Internacionales
4/11/2004|875
Brasil de la victoria electoral a la derrota politica
Derrota del PT
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El corresponsal de “The New York Times” en Brasil estaba en lo cierto cuando, al trazar el balance de la primera vuelta de las elecciones municipales, señalaba que “el PT ganó en todos lados, menos donde importa”. Las categóricas derrotas electorales del partido de Lula en San Pablo (capital política y económica del Brasil) y en Porto Alegre (ciudad “histórica” del PT, gobernada por el partido desde hace más de una década y “cuna" del Foro Social Mundial), transformaron el triunfo electoral del PT en la primera vuelta de las municipales en una derrota política.
En realidad, hay, también, una continuidad política entre ambas votaciones.
En la primera vuelta, el PT pasó de 10 a 16 millones de votos y conquistó unos 200 nuevos municipios, algunos de gran importancia, en particular en el norte. El PT había logrado paralizar y domesticar a los trabajadores luego de dos años de gobierno para el FMI. Había logrado superar la “etapa crítica” de pasarse abiertamente al campo del imperialismo. Luego de imponer una política de restricción salarial y desempleo y la reforma previsional, los trabajadores lo siguieron votando, al menos como “mal menor”. Semejante resultado elevaba la confianza del imperialismo en el PT e indicaba que
Lula continúa siendo su carta fundamental.
Los resultados del primer turno mostraron el impasse político de la clase obrera brasileña. La victoria de Serra en San Pablo y la derrota del PT en Porto Alegre en la segunda vuelta, a manos de partidos a la derecha del PT, acentúan esta caracterización.
En estas dos grandes ciudades industriales, el PT sufrió una derrota política a manos de la burguesía industrial, que a su vez arrastró a los trabajadores, la cual cuestiona la política de ahogo financiero impulsada por el ministro de economía Palocci.
José Serra, el ganador en San Pablo, tiene sólidos lazos con la gran industria paulista y ha criticado a Palocci por su política de altas tasas de interés. Las derrotas del PT en San Pablo y Porto Alegre fueron un plebiscito de la gran burguesía industrial, en particular paulista, contra Palocci (el PT fue aplastado en la primera vuelta en Riberao Preto, la ciudad del estado de Sao Paulo que se caracteriza por un vigoroso repunte económico, donde el ministro hizo toda su carrera política). Este “plebiscito” mostró la ausencia de independencia política de la clase obrera brasileña, que repartió su voto entre los patrones del PT y los candidatos de los patrones contra el PT. O para decirlo en otros términos: entre la política burguesa de apoyo a los bancos y la política burguesa de apoyo a la industria.
En contraposición con las derrotas de San Pablo y Porto Alegre, el PT ganó en Fortaleza, capital del estado de Ceará. Pero, aquí también, la dirección del PT fue derrotada. La intendente electa, Luízianne Lins, se presentó a la primera vuelta sin el apoyo de su partido (la dirección nacional del PT apoyaba al candidato del PCdoB, que salió tercero). Lins —que sólo recibió el apoyo del PT para el segundo tumo— aplastó a un candidato del derechista PFL 56 a 44%. Su campaña electoral se basó en “un discurso contrarío al Fondo Monetario y a la política económica ya las reformas estructurales del gobierno de Lula” (Clarín, 1/11).
Un párrafo aparte merece el “nuevo partido”, el PSOL, formado luego de la expulsión de algunos parlamentarios de izquierda del PT. En la segunda vuelta, el PSOL llamó a la abstención en San Pablo y dio “libertad” en Porto Alegre para votar por el PT o abstenerse. Repitió así lo que había hecho en la primera vuelta: en algunas ciudades propició la abstención, en otras el voto por el o. e, incluso, en algunas otras, el» por terceros partidos. El PSOL no logró en todo el proceso electoral adoptar una política unificada, es que fracasó en la primera prueba portante que debió enfrentar.
¿Qué hará el PT frente a la derrota? Es posible una crisis de gabinete en especial si se acentúa el ahogo financiero. Por otro lado, la tendencia dominante en el PT es ir más hacía la derecha para “quitar argumentos" a la oposición. Sin embargo, la amenaza que se cierne sobre el PT (perder el gobierno en sólo cuatro años) y el descontento que se despierta en lo6 sindicatos podrían hacer madurar, aunque es la variante menos probable, una crisis política.
Lo fundamental es, de todos modos, lo siguiente: los gobiernos de frente popular y de conciliación de clases en general, no son un paso adelante de la clase obrera sino uno de los recursos últimos del imperialismo.