De manera ininterrumpida, colina tras colina, Israel continúa extendiendo sus asentamientos en Cisjordania. Por un lado, agranda las colonias ya existentes; por otro, tolera la instalación de “colonias salvajes” (no autorizadas) que con el paso del tiempo se convierten en “legales”. En estos momentos, según denuncia la organización israelí “Paz Ahora”, existen 3.000 nuevas construcciones en curso (Le Monde, 26/2). Mientras la población de origen judío en Israel decrece (ynet.com, 25/9/06), la población de las colonias aumentó un 6% en 2006.

 

“Los asentamientos crecen y crecen sin parar y están penetrando profundamente en la Cisjordania”, denuncia “Paz Ahora” (Reuters, 21/2).

 

Por esta vía, el Estado sionista pretende extender el “Gran Jerusalén”, mientras los palestinos son sistemáticamente expulsados de la ciudad y sus viviendas son destruidas. El objetivo es establecer un continuo urbano que rodee Jerusalén por el norte y el sur penetrando profundamente en los territorios ocupados y que “corte prácticamente en dos la Cisjordania” (Le Monde, 26/2). Junto con los asentamientos, llega la red de carreteras que los comunica entre sí (y que se encuentra reservada exclusivamente a los israelíes), los puestos de control caminero y los destacamentos de la policía y el ejército.

 

“Es evidente que el gobierno (israelí) se basa en una política de limpieza étnica”, denunció Meir Margalit, del “Comité Israelí contra la demolición de casas (palestinas)”. Es así desde 1948.