Bancarrota rusa

Las privatizaciones sirvieron para traspasar –a precios de regalo– los mayores activos industriales del país a manos de las camarillas que detentan el poder. El primer ministro Chernomyrdin, por ejemplo, se apropió de Gazpron (el mayor pulpo gasífero de Rusia y uno de los mayores del mundo); Alexandr Korjakov, jefe de la guardia personal de Yeltsin, y Oleg Soskovets, viceprimer ministro, regentean un banco –el Unexim– que se apoderó de minas, fábricas de autos, empresas petroleras, metalúrgicas, de transportes, de agroalimentación, de energía, de distribución de bienes de consumo y decenas de bancos regionales. La acumulación de tamañas riquezas en tan pocas manos ha desatado una abierta “guerra por la propiedad” (Financial Times, 23/2).


Carentes de capital, sin embargo, las empresas privatizadas reclaman subsidios estatales y no pagan los salarios a sus trabajadores, y han pasado a depender en forma extrema del capital internacional. El producto industrial sigue en caída libre y los desocupados suman millones. El desempleo alcanza al 20% de la población y los salarios y jubilaciones atrasados (que suman 4.000 millones de dólares) y las huelgas –masivas y recurrentes para cobrarlos– se convirtieron en una “cuestión electoral candente” (Le Monde, 26/2).


El derrumbe de la producción agrícola es simplemente “catastrófico” (The New York Times, 19/3): la cosecha de granos de 1995 fue la más baja en muchos años y más de 30.000 agricultores independientes se encuentran en bancarrota. Al mismo tiempo, después de haber servido como canal de acumulación privada de los burócratas y de vía para la fuga de divisas, la cuarta parte de los 2.500 bancos del país se encuentra formalmente en quiebra. El sistema bancario no ha logrado recuperarse de la crisis que sufriera en setiembre pasado, cuando una ola de créditos interbancarios impagos amenazó con hundirlo: los bancos se han mantenido a flote gracias a las enormes inyecciones de dinero que les ha provisto el banco central y al manejo de los usureros títulos del Tesoro ruso. Esto, sin embargo, parece no haber alcanzado y a principios de marzo el banco central se vio obligado a intervenir —y sostener financieramente— a dos de los grandes bancos —el de la empresa automotriz Autovaz y Natsionalnyi Kredit— para evitar un estallido bancario en las vísperas de las elecciones (Financial Times, 7/3).