Catástrofe política para Uribe.

“Una derrota demoledora”. Así calificó la prensa el estrepitoso fracaso del presidente derechista colombiano Alvaro Uribe en el referéndum realizado el sábado 25 de octubre.


El referéndum ponía a votación el congelamiento de los salarios de los empleados públicos y las jubilaciones, la amnistía para los paramilitares y el reforzamiento del bipartidismo (mediante la reducción del número de parlamentarios). Para su aprobación, el referéndum requería la mayoría de una concurrencia no inferior al 25% del electorado. Es decir que Uribe sólo necesitaba para ganar el voto favorable del 12,6% de los electores. Pero el 80% de los electores repudió el referéndum convocado por un presidente que decía contar con el respaldo del 70% de la población… y que venía impulsando ese plebiscito desde hacía más de un año.


La derrota de Uribe en el referéndum fue exacerbada por la derrota de los principales candidatos oficialistas en las elecciones municipales realizadas apenas un día después. En Bogotá triunfó el centroizquierdista Luis Garzón, ex dirigente de la principal central obrera, la CUT. El centroizquierda también ganó en el Valle de Cauca, en Medellín (segunda ciudad del país) y en Barrancabermeja (importante centro de la industria petrolera). El presidente que iba por la “dictadura civil” se verá obligado a “cohabitar” con el centroizquierda.


La derrota del derechista Uribe trasciende las fronteras colombianas, porque un fortalecimiento del régimen colombiano habría convertido a Colombia en una avanzada política y militar del imperialismo contra los movimientos populares en la región andina y, particularmente, contra Chávez. A la luz de los resultados electorales, es Uribe el que ha quedado “cercado” por la revolución boliviana, las huelgas en Perú, la resistencia de los trabajadores venezolanos, el repudio de los campesinos ecuatorianos a Gutiérrez (aliado de Uribe) y el rechazo del propio pueblo colombiano.