Chile: huelgas y luchas mineras

Más de mil mineros de La Lota marcharon hacia Santiago para reclamar un aumento sustancial de las indemnizaciones por el cierre de la mina y la garantía de servicios sociales básicos. El gobierno acaba de anunciar el cierre definitivo de esta mina ubicada en el sur del país.


Los mineros pretendían instalar una ‘carpa’ frente a La Moneda para propagandizar su protesta, pero fueron violentamente reprimidos. A los gases y los cañones de agua, los mineros opusieron las honderas y las piedras. Después de una hora y media de combate callejero, que se extendió a varias cuadras a la redonda, los trabajadores lograron romper el cerco policial. Así, sus dirigentes pudieron llegar a la presidencia para presentar sus reclamos.


El cierre de esta mina carbonífera es una verdadera condena a muerte para el pueblo de La Lota, ya que era la única actividad significativa en una zona que se caracteriza por su altísimo nivel de pobreza y desempleo. El cierre de la mina duplicará la desocupación en un pueblo que ya tiene un desempleo del 20%. El gobierno justifica el cierre con el argumento de que la explotación de la mina es ‘antieconómica’ y que mantenerla abierta insumiría cuantiosos subsidios. Este ‘argumento’, claro, no se utiliza cuando de subsidiar a los capitalistas y a los dueños de las minas se trata …


La movilización a Santiago estuvo precedida por un año de grandes movilizaciones, que incluyó una huelga de 66 días.


Al mismo tiempo, la huelga de los mineros de La Escondida, en el otro extremo del país, entraba en su segunda semana. Se trata de la mayor mina de cobre del mundo y sus trabajadores reclaman un aumento salarial del 5%. Al mismo tiempo, los mineros de Quebrada Blanca, también en el norte chileno, amenazan con salir a la huelga. Quebrada Blanca produce cobre de máxima pureza. Sus trabajadores reclaman un aumento salarial del 18%; la oferta patronal no llega al 1%.


Tanto en La Escondida como en Quebrada Blanca, detrás de los reclamos salariales están los de las condiciones de trabajo. Las minas están situadas a 4.000 metros de altura en el desierto de Atacama, el más seco del mundo. La combinación de altura y falta de humedad afecta seriamente la salud de los trabajadores, que sufren permanentes dolores de cabeza y hemorragias nasales. La altura reduce el apetito y hace difícil descansar adecuadamente, por lo que los trabajadores de las minas se sienten constantemente agotados. En el interior de las minas, de por sí cargado de polvillo, se pulveriza ácido sulfúrico sobre las rocas, lo que provoca numerosísimas enfermedades pulmonares y digestivas. Todo esto, denuncia el sindicato, produce una elevada rotación de los trabajadores, que se ven obligados a abandonar el empleo por cuestiones de salud, sin recibir ninguna compensación por el daño físico que sufren.