Chávez en Venezuela

La dirigencia bolivariana de Venezuela está haciendo más grave una situación de por sí difícil. Hugo Chávez ha sido remitido al Hospital Militar de Caracas, pero sigue sin conocerse nada de su estado de salud. Se ignora si el regreso obedece a que el presidente ha recuperado las condiciones para ejercer el gobierno, si es para permanecer internado por un tiempo indefinido o si simplemente no puede morir en otro lugar que en su propio país. El ocultamiento de la condición de salud de Chávez no encuentra otra explicación que el impasse acerca del rumbo político que impone cada una de esas alternativas. La oposición hace circular la especie de que el Tribunal Supremo le tomaría juramento en su lecho de enfermo, sin que medie una transmisión televisiva. Este procedimiento no resolvería ningún problema, sólo buscaría cubrir con un manto de legalidad al directorio que ejerce el gobierno en las circunstancias actuales. El sigilo con que la cúpula chavista tramita la condición de su jefe funciona como una conspiración contra las masas bolivarianas, que son privadas de los elementos que le permitirían deliberar sobre lo que debe ser hecho. No es un acto de protección frente a la derecha o a los Estados imperialistas, que tienen los medios para hacerse un cuadro más o menos aproximado de la situación real.


El debilitamiento político del gobierno de Venezuela, como consecuencia de la condición de salud de Chávez, ha acentuado el ostracismo de la oposición de derecha -lo que debería resultar paradójico. Ni siquiera ayuda a remediar este marginamiento la mega devaluación de la moneda y el aumento de la desorganización económica. Ocurre, simplemente, que los derechistas no tienen unidad de programa ni de intereses. El ala más ‘extrema’ continúa despotricando contra los planes sociales y el derroche de los recursos petroleros -o sea que está en línea con la privatización e internacionalización de PDVSA. Bajo la influencia del uribismo colombiano y del ‘tea party’ norteamericano, trabaja para desbaratar las negociaciones de paz con las Farc. Capriles, el ex candidato a presidente por la oposición unificada, se afana por tender un puente a los planes sociales vigentes e incluso parece apoyar la gestión del gobierno de Colombia. La propaganda oficialista, de todos modos, ataca a los opositores sin distinciones sutiles, incluso porque podría considerar más peligrosos a los conciliadores que a los ‘extremos’. Los conciliadores, por su lado, se aferran a la tesis de que Diosdado Cabello, un general que ocupa la presidencia de la Asamblea Nacional, representaría a una tendencia chavista que quiere poner distancia con Cuba, a diferencia de la que encabeza el vicepresidente, Nicolás Maduro. La jura de Chávez en el hospital sería un refuerzo para Maduro.


La megadevaluación del bolívar fuerte ha puesto de manifiesto una vulnerabilidad colosal de la economía chavista. Con un precio del petróleo por las nubes, Venezuela ha contraído, sin embargo, una deuda externa enorme, que ni siquiera puede justificarse por la necesidad de inversiones de PDVSA (deuda de características ficticias, que el kirchnerismo pareciera querer tomar como ejemplo). Es que el país  ha financiado las importaciones, a cargo del sector privado, con la emisión de títulos dolarizados, que se compran en moneda nacional y se cancelan en dólares a su vencimiento. Los importadores revenden los bonos en Nueva York, a un tipo de cambio cercano al paralelo, y usan los bonos para introducir mercancías en Venezuela a precios imbatibles. La economía ‘nacional y popular’ ha llenado los bolsillos de los especuladores, que se reparten entre boliburgueses y escuálidos, como nunca. Una de las medidas principales que acaba de tomar el gobierno ha sido derogar este sistema, que ha servido para ordeñar a las finanzas venezolanas por más de un lustro. Pero todavía les queda encontrar un sustituto a esta perversidad.


La crisis mundial en curso se distingue de la del ’30, en lo que hace a América Latina, en que, en lugar de arruinar su economía rentista, la ha potenciado. Esto tiene que ver con la demanda de China. El desarrollo de la crisis industrial, en especial en Europa, revertirá oportunamente esta situación. La acentuación del rentismo minero o agrario ha golpeado la industrialización; el caso más grave quizá sea el de Ecuador, cuya moneda es el dólar. El área de países bolivarianos no ha visto otra salida que orientar los beneficios rentistas hacia programas sociales de contención política, en especial allí donde se manifestaron irrupciones revolucionarias (Bolivia, Ecuador y Venezuela, pero también en Argentina). Venezuela enfrenta el agotamiento de este ‘modelo’, pero lo mismo ocurre en toda América Latina, bolivariana o no.


El gobierno de Venezuela debe dar a conocer los partes médicos acerca de la salud de Chávez. Este conocimiento impulsará una deliberación política entre las masas populares, la única salida verdadera.