Cae otro pilar del capital mundial

Fiat anunció el despido de 8.100 trabajadores (más del 20% de su dotación en Italia) y el cierre de su planta en Termini Imerese (Sicilia). Para ello recurrió a la declaración del “estado de crisis”, que permite que el Estado italiano se haga cargo de los subsidios que recibirán los despedidos durante un período de entre dos y cuatro años y de sus eventuales indemnizaciones si no fueran reincorporados. Estos despidos se suman a los 3.000 de julio pasado.


El “estado de crisis” oficializa el derrumbe de Fiat Auto, agobiada por una deuda neta de 6.000 millones de dólares (equivalente al 140% de su capital accionario), las enormes pérdidas que viene sufriendo desde hace cuatro años y la caída imparable de sus ventas. Sólo en este año sus ventas cayeron el 20%, a pesar de los generosos descuentos y de los subsidios gubernamentales a la compra de autos “cero kilómetro” de baja cilindrada.


La caída de la “Casa Fiat” es una manifestación de la enorme sobreproducción que tapona todos los poros de la industria automotriz mundial y que ya se ha cargado a la industria automotriz británica, a buena parte de la coreana, a la nórdica, a algunas firmas japonesas y hasta a un monstruo como Chrysler, absorbida por la alemana Daimler. Los intentos de Fiat de mantenerse a flote mediante la construcción de nuevas plantas “supermodernas” y el aumento de la escala de producción sólo le han servido para acumular una deuda monumental que acelera la caída. El derrumbe de Fiat es toda una manifestación de la envergadura de la crisis mundial.


Fiat acumuló pérdidas por 2.500 millones de dólares en los tres últimos años; para el año en curso espera una pérdida récord de 2.000 millones de dólares. En el mismo período, sus acciones perdieron el 80% de su valor. En mayo pasado, reestructuró la deuda con sus bancos acreedores: éstos accedieron a refinanciar algunas deudas a cambio del traspaso de importantes activos, como una parte de las acciones de Ferrari o de la participación de Fiat en la industria energética. “Sin los bancos – dice el presidente de BankItalia – , Fiat ya habría desaparecido” (Corriere della Sera, 12/10).


Pero ese acuerdo se cayó por el fracaso de la venta de algunos de los activos más importantes (como la Fidis). Por eso, los bancos estudian “un nuevo plan” que no es otro que la venta de Fiat Auto a la General Motors norteamericana, que ya posee el 20% de sus acciones y tiene una opción de compra del 80% restante en el 2004. Los bancos, que acumulan acreencias contra Fiat por valor de 18.000 millones de dólares (cuando el valor de la empresa no sobrepasa los 5.000 millones), se muestran dispuestos sólo a otorgarle un “préstamo puente” que le permita “llegar al 2004”.


El objetivo de los despidos, del rescate estatal y de las negociaciones financieras en curso no es salvar a Fiat sino permitirle llegar en “condiciones razonables” a su venta a General Motors; es decir, evitar que quiebre en el camino.


Los bancos y los fondos de inversión (que tienen en sus carteras acciones desvalorizadas de Fiat) presionan, sin embargo, por un adelantamiento de la venta a GM. El propio presidente de Fiat declaró que “el futuro es la venta a GM, lo único que está en discusión es cuándo y a qué precio” (ídem). Los norteamericanos, por su parte, han reducido en sus balances casi a la nada el valor contable del 20% de las acciones que ya poseen de Fiat, una indicación de que pretenden quedarse con ella a precio de remate, pero por sobre todo de que se cargan con una hipoteca.


Es que la propia GM “no navega aguas tranquilas” (The Wall Street Journal, 12/10). Las operaciones de su subsidiaria europea, Opel, están en un rojo profundo, lo que inviabiliza una fusión anticipada Fiat-Opel. Como consecuencia del derrumbe de Wall Street, GM debe capitalizar su fondo de pensión por varios miles de millones; los fondos que pretendía usar a tal fin, provenientes de la venta de su participación en Hughes Electronics, están en veremos porque el gobierno norteamericano vetó la fusión de esta última con Echo Star. Pero estos no son los únicos problemas que enfrenta GM: su agresiva política de alianzas y adquisiciones en todo el mundo, y en particular en Asia, “debilitaron su posición financiera” (ídem).


La crisis mundial amenaza convertir a Fiat en un ancla de plomo para General Motors.