Chau Major: ¿Chau Chirac?

Con la convocatoria anticipada a elecciones parlamentarias, el presidente francés Jacques Chirac oficializó la grave crisis política de su gobierno.


Esta crisis es la consecuencia del agravamiento de la crisis económica y, por sobre todo, del llamado ‘malhumor social’ —expresado en las numerosas luchas que, con sus alzas y sus bajas, han venido desarrollando los trabajadores franceses en los últimos dos años, desde la gran lucha contra el ‘plan Juppé’ de destrucción de la seguridad social (diciembre de 1995) hasta la reciente huelga de los médicos residentes, pasando por la victoria de la huelga de los camioneros de diciembre de 1996.


La ‘cuestión europea’, es decir, de la unificación monetaria que entrará en vigencia en 1999, es apenas un detonante. Para un sector, minoritario pero significativo, de la burguesía francesa, la unificación monetaria agravará las consecuencias negativas que ya ha ocasionado la atadura del franco al marco alemán, es decir, la sobrevaluación del franco y la necesidad de mantener altas tasas de interés. Pero como las elecciones anticipadas “pueden tener un efecto decisivo en el futuro diseño de Europa como una unidad” (Financial Times, 23/4), lo que la crisis francesa plantea es nada menos que la crisis de la principal estrategia del imperialismo mundial para Europa. O sea la ‘integración’ al capitalismo de los ex estados obreros.


No es esto, sin embargo, lo único que le da una ‘dimensión europea’ a las elecciones francesas. Una derrota de Chirac ocurrirá inmediatamente después de la derrota electoral de los conservadores británicos el próximo jueves 1º.


¿Por qué un gobierno que cuenta con una holgada mayoría parlamentaria de 464 bancas (sobre 577) se ve obligado a convocar a una “arriesgada” (Financial Times, 24/3) elección anticipada?


Las encuestas más favorables al gobierno estiman que perderá alrededor de 160 bancas; las desfavorables pronostican que perdería la mayoría a manos de un ‘bloque de izquierdas’ conformado por el PS, el PC y los ecologistas.


Lo que ha llevado al gobierno derechista a convocar las elecciones anticipadas es su convicción de que el tiempo juega en su contra: “cuanto mayor sea la demora, mayores serán las pérdidas” (Financial Times, 23/4). Ante la certeza de una derrota humillante si las elecciones se realizaran, como estaba previsto, en marzo de 1998, Chirac, cuyo cargo de presidente no se pone en disputa, ha preferido correr el riesgo de una derrota “que puede dejar su autoridad en ruinas” (ídem). A esta elección de emergencia del ‘mal menor’ se reduce la ‘astucia’ de la convocatoria anticipada a las elecciones.


Chirac está convencido de que sería derrotado en marzo, porque para entonces ya se conocerían los resultados de las investigaciones judiciales que involucran en varias estafas a importantes ministros del gabinete del primer ministro Juppé y a algunos destacados asesores presidenciales.


Por sobre todo, sin embargo, por la expectativa de un mayor deterioro económico. Los propios organismos gubernamentales prevén un déficit fiscal de 3,8% para el año en curso y del 4,5% para el próximo. El Tratado de Maastricht establece que para que un país se integre a la moneda única europea su déficit fiscal no debe superar el 3% del PBI, algo que para Francia parece inalcanzable.


El crecimiento del déficit fiscal —a pesar de todas las medidas de ‘austeridad’ gubernamentales— obedece al pronunciado estancamiento productivo francés. En el primer bimestre de este año, se ha producido “una inesperada declinación de la producción” (International Herald Tribune, 29/3). En este cuadro, el débil “crecimiento francés está mucho más tirado por la demanda extranjera que por la demanda interior” (Le Monde, 17/4). En algunas ramas, como la automotriz, el retroceso es fantástico: en el primer trimestre de este año, las ventas de automóviles en Francia cayeron ¡un 26%!, llegando a “un nivel apenas superior al del primer trimestre de 1993, el año negro de las automotrices francesas” (Le Monde, 3/4); en cuanto a las ventas en Europa, tanto Renault como Peugeot-Citroen están en retroceso frente a sus competidores. Como consecuencia del retroceso industrial y de la sobreproducción, los beneficios de los pulpos automotrices franceses se han derrumbado; en cuanto a las restantes ramas, “los primeros veinticinco grupos han obtenido beneficios inesperados (en 1996), cinco veces más importantes que en 1995” (Le Monde, 19/4) pero en muchos casos como consecuencia de la venta extraordinaria de activos o argucias contables.


La desocupación es del 13%, la que deberá aumentar como consecuencia de los despidos anunciados en Renault (3.000 por año, hasta el 2002) y en otras plantas y de la política de ‘fusiones’ entre las grandes empresas. La alta desocupación y las medidas oficiales que recortan los gastos de salud, de educación pública y de la seguridad social han provocado la exasperación y la movilización de los trabajadores. Como reconoce el corresponsal del The New York Times (8/4), “la gente sale a la calle ‘en contra’ (de la privatización, del plan de seguridad social, de los cierres de las plantas, los despidos) de los sacrificios que se reclaman en nombre de la reforma económica… (que) ya no se toleran”.


El agravamiento de la crisis económica deberá acrecentar las ya “agudas divisiones” (Financial Times, 24/3) que separan a la burguesía francesa respecto a la ‘cuestión europea’. No hace mucho, el ex presidente Giscard propuso romper el ‘lazo’ que une al franco con el marco alemán, y Phillipe Seguin, presidente del Parlamento, reclamó “corregir la sobrevaluación del franco … (que) deberá ser establecida en una negociación con Alemania o impuesta mediante una crisis” (Le Monde, 5/11). En este sentido, el adelantamiento de las elecciones es un golpe preventivo contra los todavía minoritarios ‘euroescépticos’ franceses.


Pero si la resistencia popular le impide aplicar estas medidas a un gobierno que cuenta con el respaldo del 80% del parlamento, ¿cómo podría hacerlo un gobierno que contara con una mayoría mucho más estrecha como la que, con suerte, espera lograr Chirac en las próximas elecciones?


PC-PS con la ‘Europa del capital’


La anticipación de las elecciones parlamentarias puso otra vez sobre el tapete, la ‘nueva’ “unión de izquierda”. Según Le Monde (23/4), la ‘cumbre’ que se aprestan a sostener las direcciones del PC y del PS “presenta los mejores auspicios” de alumbrar un acuerdo.


Según varias encuestas, si las elecciones se realizaran hoy, un bloque PS-PC, junto con otras formaciones menores como los ‘verdes’, obtendría la mayoría y obligaría a una ‘cohabitación’ entre un presidente derechista y un gabinete ‘de izquierdas’.


La ‘nueva unión de izquierda’ propone “rediscutir el Tratado de Maastricht”. Lionel Jospin, principal dirigente del PS, señaló que “nosotros abriríamos la discusión con nuestros socios para saber en qué condiciones haremos la moneda única”; el PC, por su parte, respalda “la evolución positiva” de Jospin en la cuestión europea y reclama “rediscutir los compromisos europeos de Francia”. En el mismo sentido se pronuncian otras formaciones menores, como los ecologistas o los partidarios del ex ministro socialista Chevenement. Así, mientras en las elecciones británicas, los laboristas aparecen como los ‘pro-europeos’ y los conservadores como los ‘euroescépticos’, en Francia ocurre lo contrario.


La oposición de la izquierda francesa a la ‘unidad europea’, es nada más que ilusoria: el PS fue, desde siempre, el principal impulsor de la moneda única y el propio Jospin era presentado —en 1995, cuando compitió por la presidencia— como más ‘europeísta’ que Chirac.


La izquierda francesa no plantea la ‘unidad socialista de Europa’ sino que defiende la ‘Europa del Capital’, que ha provocado un colosal retroceso social en todo el continente.


Las limitaciones de la ‘nueva unión de izquierda’, sin embargo, no se restringen apenas a la ‘cuestión europea’. Como ya lo hemos denunciado en Prensa Obrera (n° 529, 6/3), el PS y el PC apoyan la política derechista de persecusión y represión contra los inmigrantes. Esto se puso en evidencia en el pasado mes de marzo cuando ambos partidos rechazaron participar en las enormes manifestaciones que tuvieron lugar contra la llamada ‘ley Debré’ (que establece una serie de graves restricciones a la libertad de los inmigrantes).


“Se cae el gobierno francés” (Prensa Obrera, n° 522, 5/12/96)


En ocasión de la victoriosa huelga de los camioneros de diciembre de 1996, Prensa Obrera publicó una caracterización política de la situación francesa, que el llamado a elecciones anticipadas ha venido a confirmar.


Como lo señala la prensa internacional, la ‘sorpresiva’ medida obedece a los mismos motivos que anticipábamos en aquel comentario: “el clima de resistencia social”(editorial de la agencia EFE, reproducida en La Voz del Interior, 22/4) y a la ‘cuestión europea’.


En diciembre, cinco meses antes de que la convocatoria electoral oficializara la crisis política francesa, Prensa Obrera señalaba que “Francia se enfrenta a una crisis política de fondo. Las movilizaciones obreras … son uno de los factores que han llevado al gobierno a una crisis mortal … El otro motor fundamental es la crisis de la economía … La impasse del gobierno frente a la crisis económica se explica por la fractura de la gran burguesía francesa. Sucede que un amplio sector comienza a criticar la política del ‘franco fuerte’, es decir la atadura del franco al marco alemán …” (Prensa Obrera, n° 522, 5/12/96).


Le Monde (23/4) dice que Chirac comenzó a planificar el adelantamiento de las elecciones en enero de este año, es decir, pocas semanas después de su derrota a manos de la huelga de los camioneros.


Precisamente.