Cayó: Vayamos por lo nuestro

La caída del trotskismo de papel, deja planteadas dos cuestiones que podemos y debemos debatir.


La primera de ellas, la de la consigna, se trata de la oportunidad de reafirmar y explicar porqué planteamos el objetivo de la “dictadura del proletariado”, y porqué es esta consigna la divisoria de aguas entre las organizaciones consecuentemente revolucionarias, de un lado, y las que pasan al campo de la contrarrevolución, del otro.


Corresponde a todo partido revolucionario explicar que el único camino de la revolución, hacia una sociedad igualitaria, es el de un gobierno despótico de los trabajadores y explotados, contra los banqueros, contra los capitalistas, contra los grandes terratenientes, para poder dictar las tareas necesarias del período: Nacionalización sin pago de la banca, expropiación y control obrero de la industria, impuestos confiscatorios a las capas más enriquecidas, abolición del secreto bancario y comercial, control de cambios, control del comercio exterior, etc. (“El Programa de Transición”, León Trotsky)


El cambio a fondo, integral de la sociedad requiere del armamento general de los trabajadores y del desarme y disolución del ejército permanente (las fuerzas armadas) bancado e impulsado por el gran capital. La “democracia” es la trampa que impide al gobierno obrero impulsar estas medidas. La “democracia”, en nombre de la “libertad de opinión” y de los “derechos democráticos de los ciudadanos” impide aplastar a la burguesía, desarticular su Estado y disolver su ejército, y por ese motivo deja en pie la fundamental escena de una sociedad dividida en clases sociales que luchan permanentemente entre sí, y deja abierta la posibilidad de un triunfo de la reacción. Sólo la dictadura del proletariado, el triunfo del proletariado, pone fin a la guerra civil y abre paso a la sociedad sin clases, hacia la verdadera igualdad, sin explotadores ni explotados.


El segundo punto del debate es ni más ni menos, comprender en que consiste objetivamente este “cambio” de la LCR. Aunque son trotskistas de papel, no son de esta materia cuando asumen como ministros del Estado burgués o cuando hacen la “política real”. ¡Es exactamente lo que dice Ollivier cuando dice que, a pesar de que figuraba en los estatutos la consigna de “dictadura del proletariado” en la práctica había sido abandonada desde “hace muchos años”!


Esto nos hace preguntarnos ¿Era la LCR antes de su 15° Congreso una organización revolucionaria y después del mismo, contrarrevolucionaria? ¿Se dieron cuenta de que era mejor luchar por una “democracia sin límites” para mejor corresponder al programa trotskista? ¿Se trata de una “actualización” del programa de la 4° Internacional sobre sus mismas bases? No. Ni por sus objetivos, ni por su historia, ni por sus argumentaciones, ni por sus métodos se trata de un problema acotado a un único punto del programa. En el fondo, no tenemos con la LCR nada que discutir. La votación del 85 % de los delegados de la LCR confirma lo que el Partido Obrero venía denunciando desde “hace muchos años”: Que el Secretariado Unificado de la 4ta Internacional (SU) no levanta ni de lejos el programa ni la política de la 4° Internacional, que no está unificado (y que habría que ver si se trata de un secretariado), y que es un peso muerto para refundar la Cuarta.


¡¿El SU es “centrista”?! ¡Adónde están, compañeros, que metían al SU, con tortuosas argumentaciones, en la tarea histórica del momento: refundar el Partido Mundial de la Revolución Proletaria!


Se cayó el misterio, se cayó la careta. No se trata de un cambio argumental ni de una diferencia teórica (como pudo haberlo sido el enfrentamiento de Trotsky con la sección norteamericana de la 4ta Internacional en 1939) La LCR obra, como confesó Ollivier, por presiones de la opinión pública (el “eco mediático”) es decir que no hay “democracia sin límites”, hay, como caracterizan Matsas y Altamira (ver declaración del MRFCI) presión de las clases dominantes y hay capitulación ante la fantochada de la Unión Europea y ante la “democracia” como valor universal. Como si con gobiernos nacionales elegidos democráticamente, con gobierno de Europa elegido democráticamente, con la ONU elegida democráticamente, con un gobierno interplanetario elegido democráticamente (esto es, la democracia sin límites) se podría soslayar el carácter de clase del Estado burgués y su verdadera función que es oprimir a la mayoría explotada.


¿Y la izquierda democratizante? ¿Y la izquierda mundial que se reúne en el “Foro de San Pablo”, en el “Foro Social Europeo”, etc.? Es un fenómeno mundial de capitulación de la izquierda ante la “democracia” y de su cooptación al sistema político imperante. En esa capitulación hay una operación de confusión política deliberada. Porque, por ejemplo, qué tiene que ver el Che con Eva Perón (Patria Libre). Porqué se festejo el triunfo capitalista de Lula en Brasil (MST, etc.) Porqué plantean un “gobierno popular” con los capitalistas menores (PC-MST, PTP, PH, etc.) y porqué sin excepción (PTS, MST, FOS, PTP, MAS, etc.,etc.) dicen luchar por la “2da Independencia Nacional” entendida como la reconstitución del Estado Argentino sobre una base popular, cuando en realidad la 1° Independencia no fue “nacional” sino internacional (continental). Lo que sí fue “nacional” fue el Estado surgido de la mayor derrota nacional (dialéctica pura) de la historia argentina: la batalla de Pavón de 1861, donde las tropas porteñas, sostenidas por la oligarquía de Bs. As. derrotan a las tropas unidas de todas las otras provincias del país, que se había unido en la Confederación Argentina. No están por la dictadura proletaria, definitivamente.


 


Altamira vs. Lowy


Como una nota dentro de la nota, quería terminar señalando el colosal acierto de Altamira, y la colosal derrota teórica de Mickel Lowy (dirigente de la LCR).


El desafío parte de un debate realizado en San Pablo en 1988, que recoge el libro “Teoría Marxista y Estrategia Política” (Ediciones Rumbos). En el mismo, Lowy comienza con toda una perorata sobre la vitalidad y vigencia de la 4ta Internacional, mencionando que en un informe un general del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas brasileñas, habla de la peligrosa presencia en Brasil de numerosas OS (organizaciones subversivas) de la 4° internacional que, según el informe, a diferencia de las organizaciones de la 3° Internacional, éstas siguen “una estrategia directa para alcanzar la dictadura del proletariado” Altamira, luego de un extenso analisis de la historia y de la crisis de la 4° Internacional, donde demuestra que detrás del nombre de “trotskista” se esconden toda clase de partidos y personajes que nada tienen que ver con el programa de la 4° Internacional, y que son un obstáculo para su reconstrucción, le rebate: “Cabe decir, sin ironía (toda mi intervención se dirige a discutir de una manera respetuosa las diversas posiciones políticas) que el citado general que atribuye a sectores de la Cuarta Internacional la intención de instaurar la dictadura del proletariado está mal informado, y no sería la primera vez que los servicios de inteligencia del Estado burgués estén mal informados.”


15 años después, Lowy y los suyos confirman de la manera más categórica, como una confesión histórica, la acusación de Altamira y del Partido Obrero, verdadera muestra de la vitalidad y vigencia de la 4ta Internacional.


El momento político para refundar la 4ta no podía ser mejor.