Bolivia: La Constituyente parió un adefesio

La situación de Bolivia se ha tornado muy convulsiva en las últimas semanas, pero esto no le ha quitado el sueño al amo del norte ni a los gobiernos de América del Sur. Basta para comprobarlo el comunicado de apoyo al gobierno de Evo Morales que dieron a conocer los presidentes de esos países que asistieron a la asunción de Cristina Kirchner. Incluso más importante que esto han sido los anuncios de nuevas inversiones gasíferas en Bolivia, por parte de Petrobrás, y la decisión de ésta de comprar la participación de la petrolera Total en campos compartidos por ambos pulpos. La mayoría accionaria de Petrobrás se encuentra en manos de fondos de inversión internacionales, principalmente norteamericanos.


La apresurada aprobación de la nueva Constitución boliviana ha sido una maniobra muy bien vista por los gobiernos extranjeros, que no desconocían lo que el gobierno de Morales-Linera estaba preparando. Desde el aborto de la insurrección de octubre de 2003, lulistas, kirchneristas y chavistas han estado oficialmente al tanto de todo lo que se cocinaba en el Altiplano y asociados a su ejecución. El apuro constitucional, construido artificialmente luego de un año de dilaciones interesadas, ha servido para impedir que las deliberaciones dieran pie a una intervención popular — de ningún modo para evitar los obstáculos de la derecha, la cual ya había sido dividida gracias a la generosa contribución de ‘cometas’ por parte del Tesoro oficial. La catadura de la maniobra se observa en que se terminó por rechazar incluso la expropiación de latifundios improductivos, la cual normalmente es un saludo a la bandera o un negociado para los latifundistas. Ahora, los artículos que no recibieron los dos tercios de los votos deberán ir a un referendo, así como la Constitución en sus términos generales. La declaración de Bolivia como estado plurinacional o el reconocimiento jurídico de las autonomías para las comunidades indígenas, no cambian una jota la situación de pobreza del campesinado e incluso son reaccionarias, porque admiten la vigencia de una legislación pre-republicana, en aquello que la republicana tiene de más progresivo.


La derecha de todo pelaje no tiene nada que temer ya en materia de monopolio de la propiedad. La discusión pasa ahora por la distribución de la renta petrolera — eso es el reclamo de autonomía. La prefectura de Santa Cruz ha dicho que hará aprobar un estatuto autonómico por medio de una “asamblea popular”, lo cual es una típica señal de que esto no pasa de lo simbólico. La prensa internacional insiste mucho en que la oposición derechista domina las zonas ricas, en tanto que el MAS el oeste pobre. Aquí hay dos mentiras: Una, el altiplano se ubica como potencialmente más rico que la llamada Media Luna, porque allí se encuentran los minerales de todo tipo cuya demanda y precio no dejan de crecer en el mercado mundial. No hay burgués ‘oriental’ que quiera perder al occidente indígena en nombre de la autonomía. Esta circunstancia explica por qué varios agrupamientos de derecha se pasaron al oficialismo y otros rechazaron el boicot a la Constituyente e intentaron participar de las deliberaciones. La otra mentira es que la derecha cuente con el apoyo de las masas del oriente.


El resumen de lo ocurrido, así como el alineamiento de las principales fuerzas presentes, demuestra que prevalece la tendencia al compromiso y que Evo Morales y el MAS siguen siendo los mejores guardianes de los monopolios cuando se trata de encuadrar y manipular a las masas campesino-indígenas. Las fuerzas que se sitúan a la izquierda del MAS han pasado desapercibidas, esto debido a que se limitan a una función de propaganda, o sea que no tienen un programa transicional que le muestre la vía a los principales protagonistas de esta etapa: el campesinado indigenista que domina en estos momentos la vida política del país.