, sin embargo, las fuerzas serbias reconquistaron importantes posiciones, como las minas que proveen el carbón para la producción de electricidad en Kosovo.


Mientras la sangre corre y los refugiados huyen, crecen las maquinaciones diplomáti-cas imperialistas. Las direcciones nacionalistas son un juguete en sus manos.


Dos políticas imperialistas


Mientras la lucha armada se intensifica, los cancilleres de la Unión Europea bajaron el tono de sus anteriores amenazas de intervención militar de la Otan contra Serbia. En lo que fue considerado un “giro mayúsculo” de la política europea (The New York Times, 30/6), sus cancilleres incluso retiraron la exigencia del retiro de las tropas serbias de Kosovo.


La ‘cumbre europea’ ratificó su oposición a la independencia de Kosovo y le reclamó a Milosevic negociaciones con Ibrahim Rugova, dirigente kosovar partidario de una Kosovo autónoma en el cuadro de las actuales fronteras yugoslavas. Wolfgang Schüssel, canciller de Austria (que proximamente se hará cargo de la presidencia rotativa de la Unión Europea) fue categórico: “Rugova es nuestro interlocutor. No vamos a abandonarlo a cambio del ELK”(Financial Times, 30/6).


La advertencia estaba dirigida directamente a los Estados Unidos. Sin consultar a sus ‘aliados’, el enviado especial de Clinton a los Balcanes, Richard Hoolbroke, se reunió con el ELK. Francia y Alemania se declararon”disconformes” con esta reunión, en la que el norteamericano le habría ofrecido al ELK “un lugar en la mesa de negociaciones” (The Washington Post, 2/7) a cambio de un cese del fuego. Para minar todavía más la posición europea, “por primera vez, la administración Clinton dijo que Rugova no puede hablar en nombre de los albaneses de Kosovo”, porque ha perdido el respaldo de la población (ídem). Otro enviado norteamericano, Robert Gelbard, “mantuvo contactos con otros líderes políticos rebeldes rivales de Rugova” (ídem).


La diplomacia norteamericana no descarta tampoco la posibilidad de la independencia de Kosovo, mediante un tratado que garantice las actuales fronteras entre los Estados balcánicos. Por eso, otra de las exigencias norteamericanas al ELK es que deje de hablar en nombre de los albaneses de Montenegro, Macedonia y la propia Albania. “La cuestión del futuro status de Kosovo debe resolverse políticamente (…) sea como tercera república de Yugoslavia(…) o como una futura república independiente con plenas garantías para sus vecinos serbios y de otras minorías (…) La disolución de Yugoslavia ha visto la emergencia de varios nuevos estados en Europa y el nacimiento de un Estado de Kosovo no sería una salida radical” (The Guardian, 28/6).


Estados Unidos versus Europa


Estados Unidos está ‘serruchando’ la ‘salida europea’, aún al costo de fomentar la lucha armada en Kosovo. Cínicamente, un vocero del Departamento de Estado norteamericano acaba de declarar que “estamos convencidos que la lucha continuará” (The Washington Post, 2/7).


Lo que está en disputa entre las potencias imperialistas no es el destino de Kosovo sino el dominio sobre la propia Europa. Como antes lo hizo en Bosnia, el imperialismo norteamericano agudiza ahora la crisis en Kosovo para, luego, imponer su propia ‘salida’ y, así, acentuar su papel dominante en Europa.


Esta disputa explica las especulaciones de la prensa europea sobre la creación de “una fuerza europea de intervención (…) bajo comando franco-alemán (…) y el mandato político y legal de la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa” (The Guardian, 28/6). En otras palabras, dejar de lado a norteamericanos y abrazar a “los rusos, que son miembros plenos de la OCSE y han intentado edificar el rol de seguridad de la OCSE” (ídem). Una ‘fuerza’ así concebida equivale a una ‘declaración de guerra’ europea contra los yanquis.


El centro de gravedad de la ‘política europea’ de los Estados Unidos es el fortalecimiento político y militar de la Otan —en detrimento de la Unión Europea y de la OCSE— y su extensión hacia el este para cercar a Rusia. Para el imperialismo norteamericano, la posibilidad de una crisis revolucionaria en Rusia no ha sido superada, así como tampoco la de la desintegración del propio Estado ruso. En función de esta perspectiva estratégica —aislar a Rusia y tender un ‘cordón sanitario’ de la Otan a lo largo de todas sus fronteras— el imperialismo nortea-mericano interviene en la crisis de los Balcanes.


En este cuadro de grandes maniobras imperialistas, las ‘soluciones nacionales’ a la crisis balcánica y los propios movimientos nacionalistas son un juguete en manos de las cancillerías imperialistas.


La verdadera autodeterminación nacional de los kosovares —como la de los montenegrinos, los bosnios y los serbios— sólo puede hacerse efectiva en el cuadro de una lucha común contra el imperialismo y los regímenes reaccionarios y por su unidad en una entidad estatal única, federal y socialista.