Brasil de la victoria electoral a la derrota politica

Derrota del PT

El corresponsal de “The New York Times” en Brasil estaba en lo cierto cuando, al trazar el balance de la primera vuelta de las elecciones municipales, señalaba que “el PT ganó en todos lados, menos donde importa”. Las categóricas derrotas electorales del partido de Lula en San Pablo (capital política y económica del Brasil) y en Porto Alegre (ciudad “his­tórica” del PT, gobernada por el partido desde hace más de una década y “cuna" del Foro Social Mundial), transformaron el triunfo electoral del PT en la primera vuelta de las muni­cipales en una derrota política.


En realidad, hay, también, una continuidad política entre ambas votaciones.


En la primera vuelta, el PT pasó de 10 a 16 millones de votos y con­quistó unos 200 nuevos municipios, algunos de gran importancia, en par­ticular en el norte. El PT había lo­grado paralizar y domesticar a los trabajadores luego de dos años de go­bierno para el FMI. Había logrado superar la “etapa crítica” de pasarse abiertamente al campo del imperia­lismo. Luego de imponer una políti­ca de restricción salarial y desem­pleo y la reforma previsional, los tra­bajadores lo siguieron votando, al menos como “mal menor”. Semejan­te resultado elevaba la confianza del imperialismo en el PT e indicaba que


Lula continúa siendo su carta funda­mental.


Los resultados del primer turno mostraron el impasse político de la clase obrera brasileña. La victoria de Serra en San Pablo y la derrota del PT en Porto Alegre en la segunda vuelta, a manos de partidos a la de­recha del PT, acentúan esta caracte­rización.


En estas dos grandes ciudades industriales, el PT sufrió una derrota política a manos de la bur­guesía industrial, que a su vez arras­tró a los trabajadores, la cual cues­tiona la política de ahogo financiero impulsada por el ministro de econo­mía Palocci.


José Serra, el ganador en San Pa­blo, tiene sólidos lazos con la gran in­dustria paulista y ha criticado a Pa­locci por su política de altas tasas de interés. Las derrotas del PT en San Pablo y Porto Alegre fueron un ple­biscito de la gran burguesía indus­trial, en particular paulista, contra Palocci (el PT fue aplastado en la pri­mera vuelta en Riberao Preto, la ciu­dad del estado de Sao Paulo que se ca­racteriza por un vigoroso repunte eco­nómico, donde el ministro hizo toda su carrera política). Este “plebiscito” mostró la ausencia de independencia política de la clase obrera brasileña, que repartió su voto entre los patro­nes del PT y los candidatos de los pa­trones contra el PT. O para decirlo en otros términos: entre la política bur­guesa de apoyo a los bancos y la polí­tica burguesa de apoyo a la industria.


En contraposición con las derro­tas de San Pablo y Porto Alegre, el PT ganó en Fortaleza, capital del es­tado de Ceará. Pero, aquí también, la dirección del PT fue derrotada. La intendente electa, Luízianne Lins, se presentó a la primera vuelta sin el apoyo de su partido (la dirección nacional del PT apoyaba al candida­to del PCdoB, que salió tercero). Lins —que sólo recibió el apoyo del PT pa­ra el segundo tumo— aplastó a un candidato del derechista PFL 56 a 44%. Su campaña electoral se basó en “un discurso contrarío al Fondo Monetario y a la política económica ya las reformas estructurales del go­bierno de Lula” (Clarín, 1/11).


Un párrafo aparte merece el “nuevo partido”, el PSOL, formado luego de la expulsión de algunos par­lamentarios de izquierda del PT. En la segunda vuelta, el PSOL llamó a la abstención en San Pablo y dio “li­bertad” en Porto Alegre para votar por el PT o abstenerse. Repitió así lo que había hecho en la primera vuel­ta: en algunas ciudades propició la abstención, en otras el voto por el o. e, incluso, en algunas otras, el» por terceros partidos. El PSOL no logró en todo el proceso electoral adoptar una política unificada, es que fracasó en la primera prueba portante que debió enfrentar.


¿Qué hará el PT frente a la derrota? Es posible una crisis de gabinete en especial si se acentúa el ahogo financiero. Por otro lado, la tendencia dominante en el PT es ir más hacía la derecha para “quitar argumentos" a la oposición. Sin embargo, la amenaza que se cierne sobre el PT (perder el go­bierno en sólo cuatro años) y el descon­tento que se despierta en lo6 sindica­tos podrían hacer madurar, aunque es la variante menos probable, una crisis política.


Lo fundamental es, de todos mo­dos, lo siguiente: los gobiernos de frente popular y de conciliación de clases en general, no son un paso adelante de la clase obrera sino uno de los recursos últimos del imperia­lismo.