Bolivia: un golpe que no se consolida

El pueblo sigue en la calle y pone en crisis a los golpistas

Los golpistas bolivianos seguramente no esperaban encontrarse ante el escenario actual, dominado por la movilización popular y la incapacidad de dar rienda libre a una transición hacia un nuevo gobierno en Bolivia.


Añez asumió en el marco de una asonada golpista y ante una Asamblea Legislativa totalmente vacía. El pueblo boliviano no reconoce a éste como su legítimo gobierno, y son casi inexistentes las movilizaciones y manifestaciones de apoyo al golpe en el territorio andino.


El gobierno provisional sufre ahora un nuevo traspié respecto de la designación de las autoridades del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y los términos de la convocatoria a nuevas elecciones. 


El hecho que predomina en el actual escenario boliviano es la permanencia de trabajadores y campesinos manifestándose en las calles.


A pesar de todos los intentos por encarrilar el golpe, la rebelión se extiende y ya en estas horas acarrea serias dificultades de abastecimiento. Los golpistas se han hecho con el control del gobierno, y sus endebles instituciones, pero lejos están aún de detentar el poder, cuyo dominio se encuentra objetado por la población sublevada.


Esto es lo que ha puesto en crisis las negociaciones del MAS con el gobierno transitorio. Los asambleístas del MAS terminaron suspendiendo la realización de una sesión prevista para este día martes, donde se proponían tratar la renuncia de Evo -la renuncia del presidente debe ser aprobada o rechazada por la Asamblea Legislativa- y el proceso para convocar a nuevas elecciones. Mientras que por el lado de los golpistas, el senador Oscar Ortiz señaló que impugnarán todo lo obrado por la mayoría masista y que no debe haber ninguna sesión hasta que no se haya concertado la conformación del TSE y la convocatoria a nuevas elecciones. Esto ha llevado a que Añez, y su gobierno, exploren la  idea de avanzar a nuevas elecciones por medio de un decreto, lo cual sumaría una nueva violación institucional a esta “cruzada democrática”.


Se profundiza la crisis


La extensión en el tiempo y la amplitud de las movilizaciones empiezan a poner en crisis al gobierno provisional.


Las multitudinarias movilizaciones no cesan a pesar de que el gobierno ya se ha cobrado la vida de 23 manifestantes y detenido a más de dos centenares de éstos. El decreto reaccionario que exime de responsabilidad a las fuerzas represivas despertó un hondo repudio internacional, e incluso ha impactado en las propias filas de las fuerzas armadas. En el Regimiento Escuela Policial Saavedra, 62 soldados solicitaron su baja para no reprimir a sus pares. También han circulado imágenes donde algunos efectivos del ejército se suman a la marcha del Sindicato de Copacabana en la carretera de Oruro con rumbo a La Paz. 


A la inversa de lo que propone Añez, en distintos puntos, el ejército busca disuadir a los manifestantes sin apelar al uso de la fuerza. El gobierno sigue de cerca la evolución de este fenómeno, que aún se expresa aisladamente y a cuentagotas. Es lo que manifiesta una circular del ejército donde se ordena el control interno de las propias filas. 


Mientras tanto, el pueblo continúa en pie de movilización. El Cabildo Abierto de las juntas vecinales de El Alto y representantes campesinos de las 20 provincias de La Paz resolvió impulsar nuevos cortes y bloqueos, así como intensificar el cerco a la ciudad de La Paz. Algo similar ocurre en la ciudad de Cochabamba. La perdurabilidad de estas medidas empieza a manifestarse en el desabastecimiento de combustibles y alimentos en las principales ciudades. El gobierno tuvo que trasladar de emergencia a La Paz 35 toneladas de carne y 25 toneladas de pollo desde Santa Cruz de la Sierra, para evitar el colapso de la ciudad. Las filas en los mercados se extienden durante todo el día y los precios se han disparado debido a la escasez de productos.


El gobierno de Añez viene de desalojar el bloqueo de la planta abastecedora de combustible de Senkata, en El Alto, en un operativo represivo con fuerzas del ejército y la policía, con un saldo que asciende a seis manifestantes muertos. Se trata de una medida de emergencia para desafectar el suministro de combustible en un país donde se multiplican los bloqueos.


Momentos decisivos


El golpe en Bolivia se ha valido de las estructuras del Estado, el ejército, y del apoyo del imperialismo para sostenerse durante estos días; sin embargo, enfrenta una inflexible movilización del pueblo boliviano, que revalida sus métodos de lucha día a día. 


La transición hacia un nuevo gobierno se encuentra objetada por el carácter de la rebelión en curso. A tal punto es así que ahora Evo solicita que se lo deje volver para terminar su mandato. Está claro que los golpistas intentan edificar su poder sobre arenas movedizas. El pueblo aún puede derrotar el golpe. 


Para que el golpe triunfe en sus objetivos y aspiraciones deberá ir a fondo en la derrota de las masas sublevadas. El reciente decreto autorizando el accionar letal de las Fuerzas Armadas va en la dirección de quebrar esa movilización popular.  Pero los límites de esa represión han hecho entrar en crisis el golpe y ha colocado la iniciativa en manos del pueblo boliviano y sus organizaciones de base.


Es el momento de impulsar a fondo la lucha para quebrar a los golpistas: con el pueblo boliviano en la calle y con una contundente acción de las centrales obreras de Latinoamérica, que sepulten las pretensiones del imperialismo, y sus aliados, en la región.