Blair en la cuerda floja

La reunión de Bush, Blair y Aznar en las islas Azores, tal vez haya servido para algo más que para la declaración final de la guerra. Quizás haya servido, también, para que Bush se despidiera de Blair y Aznar y les diera las gracias por los servicios prestados.


El ataque norteamericano a Irak, sin una segunda resolución de las Naciones Unidas, puede ser el golpe final para Blair y Aznar. Blair enfrenta una catarata de renuncias en su gabinete y un número mayor de renuncias en cargos ministeriales menores. Claire Short, ministra de Desarrollo Internacional, anunció su renuncia para el día siguiente del ataque. Para los diarios ingleses, el hecho de que Short no haya sido despedida de manera inmediata, refleja la debilidad de Blair y su temor a desencadenar una crisis ministerial.


Robin Cook, jefe de la bancada laborista en la Cámara de los Comunes, ya presentó su renuncia. Los partidarios de Blair en el bloque parlamentario laborista pueden quedar en minoría ya que se estima que alrededor de 200 diputados laboristas (sobre 412) votarán una moción de censura si va a la guerra. En estas condiciones, la continuidad del gobierno dependería de la oposición conservadora.


El fondo de la crisis política es el masivo repudio popular a la guerra.


Un alto funcionario del gobierno norteamericano llegó a señalar que Blair “ha ido demasiado lejos; fue más allá de sus posibilidades” (Times, 12/3). Aunque Donald Rumsfeld, el jefe del Pentágono norteamericano, trató de descomprometer a Blair y salvar su gobierno – esto al declarar que “Estados Unidos puede ir a la guerra sin Gran Bretaña” – , la pérdida de su más importante aliado “arruinará la diplomacia norteamericana en torno a la guerra, complicará la campaña militar, dificultará la reconstrucción y resonará durante todo el resto de la presidencia de Bush” (ídem). La crisis política que enfrenta Blair es una amenaza para la presidencia norteamericana.


Blair espera que una rápida victoria le permita capear la crisis política. Incluso en ese caso, su gobierno, dividido y repudiado, estará herido de muerte. Así lo confirma el alto funcionario de la Casa Blanca que declaró brutalmente: “No tengo lástima por Blair (y) que el primer ministro había demostrado una debilidad que permitió la rebelión de los miembros de su partido y su gabinete” (Financial Times, 15/3).


Blair será una de las primeras víctimas imperialistas de la guerra imperialista.