Carlos Oyarce, empleado del sector minero de Antofagasta: “Los trabajadores tienen que definir los cambios que Chile reclama y necesita”

desde Santiago de Chile/El Furgón, Sudestada

Portada: Foto de publicada por Javier Couso en Twitter (@Caninator)

Nota publicada en El Furgón, sitio web de la revista Sudestada


Hasta ahora, los trabajadores han intervenido en la rebelión chilena “sueltos”, según se dice acá. Es decir: individualmente, por afuera de sus organizaciones sindicales. La convocatoria de un Congreso Obrero desde sindicatos de mineros, portuarios y de la construcción, parece abrir un cauce para la decisiva intervención de los trabajadores industriales organizados. Sobre esto y sobre el panorama general que vive la clase obrera chilena, en el contexto del levantamiento popular contra el régimen postdictatorial, dialogamos con Carlos “Chuflay” Oyarce, presidente del Sindicato SGS Minerals, de Antofagasta.


El Furgón: – ¿Cómo está organizado el movimiento obrero en Chile?


Carlos Oyarce: – Del total de los trabajadores activos del país, que son más o menos 8,5 millones, solamente el 14 por ciento está sindicalizado. Existen cuatro centrales formales en Chile, la Central Unica de Trabajadores, que es la histórica por así decir, después viene la Central Autónoma de Trabajadores, la Unión Nacional de Trabajadores y la Central de Trabajadores de ChileLas tres últimas son divisiones de la CUT, que se viene dividiendo desde la dictadura. Además, algunos han salido por diferencias y conflictos entre los dirigentes. Tambiénsurgió una nueva Central que es la Central Clasista, que es muy pequeña. Es decir que alrededor de un millón son los trabajadores afiliados a esas centrales, aunque esa cifra resulta incluso dudosa, porque ha habido denuncias de que la CUT tiene por ejemplo padrones inflados. Hay sindicatos de la CUT que dicen tener más afiliados que los reales, y eso ha aumentado su desprestigio. Estas organizaciones viven hablando de unidad, se escucha todo el tiempo, pero hasta ahora yo no he visto que la  promuevan seriamente.


EF: – ¿Cuáles de estos sectores pueden ser considerados como “burocracia sindical”?


CO: – Aquí hasta hace unas semanas, hay que decirlo, a la gente le podías estar cagando encima y no se iba a quejar. Lo mismo en los sindicatos: Uno podía postular medidas de lucha más avanzadas, huelgas, conflictos directos con la empresa, y no iba a tener alcance con los trabajadores, que delegaban en las directivas sindicales la resolución de los problemas. Pero, más allá de eso, a grandes rasgos las centrales son bastante burocráticas, en especial la CUT, que fue parte, por ejemplo, del último gobierno de Bachelet y salió a aplaudir cuando dio las 250 lucas como sueldo mínimo, en un momento en que la línea de pobreza estaba ¡en 400 lucas! Una vergüenza. Y todo porque eran parte del gobierno. Eso los ha deslegitimado mucho.



Carlos “Chuflay” Oyarce, el primer desde la izquierda. Foto de “Convergencia Medios”, de Chile.


EF: – En Argentina la burocracia sindical pacta directamente con los patrones a espaldas de los trabajadores, los sindicalistas son millonarios, en Chile parece que no se llega a tanto…


CO: – No acá no se llega a eso. Tiene que ver con la costumbre de dilatar, de dejar los conflictos a un lado, no necesariamente con la gente que se vende. Es difícil poder decir “mirá, estos sindicatos son vendidos”, esto o lo otro. Hay dirigentes que han salido demandados por fraude o por malversar fondos de sus sindicatos, pero que sean vendidos a la empresa no podría decirte quienes caen dentro de esa bolsa.


EF: – ¿Cómo se afronta en Chile la negociación colectiva? Está totalmente descentralizada…


CO: Si: Acá se negocia principalmente a nivel de empresa. Hay un Código Laboral que es para los trabajadores en general, pero hay algunos estatutos administrativos que agrupan a los trabajadores del Estado, portuarios, y así. Los sindicatos, por ejemplo en la minería, están organizados por empresa, en sindicatos generalmente únicos con uno de trabajadores y uno de supervisores. No hay más de dos por empresa a lo sumo, y son sindicatos fuertes. Pero en las empresas contratistas, ahí es donde aparece la atomización. Por ejemplo, en SGS donde yo trabajo, tenemos alrededor de 10 sindicatos para 2 mil trabajadores. Y estos sindicatos están concentrados en resolver problemas internos de las empresas, más que en tener una mirada más general.


EF: – Y predominan los trabajadores contratistas, lo que en Argentina llamamos tercerizados…


CO: – Claro, yo trabajo en una tercerizada, como dicen ustedes. Son empresas donde hay una altísima rotación de trabajadores, la gente dura un año o dos años, la van renovando, y eso genera que algunos trabajadores tengan unos beneficios, otros tengan otros beneficios, y eso conlleva a que los trabajadores nuevos quieran hacer otro sindicato para pelear los beneficios que tiene el primer sindicato, que no les quieren ser reconocidos. Por ejemplo: Un sindicato antiguo tiene tres beneficios, otro tiene dos, y el que recién llega tiene un beneficio. Entonces, a la hora de la negociación, los que tienen tres beneficios quieren cinco, y así; y la empresa le da ésto a los más antiguos, menos a los del medio, y menos que menos a los más nuevos. Y así se va atomizando.


EF: – O sea que deberían luchar por la negociación por rama…


CO: – Por supuesto. Eso creo que es fundamental. Es una herramienta que se echa de menos. La negociación ramal debería resolver ese problema. Un ejemplo es el Acuerdo Marco alcanzado por la Federación de Trabajadores del Cobre en la minera estatal Codelco, que estableció un piso de beneficios para los trabajadores subcontratados. Eso fue un avance importante en base a la pelea que dieron los trabajadores. Pero eso, años después, está todo dividido, de la CTC salieron como tres o cuatro federaciones más de trabajadores. Y además, hoy existe un nuevo quiebre, ahora en la FTC, cuando Juan Olguín, llamó al paro y después se sentó a negociar con el gobierno de Piñera.



Convocatoria sindical en Chile


EF: – ¿Qué papel juegan los sindicatos industriales?


CO: – La economía chilena es primaria y exportadora. Por eso, los principales sectores serían la minería y los puertos, además del sector forestal y la construcción. Por ejemplo, los mineros somos unos 250 mil trabajadores, que no representa mucho sobre los 8 millones del total, pero representa mucho más en el Producto Interno Bruto. Más que la cantidad es la fuerza que tiene la producción.


EF: – Han sido claves a la hora de impulsar el Congreso Obrero, especialmente mineros y portuarios, que han acordado convocar a las centrales ¿Qué expectativa ponen en ese Congreso?


CO: – La idea salió de un encuentro entre dirigentes de mineros, portuarios y de la construcción. No es la Mesa Social la que está convocando, de hecho la CUT es como que se descarta un poco del llamado. La idea es que sean los sectores de la producción los que lo organicen, y no a nivel de centrales o de federaciones, sino de los mismos sindicatos de base. Creo que puede ser fundamental, en el contexto histórico que atraviesa Chile, poder reunir una gran cantidad de organizaciones sindicales de base a discutir los temas que están puestos sobre la mesa hoy día. La Asamblea Popular Constituyente, la nacionalización de los recursos, la negociación por rama, el aumento de pensiones y salarios. Hoy hay voces que hablan de estos temas, pero no son representativos, las mismas centrales no están legitimadas para representar a la clase trabajadora. Si nosotros pudiéramos levantar desde los sectores de la producción el Congreso, y desde allí resolver un pliego de reivindicaciones, yo creo que impulsaría enormemente el proceso que se está desarrollando.


EF: – Desde Argentina, donde De la Rúa no duró un día después de desatar la represión del 20 de diciembre, cuesta entender que Piñera se mantenga en el gobierno, enfrentando un levantamiento que por su envergadura temporal y territorial, multiplica varias veces al Argentinazo o a cualquier proceso de rebelión en la Latinoamérica de los últimos 30 años ¿Qué explicación tiene esto?


CO: – Bueno, acá fue masacrada una generación de revolucionarios y luchadores sociales, después todas las generaciones que vinieron tratan de levantarse de eso. No es casual que en el 2006 fueran los pingüinos, en 2011, los universitarios, y en 2019 ya son trabajadores, que en el último tiempo habían estado bastante sumisos. Sobre la salida de Piñera, yo creo que falta el toque final, que sería el paro productivo y reproductivo. Chile se ha manifestado en las calles, ha copado las calles desde hace dos semanas, de un lado para otro, en todo Chile. Pero eso no hace efecto si la producción sigue andando. Lo fundamental, la estocada final, tiene que ser el paro productivo, que es lo que estamos impulsando desde portuarios, mineros y la construcción. Si fuéramos capaces de parar la producción yo creo que ahí habría noticias respecto a la salida de Piñera.


EF: ¿Cómo se impone una Asamblea Popular Constituyente?


CO: El problema del cambio de la Constitución no puede pasar por el Congreso. Además, se necesita una mayoría calificada que no la va a dar ni la derecha ni el centro, así que por esa vía es imposible. La institucionalidad no nos va a resolver el problema. Tienen que ser los trabajadores, tiene que ser la huelga general, tiene que ser el Congreso Obrero el que defina los cambios que Chile reclama y necesita.