“Caos económico, gobierno inseguro y Estado débil”

China se encuentra al borde de un colapso financiero y económico de enormes proporciones. El promocionado “boom” chino amenaza ahora con convertirse en un “caos” (The Economist, 4/6) que será el detonante de una crisis política general, del régimen buro­crático.


Crisis financiera


“La crisis financiera se profundi­za día a día”, anunciaba hace ya casi un mes “The Wall Street Journal” (1/6).


La inflación está fuera de control. Aunque “nadie sabe a ciencia cierta su nivel” (The Economist, 4/6), ronda entre el 15 y 20%, crece aceleradamen­te y amenaza convertirse en “hiperinflación” (The Economist, 19/6). Los costos de producción aumentan sostenidamente, lo mismo que los precios de los productos de consumo. “El cre­cimiento de los precios de los pro­ductos industriales es furioso” (Fi­nancial Times. 2/6), al punto que en la zona costera se registra una inflación de tres dígitos (más del 100%) en los precios de ciertos productos industria­les como el acero (Newsweek, 24/5).


La inflación ha desatado una “co­rrida” contra el yuan, la moneda china, por parte de los capitalistas extranjeros, las empresas mixtas, y hasta los gobier­nos provinciales y municipales y las empresas estatales. Aunque el yuan se ha devaluado casi un 10% desde los primeros días de junio, los dólares han “desaparecido” de la economía china y el mercado negro de divisas ha alcan­zado el mismo volumen que el mercado oficial de cambios, síntomas inconfun­dibles de una inminente devaluación de gran magnitud, que ha “pinchado” a la Bolsa de Hong Kong, la “puerta” fi­nanciera de acceso a China.


La crisis fiscal aumenta en espiral. El gobierno central ha perdido el control de la recaudación impositiva y la capa­cidad de obligar a las empresas estata­les a remitir sus beneficios al Tesoro, así como también ha perdido el control sobre los gastos e inversiones de go­biernos municipales, provincias y em­presas.


“Los bancos se han quedado sin efectivo” (The Wall Street Journal. 21/ 6); los depósitos bancarios han caído por primera vez desde 1988 y desde marzo se han venido produciendo siste­máticas “corridas bancadas”. Como consecuencia de la ¡liquidez, los ban­cos no han podido pagar las cosechas a los campesinos —otra de las razones*» de los levantamientos— ni prestar a las empresas estatales para mantener sus planes de producción: en consecuen­cia, las empresas estatales han dejado de pagar a sus proveedores, están pro­duciendo a un 20/30% de su capacidad instalada y. algunas, hasta han suspen­dido completamente su producción y sus planes de inversión (The Wall Street Journal, 21/6).


“El boom se está terminando”, sentencia “The Wall Street Journal” (21 / 6), como lo prueba que, después de muchos años de “boom exportador”, China haya registrado un déficit comer­cial de 1.700 millones en los primeros cuatro meses de este año.


Una crisis especulativa


El motor de tan fenomenal crisis es el espectacular crecimiento de la espe­culación inmobiliaria: sólo en los prime­ros cuatro meses de este año, la inver­sión en propiedades y construcción cre­ció nada menos que un 70%.


“La construcción salvaje en las provincias es responsable del creci­miento del 30% en la circulación monetaria y de la inflación resultan­te”, sostiene el Business Week. (17/5).


Los bancos, por su parte, “sobreprestaron” sus fondos a los especuladores inmobiliarios, incluso desviando tos fondos grados por el gobierno central para el pago de las cosechas a los campesinos y para el funcionamiento de las empresas estatales Los gobier­nos provinciales y municipales, por su parte, pusieron sus presupuestos a dis­posición de los especuladores, no soto en sus propios territorios sino además “exportando” fondos a la próspera zona costera. Después de haber “empapelado” el país para sostener a los espectadores, ahora, cuando la “ola” amenaza hundir al país, el gobierno de Pekín intenta restringir el crédito, lo que puede provocar una verdadera estam­pida de los inversores externos y una cesación general de pagos.


La especulación inmobiliaria y la construcción de hoteles, oficinas y residencias de lujo ha sido una fuente de enormes ganancias para los burócratas “comunistas”, devenidos “inversores” “Algunos funcionarios del PC bien ubicados para influir en la distribución de tierras pusieron en pie compartías de propiedades” (The Wall Street Journal, 1/6): un ejemplo es la empresa dirigida por un hijo de Deng Xiaoping, asociado con capitalistas de Hong Kong, para construir lujosas “residencias a la americana” en Shangai y Guangdong (Le Monde. 4/6)


La razón de la “fiebre” fue el relajamiento oficial de las restricciones a la compra-venta de bienes raíces a partir del 14° Congreso del PC (octubre de 1992), luego confirmada por la Asam­blea Nacional, a partir de entonces, “las empresas chinas basadas en Hong Kong dejaron caer cataratas do fondos en la compra de propiedades y en proyectos de construcción. En Shangal, la Comisión Municipal de Inversiones aprobó 750 nuevos pro­yectos en el primer trimestre de este año, de los cuales más de la mitad fueron inversiones en propiedades’ (Financial Times. 14/6) De las inversiones de Hong Kong —el principal inversor externo en China— más de la tercera parte se destinó a la compra de tierras y propiedades y proyectos de construcción (Le Monde. 4/6). Pero la especulación inmobiliaria no ha sido solo un medio para llenar tos bolsillos de los burócratas ha sido, fundamental­mente, el medio elegido por la burocra­cia para sostener el “boom”… de la misma manera que la especulación in­mobiliaria sostuvo el “crecimiento” de Japón y Estados Unidos en la década del 80. Los electos devastadores (de­presión, recesión) de la pinchadura de la “burbuja” especulativa en China no serán menores que los ya sufridos por Estados unidos o Japón.


El carácter puramente especulativo (capitalista) de la presente crisis china ilustra sobradamente sobre las características parasitarias y destructivas de’ “boom “sobre la avanzada transformación social de la burocracia china en clase capitalista y sobre et carácter del Estado que defiende estas relaciones sociales


Perspectivas


Con salarios equivalentes al 1% de los países occidentales, enormes excenciones impositivas y materias primas subvencionadas, el capital ha encontrado en China un “refugio” indispensable para sostener la tasa de beneficio y hasta su misma capacidad productiva… en medio de la recesión mundial. Basta decir que, sin las compras chinas, un pulpo de la magnitud de la Mc Doneli Douglas no habría vendido un solo avión comercial en 1992. El hundimiento del “coom” chino agudizara brutalmente la recesión mundial.


Pero las principales consecuencias de un colapso del “boom” chino serán políticas. La prensa no deja de recordad que en ocasión del estallido inflacionario y la recesión de 1988/89, se levantaron los campesinos, cayo el gobierno de Zhao Ziyang y se produjo el levantamiento estudiantil que culmino en la masacre de Tiananmen.


“El gobierno de Pekín sabe bien el costo social (de la recesión y la inflación)… el inaceptable costo de la desestabilización” (IHT, 22/6)… pero “hoy la situación es más combustible que en 1989… porque existe una gran fragilidad de la cumbre” (Newsweek 7/6).


El aumento de los precios de los fertilizantes y los combustibles, el no pago de las cosechas, el aumento de los impuestos locales, en resumen, el caos económico desatado por la especulación, ya han llevado a los campesinos a levantarse como en 1988. Si los levantamientos campesinos llegaran a unirse a los millones de desempleados de las ciudades, advierte “The Economist” (12/6), “los resultados pueden ser inimaginables”. Se comprende el temor del capitalismo mundial: “la brecha entre ricos y pobres… y la hostilidad entre ricos y pobres está creciendo tan rápido que pronto podrían compararse con las desigualdades inflexibles de 1910/30, que crearon las verdaderas condiciones que condujeron a la renovación china” (Newsweek, 7/6).


Frente a semejante polarización social, que se agudizara brutalmente con el fin del “boom”, el régimen político chino aparece paralizado, en lo que in profesor de la Universidad de Princeton define como una “mega crisis”: un “gobierno inseguro y un estado débil… si no es ya un estado en desintegración” (Current History, setiembre de 1991).


“En todo el país – resume News week (7/6)- hay síntomas de que el espíritu de Tienanmen ha sobrevivido, (China) es como un área volcánica: está caliente por debajo de la superficie y, en algún momento, la lava va a surgir”. Frente a la agudización de las contradicciones sociales y frente a un “gobierno que es débil y que es percibido como tal” (Rotance Lew en Le Monde Diplomatique, reproducido por La Gauche, 2/6), una nueva revolución en China no solo es posible. Es inevitable.