Campos de concentración de la CIA

"La Telaraña" del terror también esta aquí


El escándalo estalló en la primera semana de junio, cuando el parlamentario suizo Dick Marty reveló ante el Consejo de Europa el funcionamiento de una red clandestina de secuestros y traslados ilegales, por parte de la CIA, que implica por lo menos a 14 países europeos. Esa red, dice Marty, tiene su nombre en clave: “la telaraña”. Entre los países implicados figuran Alemania, Gran Bretaña, España, Italia y Suecia.


 


En verdad, el informe Marty sólo añade detalles al horror que ya se conocía desde hace por lo menos un año. Personas simplemente sospechadas de pertenecer a movimientos de resistencia en países atacados por los Estados Unidos son secuestradas en cualquier país de Europa y trasladadas de manera clandestina, en vuelos secretos de compañías que operan para la CIA, a campos de concentración diseminados en Polonia, Rumania, Turquía e incluso a ese moderno Auschwitz que funciona en Guantánamo, donde son libremente torturados como sucedió en la prisión iraquí de Abu Ghraib, en Irak.


 


No es novedoso. Ya en 2005 se denunció que la CIA usaba el aeropuerto español de Son Sant Joan, de Palma de Mallorca, en las islas Baleares, para el traslado clandestino de personas secuestradas hacia campos de concentración distribuidos en no menos de 20 países de Europa del Este, Afganistán, Tailandia y de la ex URSS. En ese momento el escándalo fue mayúsculo porque la liebre saltó, precisamente, cuando George W. Bush y su vicepresidente, Dick Cheney, pedían al Congreso que se eximiera a la CIA de la prohibición de torturar y cuando esa misma Cámara decidía transformar en permanentes algunos puntos de la llamada “Ley Patriótica”.


 


He ahí la “lucha contra el terrorismo” –figura amplísima e indefinible– con la cual Néstor Kirchner se comprometió una y otra vez ante el presidente norteamericano, y que figura en párrafo destacado del documento final de la Cumbre de Mar del Plata. Al mismo tiempo, ni Kirchner ni los demás presidentes del Mercosur han dicho esta boca es mía sobre la base militar que los Estados Unidos han instalado en el Paraguay, muy cerca de la Triple Frontera, un punto que, como se sabe, figura entre las hipótesis de ataque del Pentágono. Y nosotros podríamos preguntarnos qué fue, por ejemplo, de la base de “explosiones nucleares subterráneas” que ya en 2002 había empezado a construirse en Tolhuin, en el centro desolado de la isla de Tierra del Fuego.


 


Los aviones de la CIA –y esto no figura en el informe Marty– pertenecen a empresas fantasmales que ni siquiera tienen empleados, sólo la propiedad de los aparatos. Ellas son, entre muchas otras, Stevens Express Leasing, Premier Executive Transport Service o Keeler and Tate Management, y hasta usaron un avión del equipo norteamericano de béisbol Red Sox para recoger, también en Milán, al ciudadano alemán de origen egipcio Hassan Mustafá Osama Nasr, secuestrado en esa ciudad –donde residía legalmente– para llevarlo a un campo en Afganistán.


 


También hay otras empresas, como Iraqui Freedom o Enduring Freedom, que corresponden al mecanismo de “guerra tercerizada” (fuerzas mercenarias contratadas por agencias) usado habitualmente por los Estados Unidos. Esas compañías prestan apoyo a las tropas norteamericanas en Irak y en Afganistán.


 


Así, Manfred Novak, relator especial de las Naciones Unidas para casos de torturas, dijo que nos encontramos ante una “práctica sistemática de desaparición forzada de personas”. En la Argentina sabemos mucho de eso.


 


La CIA en la Argentina


 


No sabemos si esos aviones de la CIA han operado u operan en territorio argentino porque difícilmente la Fuerza Aérea dará a conocer algún informe al respecto, pero sí sabemos bastante sobre el personal de la “compañía” que trabaja en el país bajo la cubierta de agencias de seguridad.


 


Ya en 1998 desembarcó aquí Kroll O’Gara, dirigida por el ex CIA Frank Holder, y se hizo cargo de la estratégica custodia de Edcadassa, en Ezeiza. Ya bajo gobierno de Duhalde, vaya a saberse por qué problemas internos, Holder fue desplazado por Universal Control, conducida en su totalidad por ex agentes de la CIA y del servicio secreto norteamericano. Tienen entre sus clientes al Exxel Group, Hewlett-Packard, Philip Morris, Telecom, Pérez Companc y Banco Galicia. Usan tecnología de espionaje desconocida por los servicios argentinos. Todo eso, por supuesto, tampoco está dicho en el informe Marty.


 


También llegó al país, y aquí sigue, Trident Investigative Service, representada por John Battaglia Ponte, uruguayo nacionalizado norteamericano, coordinador en su juventud del Plan Cóndor, perseguidor de argentinos exiliados en los Estados Unidos y ex miembro de Seals, escuadrones especiales de combate de la Armada yanqui. Fue agente de la CIA y actualmente su jefe directo es Oliver North, aquel del escándalo Irán-contras (casualidad o no, Ollie North estaba en Buenos Aires, alojado en San Isidro, el 26 de junio de 2002, cuando asesinaron a Kosteki y Santillán).


 


También están hoy en Buenos Aires la agencia Smith-Brandon, fundada por el ex FBI Harry Brandon, y Jules Kroll, ex CIA.


 


Conviene aclarar que el “ex” es puramente formal. “Nadie se va del todo de la Agencia”, ha dicho el propio Battaglia Ponte.


 


Como se ve, a “la telaraña” también la tenemos en casa.