Brasil: elecciones en tiempos de crisis


La mezcla de movilizaciones, crisis del régimen, corrupción, recesión y depresión económica, han impactado de tal manera en la conciencia de las masas que las elecciones quedaron literalmente en un segundo plano.


 


Una gran parte de la población reaccionó con poco interés en las elecciones. Asistimos a una de las mayores tasas de abstención, a las que se añaden los votos en blanco y nulos. Fueron 25 millones de abstenciones (17,5%); los blancos y nulos no fueron computados, pero las proyecciones apuntan a cerca del 13%. En las capitales esos índices han sido mayores: en 22 capitales, el número de votos blancos, nulos y abstenciones superó la primera o segunda posición –es decir, en las grandes ciudades la inmensa mayoría dio un gran No al régimen político y a sus instituciones democráticas vigentes.


 


El PT fue, sin lugar a dudas, el gran derrotado. Mientras en 2012 controlaba los municipios de 630 ciudades ahora tiene apenas 256. El PT perdió en San Pablo, y de forma humillante (16% de los votos, después de permanecer varias semanas en un mísero 10%), sin al menos llegar a la segunda ronda. En las grandes capitales el desempeño del PT cayó mucho, principalmente en los barrios periféricos, donde vive la población más pobre; lo mismo en el Nordeste donde tuvo una gran penetración y ahora ha caído.


 


Todo lleva a creer que luego de las elecciones la crisis se profundizará al interior del PT, llevando al partido a agrietarse y perder más militantes y el apoyo entre la población. Por un lado, los trabajadores se sintieron traicionados y abandonados por el partido; por el otro, la burguesía, que apoyó a los gobiernos del PT, cambió de bando, imposibilitando incluso las alianzas con los grandes partidos burgueses.


 


La derecha, en general, los partidos que apoyan al gobierno de Temer y los partidos de su coalición de gobierno en el Congreso, fueron los grandes ganadores de estas elecciones.


 


El PMDB, el partido de Michel Temer, prácticamente mantuvo el número de municipios en su poder. En San Pablo y Río de Janeiro perdieron en forma humillante. En la capital paulista con la ex alcalde Marta Suplicy (ex PT) y en Río de Janeiro con Pedro Paulo, a pesar de toda la presión de la máquina del municipio y del Estado gobernados por el PMDB.


 


El PSDB fue el partido que obtuvo las mayores victorias, no tanto por el número de municipios, (tenía 686 y ahora tendrá 793, o más), sino por el peso de las capitales conquistadas. Obtuvo la victoria en San Pablo con Dória, un empresario de estilo Macri que tiene un proyecto megaliberal y privatizador. Ganó 14 municipios de las 93 ciudades más importantes del país y disputará otras 19. Otros partidos de derecha tuvieron una votación significativa.


 


La izquierda


 


La votación del Psol (Partido Socialismo y Libertad) en las capitales fue muy disímil, variando desde 3% en Sao Paulo al 18 % en Río de Janeiro y 29% en Belém, yendo en ambas a segunda vuelta. El que se haya ido a una segunda vuelta en Río de Janeiro fue un hecho inusitado, y coloca la posibilidad real de una victoria contra un obispo ligado a los sectores más reaccionarios de la sociedad. Este hecho no alcanza, sin embargo, a borrar el fracaso en distritos claves como San Paulo y Porto Alegre, donde el Psol abrigaba grandes expectativas. En el primero de ellos, disputó la intendencia de la mano de Luiza Erundina, quien ya llevó adelante una gestión furiosamente capitalista de este municipio y concurrió, en esta oportunidad, con el apoyo de recursos empresarios inocultables. Esta política de colaboración de clases se hizo sentir también en Porto Alegre, donde el Psol buceó alianzas hasta último momento con partidos de la burguesía. Algunos partidos de izquierda que integraron las listas del Psol son tributarios de esta política. Su conducta oportunista no los salvó, sin embargo, de la marginalidad política.


 


El  PSTU (que sufrió una fractura de la mitad de sus militantes a mediados de este año, y de gran parte de sus militantes históricos, de sus cuadros), tuvo una actuación muy tímida, por decir lo menos: en algunos lugares la campaña casi no existió. Su votación en Sao Paulo fue de alrededor de 4.000 votos (0,08%); en Río de Janeiro, de 5.000 (0,19%); en São José dos Campos, donde dirige el sindicato metalúrgico desde hace más de una década, fue de poco más de 4.000 votos (1,24%). En Natal, donde contaba con una de las concejales mejor votadas proporcionalmente, Amanda Gurgel (que salió con la reciente ruptura que formó el MAIS), la candidatura fue lanzada por el partido pero no alcanzó el coeficiente mínimo para ser elegida. Tenía dos concejales y no obtuvo la reelección de ninguno. El PSTU fue sacudido profundamente por su posición equivocada sobre el golpe, su aislamiento frente a la crisis y su ruptura.


 


La izquierda está aturdida y atónita frente a la votación fuerte y abrumadora a la derecha. Ahora, todos tratan de tejer teorías. Pocos analizan el papel del PT como articulador de un gobierno de colaboración de clases, que aplastó a las tendencias combativas dentro de la izquierda y el movimiento obrero. Gran parte de la burguesía golpista fue anteriormente, aliada del PT, excepto por el PSDB.


 


La victoria de los sectores más derechistas y favorables al golpe de Estado, fue notoria. Este resultado electoral es la señal que estaba esperando el nuevo gobierno para lanzar el paquete de medidas  que tiene en carpeta. Pero dicho plan habrá que hacerlo pasar entre los trabajadores, o sea deberá pasar aún por la prueba de la lucha de clases. La crisis brasileña es alimentada directamente por la crisis económica. El gobierno y gran parte de la burguesía creen que lo peor ha pasado, pero los datos duros (el desempleo , la recesión, otros índices económicos) van de mal en peor. La economía  brasileña esta condicionada por la bancarrota capitalista mundial que sigue haciendo su trabajo implacable.


 


La presión del ajuste y de la crisis, económica y política, de manera conjunta, convierten a Brasil en una gran olla a presión a punto de explotar… Los mismos partidos que cantan y brindan por sus victorias de hoy, tendrán que hacer frente a la continuidad de la crisis y la furia de las masas mañana.