Bolivia: La nacionalización de los hidrocarburos

La Paz, primer encuentro continental

En la Bolivia de la revolución no hay alternativas intermedias entre la revolución socialista y la miseria imperialista. Ninguna variante capitalista (ni siquiera en su variante más izquierdista-indigenista) es capaz de proponerse la nacionalización real de las ricas reservas de hidrocarburos que permitirían el despegue social de las masas bolivianas.


De revolución se habla en las calles, en las minas, en los campos, en las escuelas. Octubre de 2003 y la expulsión de Goni renació con vigor en mayo-junio de este año, forzando la renuncia de Mesa. El imperialismo y la burguesía boliviana lo saben, por eso buscan las elecciones y convocan a una Constituyente maniatada para tratar de canalizar por la vía institucional la rebeldía popular. Evo Morales y el MAS juegan ese papel. Todo el mundo habla de política en Bolivia. Y todo el mundo dice que cualquiera que gane en dos meses tendrá que enfrentar una nueva insurrección popular si no se resuelve la nacionalización. Y no pueden resolverla.


Más de lo mismo


En este marco se realizó, el 12, 13 y 14 de agosto, el Primer Encuentro Continental por la Nacionalización de los Hidrocarburos, convocado por la Central Obrera Boliviana (COB), la Federación de Mineros (FSTMB), la Central Obrera Regional Alto (COR), la Central Obrera Departamental de La Paz (COD), y el Acuerdo Internacional de los Trabajadores (AcIT).


Participaron más de 200 delegados de 14 países (en su mayoría latinoamericanos) y durante los tres días se debatió en las plenarias y en las comisiones. El encuentro fue absolutamente heterogéneo. Participaron sectores chavistas, indigenistas, autonomistas, sindicalistas y trotskistas de todos los pelajes, salvo el POR de Guillermo Lora —que en una muestra de nacionalismo ya febril—, acusaba a los extranjeros de querer montarse en la lucha de las masas bolivianas. Tampoco mandaron representantes ni el MAS del Evo, ni el MIP de Quispe, preocupados seguramente por cerrar acuerdos electorales. Otros, como Solares de la COB, aparecieron sólo para la foto, al principio y al final del encuentro. Fue llamativa también la escasa participación de base de las organizaciones bolivianas —sólo un 50% de los delegados.


En las comisiones, varios delegados hicieron hincapié en una campaña internacional por la nacionalización sin indemnización, y varios plantearon el control obrero. Sin embargo, la declaración final es más de lo mismo. Es una criatura ecléctica que busca conciliar a propios y extraños. Aunque chorrea letras rojas de “revolución” e “internacionalismo obrero”, la declaración final no plantea extender la lucha por la nacionalización de los hidrocarburos al resto de Latinoamérica (se limita a llamar a luchar “en cada país, contra nuestros enemigos comunes: el imperialismo, sus instituciones —FMI, BM, OMC—, los capitalistas y los gobiernos a su servicio” y demás especies comunes). Tampoco figura el control obrero, y no se dice ni una palabra del rol imperialista de las empresas estatales y nacionales y, menos que menos, de los gobiernos izquierdistas que las defienden contra el pueblo boliviano (Petrobras, Repsol), pese a las numerosas denuncias en las intervenciones respecto del rol de Evo, de Lula, de Kirchner e incluso de Chávez.


En las resoluciones de acción sí se planteó la lucha continental e internacional por la nacionalización sin pago y bajo control de los trabajadores. Se propuso una acción unitaria continental de movilización para el día 17 de octubre (fecha de la renuncia de Sánchez de Lozada en 2003). Para darle continuidad se votó un segundo encuentro similar en Venezuela (!), donde se adivina la mano chavista.


La revolución boliviana es latinoamericana


El encuentro era un importante marco para iniciar una campaña internacional en defensa de la revolución boliviana. Sin embargo, no cumplió ese objetivo. La delegación del PO, la OT y la CRCI intervino con ese eje. La propiedad del petróleo y su control está surcando la agenda de la situación política mundial y de América Latina en particular. Es la expresión más cruda de la era de “guerras y revoluciones” (Irak, Chechenia, Bolivia). La revolución boliviana es una parte inalienable de la revolución latinoamericana. Sólo con la propiedad y el control de este recurso se puede pensar en la salida de la miseria, en un plan de industrialización autónomo que desarrolle a nuestros pueblos. Hay que impulsar una campaña internacional por la nacionalización sin pago del 100% de los hidrocarburos (expropiación), desde México a Tierra del Fuego. Y esa nacionalización no puede ser sin el control y la gestión obrera, porque las burocracias estatales latinoamericanas actúan como correa de intereses capitalistas. La nacionalización real exige la expulsión de las camarillas capitalistas de las empresas estatales (Pemex, Petrobras y YPFB). Por eso, explicamos, es una ilusión reaccionaria la política que Chávez aconseja a Morales de un Petrosur con los bomberos de la revolución de Lula-Petrobras y Kirchner-Repsol. Es una ilusión que incluso socava a la propia Venezuela. Esta campaña es el puntapié hacia la lucha por gobiernos obreros y campesinos en el marco de la Unidad Socialista de América Latina. Con esta posición intervinimos y vendimos más de 110 periódicos de El Obrero Internacional Nº 3, repartimos decenas de declaraciones del SI del CRCI en Trinchera (órgano de la OT), y establecimos discusiones con varias delegaciones.


El instrumento político


Otra de las cosas que se debatieron (que no se plasmó en la declaración) fue que la vanguardia boliviana está discutiendo la participación en las elecciones con un instrumento político propio. Incluso, los mineros distribuyeron posiciones políticas al respecto denunciando al MAS, a la Constituyente y planteando junto con la COB y otras organizaciones la creación del llamado Instrumento Político de los Trabajadores (IPT). Pero como el eje del IPT no es un programa claro y es reformista, se sacude de un lado al otro. De un frustrado acuerdo con el MIP pasaría a su casi disolución por la posible candidatura a vicepresidente, junto a Evo, del intelectual izquierdista Alvaro García Linera (que arrastraría a todo un sector). Bolivia necesita un instrumento político de los trabajadores para la revolución social. La Bolivia obrera y campesina exige un programa y un partido revolucionarios que la lleven a la victoria. La confusión en la vanguardia boliviana es extraordinaria. Hay confusión con respecto al indigenismo, a las autonomías nacionales, al sindicalismo, al chavismo, a las elecciones.


Un partido y un programa cuyo germen está en la Coordinadora por la Refundación de la IV Internacional.


El desafío es grande, hay que avanzar en un proceso de delimitación política, organización y lucha. La acción directa, los bloqueos de ruta y la nacionalización 100% han puesto a Bolivia en la senda de la revolución socialista. Para que tenga futuro luchemos en cada país de Latinoamérica por la nacionalización de los hidrocarburos bajo control de los trabajadores, por la Unidad Socialista de una América Latina obrera y campesina.