Cambio de frente en el narcotrafico

Mientras los gobiernos de centroizquierda, en Italia, en Francia o en la propia Argentina, centran su ‘ política anti-drogas’ en la penalización del consumo –es decir, en la represión policial y judicial de los consumidores– y en la persecución de los pequeños distribuidores, en los centros de estudio y en los medios de prensa donde se delinean las estrategias imperialistas comienza a reclamarse, de manera cada vez más explícita, “un nuevo enfoque”: la legalización plena y completa de la producción mundial de estupefacientes.


En apenas dos semanas, tres de los más importantes voceros del imperialismo mundial salieron a la palestra para condenar el fracaso de la política de “represión de la oferta” y para reclamar la legalización de la producción y comercio de drogas.


El británico Financial Times (28/2) sostiene, en una nota editorial, que “centrar (la cuestión) en la reducción de la oferta de droga es enormemente caro” y, para peor, “no tiene garantía de éxito en la medida en que la cocaína y la heroína continúen siendo populares en Estados Unidos y Europa”. Por lo tanto, afirma, “la autoridades deberían enfocar mucho más las vías para una reducción no punitiva de la demanda”.


Apenas unos días después, otra nota editorial, esta vez de The Economist (4/3), bate el mismo parche: “La demanda crea la oferta (sic). La prohibición y la represión simplemente sólo aumentan los precios. Este es un ejemplo del ‘ efecto globo’: si se persigue a la industria de la droga (¡sic!) en un punto, reaparece en algún otro (…) Esto significa que las autoridades tienen que considerar políticas alternativas, incluso la descriminalización”.


Más explícito todavía es Robert Barro, de la Universidad de Harvard y de la Hoover Institution. En una nota publicada en Business Week (13/3), reclama abiertamente “legalizar las drogas en Estados Unidos”. Barro explica que “deberíamos regular y ponerle impuestos a las drogas actualmente ilícitas como lo hacemos con el tabaco y con el alcohol. Esto no sólo aumentaría los ingresos fiscales sino que además ahorraría inmensos recursos. El dinero ahorrado puede ser utilizado, en parte (¡!), para financiar programas de salud para los adictos y programas educativos para disminuir la demanda”.


También una “Comisión Real”, de carácter cuasi oficial y con la participación tanto de los conservadores como de los laboristas, propuso recientemente la “despenalización” en Gran Bretaña, es decir la legalización de la marihuana, el hachís y el éxtasis (The Economist, 15/1).


“Leyes de mercado”


La legalización de la droga sería por cierto un negocio redondo.


Lo sería para los bancos que ‘lavan’ unos 500.000 millones de dólares anuales provenientes del narcotráfico, porque les eliminaría causas judiciales o molestas investigaciones.


Al gran capital financiero le sacaría de encima las mafias que hoy monopolizan la producción y la distribución y que se apropian de una parte sustancial de los beneficios. Produciría, además, una enorme e inmediata concentración del negocio y una transferencia del margen de beneficio que hoy se apropian los distribuidores. También provocaría una masiva caída de los precios y, consecuentemente, la ruina de decenas de miles de pequeños agricultores en toda América Latina y el Asia y su masiva expropiación en beneficio del gran capital.