Brasil, a un mes del Mundial

EXCLUSIVO DE INTERNET

Rousseff lanzó su candidatura presidencial en medio de una nueva caída en las encuestas, con lo que no podría evitar el ballotage. El operativo para contrarrestar la imagen negativa del Mundial (con la militarización, represión, negociados y polarización social que rodean su organización) en base a la movilización de organizaciones adictas fracasó. Al revés, se multiplican y cobran mayor visibilidad los conflictos, inclusive de sectores que simpatizan con el PT. En las proximidades del Arena Corithians, donde debe jugarse el partido inaugural, el Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) ha montado 2.500 carpas sobre un predio, en reclamo de viviendas. El Movimiento sin Tierra (MST) marchó sobre Odebrecht y otras constructoras que han desarrollado negociados con la Fifa y el gobierno. Otras organizaciones populares realizaban el 15 de mayo una jornada nacional de lucha “contra las injusticias de la Copa”. Hay protestas convocadas para el mismo 12 de junio, y la policía retomó las amenazas de parar durante el campeonato del Mundo. La insatisfacción popular, que no parece menguar a pesar de la aproximación del torneo, se combina con una improvisación organizativa (obras inconclusas) que aseguran un desenvolvimiento convulsivo del evento.

Desilusión

La vertiginosa caída de Rousseff en los últimos meses no es capitalizada por sus adversarios (Neves y Campos), que no crecen en la misma proporción. La desilusión y el malestar con el gobierno petista se expresan en un crecimiento del voto en blanco o nulo, que llega al 16%, o en las posibilidades de una fuerte abstención electoral. En esto también influye el repudio a los megaescándalos de corrupción de Pasadena y Metro de San Pablo, entre otros, que involucran a los principales partidos, y cuyas investigaciones se están dilatando en el Parlamento.

En un esfuerzo por mantener los lazos con la clase obrera, Rousseff vivó en el acto estatizado de la CUT al 1º de Mayo y a los trabajadores. En medio de los miles de despidos y suspensiones ocurridos en los últimos meses en las automotrices y autopartistas, y de una inflación persistente, no despierta ningún entusiasmo. Con poca capacidad para conquistar a los trabajadores, cuyo ascenso huelguístico se registra en las huelgas de los choferes de Río, docentes de Paraná, decenas de miles de tercerizados de la construcción y la industria, y en la resistencia del proletariado mecánico, el PT apela a un discurso extorsivo y de polarización trucha con la derecha: “El PSDB siempre fue contrario a los planes sociales” (O Globo, 9/5), declaró el vicepresidente del PT. “Para ellos, el aumento del salario mínimo es un error del gobierno”, dijo Dilma. Un sector de la coalición, de todos modos, sigue impulsando la candidatura de Lula, cuya desmentida fue curiosa: no se presentaría, dijo, “a no ser que se produzca una catástrofe” (Ambito, 2/5). Sea lo que sea que interprete Lula por ello, esperarla podría ser demasiado tarde.

Los principales partidos de la izquierda (PSOL, PSTU, PCB), de fuerte presencia en los movimientos reivindicativos, no logran ofrecer un polo político de clase ante la erosión del frente popular.

Gustavo Montenegro