Brasil: la izquierda y las elecciones

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La campaña electoral brasileña transita definitivamente hacia una segunda vuelta. Como ocurre en Argentina, la oposición principal al gobierno está encabezada por una ex dirigente de su propio cuño, Marina Silva. Esto llevó a un observador a caracterizar que Brasil había quedado atrapado por el petismo, cuando la realidad es la contraria: el PT fue colonizado, desde el comienzo, por los partidos tradicionales, en especial el PMDB, con quien gobernó en coalición, y la derecha evangélica, que le impuso su anterior vicepresidente, como ahora se impone a través también de la oposición. Petistas y ex petistas están acosados por el temor a una fuga de capitales, que podría ser desatada por una revaluación internacional del dólar y un aumento de tasas de interés en Estados Unidos. Por eso ambas candidatas se presentan como abanderadas del ajuste.

La izquierda, en Brasil, tiene un elevado protagonismo en las luchas sociales de todas las clases, pero no ha conseguido emerger como un factor político. Algunos éxitos electorales del PSOL, en elecciones pasadas, resultaban irrelevantes desde el comienzo por la hegemonía de personalidades clericales, ajenas por entero a la lucha de clases. Aunque se denomine “partido” es una federación de tendencias, que en ocasiones se confunden con camarillas, dada la ausencia de una delimitación de principios entre ellas. Las elecciones son un episodio importante para avanzar en la estructuración de una fuerza que enfrente el agravamiento de la crisis que seguirá a los comicios. En el estado de Amapá secunda al PSB, el partido de Marina Silva, y en Alagoas, Heloísa Helena, del ala clerical, ha recibido el respaldo de los partidos patronales a su candidatura al Senado. En el twitter de su candidata presidencial, Luciana Genro, vinculada con el MST de Argenina, puede leerse una defensa de la “sociedad civil organizada”, o la denuncia de que “el capitalismo (…) produce una desigualdad muy grande” (12/9). El MST argentino presenta a Luciana como “(una alternativa) de justicia social y de construcción de un país igualitario con un modelo de desarrollo que sea ecológicamente justo. Un proyecto que cuestione (sic) la continuidad del sistema de la deuda pública que favorece al capital financiero y los grandes bancos (…) Que cambie en 180 grados (?) el actual sistema impositivo que sacrifica al asalariado”. Es probable que el PSOL no pueda afrontar el ballotage entre Rousseff y Silva con una posición política homogénea y menos aún independiente.

El PSTU es el principal partido de la izquierda y el más significativo de la corriente que fundara Nahuel Moreno. Es la dirección de la Liga Internacional de Trabajadores. Ha quedado proscripto de los debates televisivos, al igual que otras dos fórmulas de menor relevancia (PCB, PCO); es el único que posee una relación activa con el movimiento obrero y ha desarrollado un sindicalismo paralelo a la CUT, la Conlutas. Esta central sindical emergió en 2006 y agrupa a los activistas y sindicatos clasistas. En su plataforma electoral, el PSTU plantea el no pago de la deuda externa, la estatización del sistema financiero y la reducción de la jornada laboral sin afectar el salario, entre otras medidas. Decir que la fuerte polarización electoral ha restado espacio a la izquierda y al PSTU es una falacia, porque no explica, en primer lugar, por qué no logró restar espacio a esa polarización, al cabo de once años de gobierno de colaboración de clases. En Brasil, como en casi todo el mundo, la izquierda combativa y revolucionaria subordina la agitación política al trabajo sindical, se podría decir que concibe la construcción del partido como una acumulación de fuerzas sindicales. Es común que se interprete en Brasil que el PT fue una construcción de los sindicatos, pero esto no es correcto, porque el PT fue rápidamente capturado por la izquierda democratizante con origen en distintas vertientes, y le dio rápidamente una connotación electoral al margen de los sindicatos. En las movilizaciones multitudinarias contra los aumentos del transporte, el año pasado, la izquierda y el propio PSTU fueron tomados por sorpresa, y no acertaron con su intervención política.

El Partido Obrero y la CRCI hemos convocado al PSTU, en distintas oportunidades, a una confrontación de posiciones para refundar la IV Internacional. El año pasado, la Coordinadora Sindical Clasista-PO concurrió a un congreso sindical internacional co-protagonizado por Conlutas. En esa ocasión criticamos el carácter keynesiano y reformista de las ponencias del Congreso.

Todo esto nos da razones de sobra para llamar a votar al PSTU y convocar a los simpatizantes del PO en Brasil a que militen fuertemente para obtener el voto de los trabajadores.


Miguel Briante