Internacionales
30/5/1995|449
Brasil: La huelga petrolera se radicaliza, la burocracia del PT llama a levantarla
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La huelga petrolera en Brasil ha entrado en su cuarta semana y se mantiene firme, a pesar de la violenta ofensiva que han lanzado contra ella el gobierno y la burguesía y de que varios corresponsales de diarios argentinos la dan por terminada. Las refinerías siguen paradas, el nivel de producción es bajísimo (apenas el 20% de lo normal) y se ha cortado el suministro de energía a cientos de empresas.
Durante casi un mes, el gobierno utilizó todos los medios a su alcance para quebrarla: en dos oportunidades la justicia decretó su ilegalidad e impuso una multa millonaria a los sindicatos; la empresa despidió a un centenar de trabajadores y no pagó los salarios; el gobierno decretó la ocupación militar de cuatro refinerías; el sindicato petrolero de Macaé denunció que la Petrobras “usó la fuerza” para ocupar dos plataformas en la Bacía de Campos, el mayor complejo de producción petrolera de Brasil. Cardoso recurrió incluso a la importación de combustibles y aún de técnicos e ingenieros argentinos para mantener en operaciones las refinerías (Ambito Financiero, 29/5). La campaña de “terrorismo democrático” lanzada por la burguesía contra los trabajadores —a los que acusa de “subversivos” y “golpistas” por negarse a acatar las órdenes de los jueces —es sencillamente descomunal: los “demócratas” simplemente pasan por alto que la única subversiva es la propia justicia, que desconoció el acuerdo salarial que el gremio firmó a fines del año pasado con Itamar Franco. Sin embargo, cada uno de estos ataques gubernamentales “radicalizó la huelga” (Folha de Sao Paulo, 26/5).
PT
Desde el comienzo de la huelga, el PT evitó ponerse del lado de los huelguistas y Lula declaró su disposición a actuar como “mediador”. Averaldo Menezes de Almeida, presidente del sindicato petrolero de la Bajada Santista, no erró el viscachazo cuando denunció que “la cúpula del PT está llevando al partido a quedar encima del muro” (Folha de Sao Paulo, 23/5). Los parlamentarios del PT formaron, junto con los diputados oficialistas, una comisión que tenía por objeto “acercar a las partes”.
Cuando la justicial laboral (TST) declaró la ilegalidad de la huelga petrolera, la dirección del PT se negó a enfrentar al tribunal… con la excusa de que se trataría de una institución de la democracia”. El TST, sin embargo, nada tiene que ver con la democracia sino que es una institución heredada de la dictadura militar, cuyo único objeto es impedir el derecho de huelga. El senador Eduardo Suplicy planteó abiertamente que “sólo un acuerdo político con el TST podría superar la impasse (de la huelga)” (Folha de Sao Paulo, 23/5) y, el propio Lula declaró que “las expectativas están ahora en el TST”…
Conforme la huelga se fue profundizando, la aparente “neutralidad” de la dirección del PT fue revelándose como una oposición. En un reportaje publicado en Página! 12 (28/5), Marco Aurelio García, de la ejecutiva del PT, criticó abiertamente a los huelguistas: argumentos: “Creo que los petroleros cometieron un error mezclando la reivindicación económica con su oposición, justa por demás, a la quiebra del monopolio i petróleo”, para terminar diciendo que “las huelgas de los servicios son cada vez más impopulares”. El propio Lula atacó a los huelguistas: “al comando de la huelga le faltó habilidad” (Folha de Sao Paulo, 23/5)
Al igual que García, Lula, Jair Menguelli (ex presidente de la CUT y actual diputado por el PT) y Vicentinho, actual presidente de la CUT, reclamaron una ley de huelga que establezca “reglas más claras que no perjudiquen a la población” (O Estado de Sao Paulo 28/ 5), o lo que es lo mismo, que declare la obligación de mantener la prestación de determinados servicios que el Estado considere “esenciales”.
La política de la CUT estuvo dictada por la misma orientación. Por eso la mantuvo aislada, no movilizó al conjunto del movimiento obrero para ganar una huelga en la cual no sólo está en juego la suerte de los petroleros. Esto porque la derrota de la huelga petrolera es, también, un requisito para que la burguesía y el gobierno vayan a fondo en la liquidación en masa de las conquistas obreras: la destrucción del sistema previsional estatal, la “flexibilización” aún mayor de las condiciones de trabajo y la miseria salarial. El punto culminante de esta política de la CUT fue su cerrada negativa a convocar la huelga general de apoyo y solidaridad que le redamaban los sindicatos petroleros. Por el contrario, José Zunga, presidente de la CUT de Brasilia, justificó un levantamiento de la huelga diciendo que “tenemos que pensar que la vuelta al trabajo de los petroleros (sin obtener ninguna de sus reivindicaciones) no es una derrota”.