Brasil en bancarrota

¿Termina Cardoso su mandato?

Brasil está ingresando al colapso económico con tal velocidad que el interrogante ya no es por cuánto gana el PT en el segundo turno, sino si el gobierno Cardoso puede evitar el derrumbe bancario antes de que finalice su mandato. El gobierno y el PT, sin embargo, siguen batiendo la tecla de que “Brasil no puede quebrar”, porque “a diferencia de México en el ‘94, Rusia en el ‘98, Argentina en el 2001 y Uruguay en el 2002, la mayor parte de la deuda no está en dólares ni tiene como acreedores a extranjeros” (carta de uno de los mayores economistas de Brasil al Financial Times). Pero lo que garantiza el quebranto es precisamente que los títulos incobrables de la deuda pública los tienen los bancos instalados en el país. Exactamente como en la Argentina. Por eso el aumento del riesgo país, que refleja la baja de la cotización de esos mismos títulos. El riesgo país brasileño llegó ya a los niveles del final del gobierno Cavallo-De la Rúa.


Gran parte de la monstruosa deuda pública fue contraída no para financiar al Estado, sino para absorber el exceso de dinero en los bancos vendiéndoles títulos del Estado. Por eso, la deuda pública interna equivale ahora a casi un 70% del producto bruto interno (PBI) anual, duplicando el porcentaje respectivo de mediados de la década pasada. Si se le suma la deuda externa pública y privada, el total superaba largamente al 100% del PBI en agosto pasado, que crece enormemente además con la devaluación.


Naturalmente, el default es inevitable: el incremento de cualquier deuda a tasas muy superiores al crecimiento de la actividad o de los ingresos con los cuales debe pagarse conduce a una bancarrota. Entonces, “si Brasil reestructurara su deuda interna (porque no puede pagarla en los términos en que fue contraída) aplastaría al sistema bancario, que tiene 30% de sus activos en títulos del gobierno (Financial Times, 15/8). En la picota quedarían expuestos, luego, los bancos extranjeros, con créditos a Brasil del orden de los 140 mil millones de dólares. En tercer lugar se anotarían los grupos privados que acumulan una deuda externa de 120 mil millones de dólares.


 


Especulación y fuga de capitales


Como lo señaláramos desde Prensa Obrera, el préstamo del FMI de agosto pasado fue una operación de salvataje de los bancos norteamericanos Boston y Citibank. Se acaba de confirmar que “el destino de los dólares comprados (en los últimos meses) es principalmente para remesas al exterior” (Folha de Sao Paulo, 20/9). El mes pasado, la consultora Standard & Poor’s advirtió que “la exposición de los bancos europeos en Brasil es muy elevada” (en particular la del ABN Amro holandés y la del Santander de España) y que “pueden precipitarse cesaciones de pago en los próximos meses” (O Estado de Sao Paulo, 18/9).


La fuga de capitales no es más que el episodio previo al quebranto. Lo notable es que detrás de la reciente suba del dólar estuvo el Banco Central que, luego de rescatar títulos de deuda que vencían lanzando reales al mercado, se negó a vender reservas cuando esos reales fueron a la compra de dólares.


En Brasil, Argentina está a la vuelta de la esquina. Por eso, como confiesa un gurú financiero, “a lo mejor se vuelve a aquella antigua historia de 1999, cuando en Buenos Aires se decía que Argentina no es Brasil” (Clarín, 28/9). Pero aun esto es trivial: la crisis brasileña será un episodio mayúsculo de la crisis mundial capitalista.