Seis militares fueron condenados por el asesinato de Edwin Legarda Vásquez, esposo de la reconocida líder indígena Aída Quilcué.

Los uniformados habrían descargado 15 disparos de fusil contra el vehículo, en el cual Edwin Legarda se dirigía a buscar a su esposa en diciembre de 2008, pensando que en éste se encontraba Aída. El objetivo, entonces, habría sido acabar con la vida de una de las luchadoras más importantes, no sólo del movimiento indígena sino del movimiento popular en Colombia, que venía de protagonizar una gigantesca movilización de varias comunidades del interior hacia Bogotá, exigiendo al gobierno narco-paramilitar de Alvaro Uribe un pliego concreto de reivindicaciones -entre las cuales estaban la redistribución de la tierra, el respeto a los derechos humanos y castigo a los criminales, y el rechazo al TLC.

En un país donde el desplazamiento forzado, las masacres y la violación generalizada de los derechos humanos son moneda corriente, se debe considerar esta condena como un gran logro.