Bush contra México


En medio de la crisis por la inmigración, Bush ordenó el despliegue de 6.000 soldados en la frontera mexicana al sur del Río Bravo. El anuncio tiene como telón de fondo el estancamiento de las reformas migratorias en el parlamento y las masivas manifestaciones populares por la legalización de los 12 millones de “sin papeles” que viven en los Estados Unidos.


 


Negocios y masacres


 


La militarización no viene sola, ya que las mismas grandes empresas que participan en la “reconstrucción” de Irak y Afganistán se anotaron como contratistas en la operación “Asegurar la frontera”, que incluye la construcción de un “muro virtual” y de centros de detención de migrantes. Ahí están Lockheed Martin, Northgroup Grumman, Raytheon, Ericsson y Boeing ofreciendo “personal, tecnología y barreras físicas” a cambio de un jugoso contrato de dos mil millones de dólares.


 


Pero, como se encargó de decir el mismo Bush, el aumento de la militarización fronteriza es de larga data. El diario mexicano La Jornada (19/5) señala que “todo este esfuerzo de muros, tecnologías y una triplicación de agentes de la patrulla fronteriza ha tenido un impacto nulo en reducir el flujo migratorio durante más de una década (…) Lo que sí logró es hacer el cruce mas peligroso y caro”.


 


Para el flamante dispositivo represivo se apelará a la Guardia Nacional, veterana en Irak, lo cual anticipa más masacres, en una región en la que “sólo el año pasado se registraron 400 muertes violentas o en circunstancias no aclaradas de personas que intentaron alcanzar la frontera” (El País, 16/5).


 


Republicano partido


 


El impasse político alrededor de la reforma migratoria ha dividido al propio Partido Republicano. Por un lado, está el sector que reclama la criminalización del inmigrante. Este sector logró que en diciembre la Cámara baja aprobara una ley contra los indocumentados que prevé, incluso, la construcción de un muro en la frontera con México. Aunque algunos ven como insuficiente el despliegue militar ordenado por Bush.


 


Del otro lado, están aquellos que, desde el Senado, y en alianza con los demócratas, impulsan una reforma “integradora” basada en blanqueos limitados y permisos de trabajo temporarios (“trabajadores huéspedes”). Detrás de esta reforma se han encolumnado buena parte de los empresarios.


 


Es que la avanzada anti-migratoria pone en riesgo la extraordinaria fuente de beneficio capitalista que brinda la barata mano de obra inmigrante. No sólo por su explotación directa sino porque colabora con el abaratamiento general de la fuerza de trabajo norteamericana. Un reciente estudio académico concluyó que en los últimos años el flujo migratorio provocó una depreciación del 8% del salario nativo estadounidense en los empleos menos calificados (Clarín, 16/5). La legalización parcial, precaria y temporaria preservaría este abaratamiento de la fuerza de trabajo y “crearía una fuerza laboral permanentemente excluida de representación sindical y política” (ídem).


 


Bush busca bonapartear entre las distintas facciones y sacar la reforma cuanto antes. Es que el movimiento que sacudió las principales ciudades del país amenaza con radicalizarse si no se avanza rápido en la legalización. Ya se anunciaron medidas y movilizaciones en repudio a la militarización de Bush.


 


“Bush se derrumba en caída libre”


 


Así titula El País (14/5) un artículo en el cual destaca la impopularidad creciente del presidente yanqui en las vísperas de las elecciones legislativas de fin de año.


 


Una impopularidad que se alimenta en los pantanos guerrerísticos de Medio Oriente (Afganistán e Irak), la responsabilidad presidencial en el desastre de Nueva Orleans y una latente crisis económica que combina déficit fiscal e inflación.


 


Para colmo, en estos días se reflotó el llamado “CIA gate”, alrededor de la falsificación de pruebas contra Irak, donde aparecen involucrados los principales hombres del gabinete Bush. Luego del procesamiento del ex jefe de gabinete Lewis Lobby, varias voces piden el procesamiento de Karl Rove, el principal operador político de Bush (El País, 15/5). Ahora han aparecido pruebas que salpican directamente al vicepresidente Dick Cheney y al mismísimo George W. Bush.


 


La crisis en torno de la reforma migratoria, y las manifestaciones multitudinarias antigubernamentales de la comunidad latina, son un reflejo más de esta gran crisis política que se retuerce en los intestinos del gigante.