Brasil: Bancarrota del gobierno, regresión de la izquierda

Tras 15 meses, el balance del gobierno Lula es catastrófico. El PBI, oficialmente, ha caído el 0,2% (1,5% per capita), la desocupación urbana ha llegado al 20%, la desigualdad en la distribución del ingreso nacional ha crecido (a pesar de toda la demagogia “social”), el pago de la deuda externa (R$ 145 mil millones, sólo en concepto de intereses, en 2003), el ingreso real de los asalariados se ha reducido en 15%, las expulsiones de campesinos han superado los escasos asentamientos. El pago de la deuda interna consumió, en 2003, R$ 413 mil millones (casi 55% de todos los gastos del país): en 2002, con la derecha “neoliberal” en el gobierno, había sido de R$ 349,5 mil millones (45% del presupuesto). Las inversiones estatales, en 2003, fueron de R$ 1,8 mil millones, 0,24% del presupuesto (en 2002 habían sido de R$ 11,6 mil millones, 1,5% del presupuesto). El superávit récord de la balanza comercial es un espejismo: “Poco más del 25% fue consumido con la remesa de lucros y dividendos por las empresas extranjeras, que mandaron a sus países 65,5 mil millones de dólares. Descontando los ingresos de 763 millones de dólares de ganancias traídas por grupos que actúan en otros países, el déficit de esa cuenta de la balanza de pagos fue, en 2003, de 5,6 mil millones de dólares, el mayor desde 1998” (Valor, 24/2).


En ese cuadro de crisis, los beneficios del capital financiero han sido impresionantes: “La rentabilidad de los bancos, relación entre el lucro y el patrimonio líquido, fue de 26,5% en el Banco Itaú, 19,5% en el Banco do Brasil, 17% en el Bradesco, 16% en el ABN Amro y 14% en el Unibanco. Lucros tan altos que permitieron a los bancos duplicar su patrimonio en un período de 3 a 6 años, rentabilidad excepcional en cualquier país del mundo” (O Estado de S. Paulo, 23/2). Esta situación ha llevado al partido del vicepresidente-empresario Alencar (PL) a reclamar la renuncia del ministro de Economía, Antonio Palocci. Para 2004, el gobierno cortó del presupuesto $6 mil millones, principalmente del “área social”, y ha previsto un incremento de la deuda, más allá del aumento en 26% de los pagos de intereses.


Los propios ministros califican la situación del gobierno como de “crisis”, “inmovilismo” y “parálisis”.


Para las elecciones municipales de octubre, el PT bajó su meta inicial de ganar 800 intendencias a 400 (hay en el país más de 5.500 municipios), o sea que ha iniciado su proceso de remate. Los ministros se insultan públicamente, el de Agricultura (representante del agrobusiness), Roberto Rodrigues, declaró orondamente al periodismo que mandó “a la puta que lo parió” (sic) al último representante “del PT” en el área económica (Guido Mantega, ministro de Planeamiento). El PT simplemente no dirige más nada. “El hombre fuerte del Planalto se llama ahora José Sarney, y acumula la función de presidente del Senado” (Jornal do Brasil, 14/3); en caso de juicio político a Lula, el oligarca agente de la dictadura militar asumirá las riendas del poder, que ahora ejerce de modo indirecto.


Corruptela generalizada


El escándalo de la corrupción se ha generalizado, y golpea ahora directamente al ministro de Economía, Palocci, al cual también se le ha “descubierto” un “asesor” (Rogério Buratti, capo de la empresa que bancó toda la carrera política del ex trotskista ahora neoliberal) vinculado a las “cometas” de la corrupción del juego legal (recibió R$ 6 millones para favorecer a una empresa en la explotación de la lotería legal de la Caja Económica Federal). José Dirceu, el ex súper ministro “ahorcado” por el caso Waldomiro, habría hecho filtrar, entre bambalinas, el nuevo escándalo, e instigado a la cúpula (DN) del PT, en la reunión de febrero, a criticar la política económica: “El movimiento del PT fue atribuido al ministro de la Casa Civil, José Dirceu. Debilitado por la crisis política, Dirceu liberó al partido para atacar la política económica, para desviar la atención de su propia crisis” (Valor, 16/3). Meirelles, del Banco Central, Rodrigues y Furlan, de Agricultura y de Industria, han alineado con su política al ala “empresarial” del PT (los ex lambertistas Palocci y Gushiken), junto al infaltable “comunista” PC do B. ¿Y Lula? Viajando, por ahí, sobre todo al exterior, con el beneplácito de la izquierda “alterglobalizadora”, gran encubridora mundial de la entrega sin precedentes de Brasil al imperialismo.


El ala izquierda del PT se ha conformado con las tímidas “críticas” (¿?) de la DN al gobierno; organiza seminarios donde se limita a sugerir la reducción (¡en un punto!) del superávit primario, y también de las tasas de interés, una reivindicación que es compartida por sectores del gran capital. El lambertismo remanente impulsa un fantasmagórico “rescate del PT”, planteando una “vuelta a los orígenes” que no propone siquiera la expulsión del gobierno de los ministros del gran capital.


El “nuevo” partido son cuatro


La descomposición conjunta del gobierno y del PT dio vigencia al planteo, lanzado por el PSTU y los cuatro legisladores expulsados del PT, de construcción de un “nuevo partido de izquierda”, que pasó a interesar a un sector importante de la vanguardia obrera y juvenil. Fueron realizados varios concurridos plenarios desde octubre pasado, en diversas ciudades, en las que se insistió en que el nuevo partido debía ser “construido desde abajo”, con “transparencia” y “democracia”. Finalmente, en febrero, los militantes fueron informados “desde arriba” de que las cúpulas no se habían puesto de acuerdo entre la propuesta de un partido regido por el centralismo democrático (PSTU), o una federación de tendencias (defendida por las corrientes de los diputados “disidentes” y otros grupos). El 19 de febrero, el nuevo agrupamiento fue lanzado en Rio de Janeiro, en una reunión de escasas 30 personas (los 4 legisladores, algunos intelectuales y los caciques de otros pequeños grupos) excluyendo explícitamente al PSTU. Este, en realidad, había hecho todas las concesiones programáticas imaginables, manteniendo sólo el centralismo democrático (e inclusive manifestando su disposición a abandonarlo). Frente a la exclusión (curiosamente “adornada” con un llamado “a todas las tendencias, sin vetos”…), el PSTU mantuvo su propio MNPS (Movimiento por un Nuevo Partido Socialista), que es la organización de su propia periferia, pero perdiendo en el camino a “Socialismo y Libertad”, tendencia del PSTU con importantes dirigentes sindicales, que adhirió a la nueva “Izquierda Socialista y Democrática” (ESD), el neo (no)partido de los “disidentes”, sus corrientes y otros grupos.


La “novedad” es, entonces, la ESD, lanzada en un acto público en San Pablo, el 19 de marzo, con participación de poco menos de mil personas (al PSTU no se le concedió la palabra, y se retiró ostensivamente del acto cuando oyó los primeros “fraternales” insultos dirigidos en su contra desde la tribuna oficial). La ESD no tiene nombre de partido porque no lo es, de modo explícito: algunos oradores iniciales del acto, “intelectuales”, plantearon directamente el anacronismo de la “forma partido”; los oradores “políticos”, que hablaron después, comenzaron entonces a tartamudear al pronunciar la palabra “partido”, que constaba en sus discursos previstos. La ESD realizará ahora actos similares en unas 25 ciudades, para culminar en un encuentro nacional en Brasilia, el 5 y 6 de junio.


La ESD se propone, explícitamente, ocupar el “espacio (electoral) dejado por el PT”. Sus escuetas bases programáticas tienen un contenido nacionalista y democratizante. Los diversos grupos que componen la ESD distribuyeron declaraciones con la promesa de un “debate fraternal de las divergencias”. Los grupos de la ESD caracterizan la actual etapa mundial como de “ofensiva neoliberal” (con “resistencias”, claro) debida al fin del “bloque socialista”, que fracasó por “falta de democracia”. El propio PSTU, que admitió todo tipo de concesiones en pro de la “unidad”, y promovió a los “disidentes” casi a la altura de alternativa, concluyó que la ESD es un “nuevo viejo partido”, que “no parte del período inicial progresivo del PT, sino de su fase regresiva de la década del ‘90” (Opinião Socialista 167, 3/3).


El SU


El objetivo central del neo… “ente” es, claramente, el lanzamiento de la candidatura presidencial de la carismática senadora expulsada del PT, Heloísa Helena, en 2006 (la ESD no participará en las municipales de 2004, por falta de personería), aunque Heloísa continúa participando de las reuniones de la DS y de su bancada de 12 diputados petistas (Folha de S. Paulo, 6/3), y de su “central mundial”, el llamado Secretariado Unificado “de la IV Internacional”. La DS, tendencia del PT con participación directa (y no secundaria) en el gobierno rabiosamente capitalista de Lula, no considera expulsada a Heloísa… Se trata de una confusión política armada por profesionales de la materia.


Está claro que tanto la ESD como el MNPS no son siquiera un inicio de solución de la monumental crisis del PT.