COLOMBIA

El fracaso de otro Fujimori

Desautorizando a todas las encuestadoras que habían vaticinado un final cabeza a cabeza entre el candidato oficialista (Juan Manuel Santos) y el matemático-filósofo del Partido Verde (Antanas Mockus), el delfín del actual presidente Uribe arrasó en las elecciones (46,7 a 21,4%). La elección de Santos superó en casi dos millones de votos el número que había obtenido Uribe en las elecciones de 2002. La victoria del arco político oficialista puede considerarse aún mayor si se considera la excelente elección (10,2%, tampoco vaticinada por las encuestadoras) del partido Cambio Radical, una escisión derechista del partido de gobierno cuyos votantes apoyarán mayoritariamente a Santos en la segunda vuelta 20 de junio.

Un dato clave de la elección, tampoco previsto por las encuestadoras, fue el nivel de abstención (50,9%). Un hecho demoledor para Antanas. Contra todos los vaticinios previos, Antanas sólo le ganó a Santos en dos capitales de departamento en las que contaba con el apoyo de un ex gobernador. El candidato Verde fue demoliendo las propias ilusiones creadas en torno suyo, sacando a luz su carácter rabiosamente derechista.

Antanas ganó notoriedad planteando la “legalidad democrática”, la lucha contra la guerrilla “en el marco de la Constitución” y la denuncia de “excesos”, como las masacres de los paramilitares o la ejecución de los “falsos positivos”, los civiles ejecutados por los militares y presentados como muertos en combate para poder hacerse acreedores a un premio en dinero. Se propuso como el hombre capaz de hacerse cargo de la “institucionalización” de los paramilitares (las llamadas Autodefensas controlan una parte del país, se apoderan de las tierras abandonadas por la guerra civil y nominan sus propios candidatos). Por esta razón, Antanas tuvo el guiño de se ctores del imperialismo –“Mockus sería perfecto para Estados Unidos… es el Obama colombiano” frente a un legado “deplorable en derechos humanos” de Uribe (Tokatlian, El Cronista, 27/5).

Antanas, además, se diferenció con el planteo de las relaciones con Venezuela. En el tramo final de la campaña, Antanas fue retrocediendo de estas posiciones frente a los golpes de su contendiente. El candidato de la “transparencia” terminó siendo una mala copia del candidato del oficialismo. En definitiva, como lo expresó la diplomacia norteamericana antes de la elección: “Cualquiera sea el ganador, hay un escenario de certidumbre para los temas centrales de la relación bilateral” (La Nación, 31/5).