Comienza la Revolución en la ex Yugoslavia

Desde hace más de diez días, tienen lugar manifestaciones ‘monstruo’ en las principales ciudades de Serbia con una consigna única: que renuncie Milosevic.


Día tras día, masas crecientes de manifestantes marchan por el centro de Belgrado, la capital serbia, y otras grandes ciudades. Al principio, salieron a la calle pocas decenas de miles de estudiantes universitarios; apenas diez días después, los manifestantes superan los doscientos mil y su número va en constante aumento. En Belgrado, los manifestantes son, en su mayoría, de clase media (estudiantes, docentes, empleados, médicos, profesionales), pero en algunas de las principales ciudades industriales —como Kragujevac o Nis, otrora bastiones de Milosevic—, “un gran número de trabajadores se han unido a las marchas” (The Guardian, 1/12).


Las manifestaciones comenzaron al conocerse la anulación de las elecciones municipales, en las que la oposición unificada —que incluye a nacionalistas, ‘liberales’ y, según The Washington Post, 29/11), “nostálgicos de la Yugoslavia Comunista”— se impuso al partido de Milosevic en 15 de las 17 principales ciudades serbias, incluida la capital Belgrado. Después de anular las elecciones, Milosevic organizó nuevos comicios —boicoteados por la oposición— en los que participó, apenas, el 20% del padrón …


En las marchas no sólo se expresa el odio por el fraude sino también por el fabuloso enriquecimiento de los burócratas ‘reconvertidos’ en capitalistas y banqueros, mientras el pueblo se hunde en la miseria.


Milosevic, sin embargo, no es el único que está, al decir de Le Monde (28/11), “fuera de la ley” en los Balcanes. Franjo Tudjman, el ‘patrón’ de Croacia, también desconoció los resultados de las elecciones municipales de 1995, en las que —como Milosevic— sufrió una espantosa derrota. Tudjman se ha pasado todo este año recurriendo a ‘chicanas’ judiciales y a una presión brutal sobre la prensa y los partidos de oposición para impedir que, finalmente, la oposición acceda a la intendencia de Zagreb —capital croata— y de otras ciudades. Tudjman, ciertamente, no las tiene todas consigo: mientras se desarrollan las marchas en la vecina Serbia, en Croacia ha comenzado una huelga general ferroviaria por aumentos de salarios y el pago de horas extras.


¿Comienza la revolución?


Las manifestaciones de Belgrado y las otras grandes ciudades serbias “pueden ser el inicio de la revolución que los autócratas serbios han intentado posponer por mucho tiempo” (The Wall Street Journal, 27/11).


Frente a lo que puede ser el inicio de una revolución, el gobierno no ha reprimido las manifestaciones, por el temor a que la protesta se extienda aún más, incluyendo de una manera decisiva a los trabajadores industriales … es decir, el mismo ‘temor’ que embargó a la burocracia de Alemania Oriental cuando comenzaron las manifestaciones en 1989. Ya conocemos el final …


¿Ha comenzado una revolución en Serbia? Por lo pronto, la caracterización del diario norteamericano ilustra la profundidad del movimiento que se ha desencadenado. Uno de los dirigentes de la oposición, sin embargo, sostiene que “tendríamos una revolución si los sindicatos independientes pudieran persuadir a los trabajadores de ir a la huelga” (The Guardian 1/12). Aunque los trabajadores fabriles están sometidos a una estrecha vigilancia policíaca para impedir que se sumen al movimiento, la oposición ha convocado a una huelga general para esta semana.


¿Caerá Milosevic? Huérfano de cualquier apoyo popular, el dictador serbio cuenta con el sólido respaldo de las fuerzas armadas … aunque, como dice El Cronista (2/12), “Milosevic no puede dejar de recordar la sangrienta revuelta, algunos años atrás en Rumania, contra Ceaucescu y su esposa, fusilados por los mismos hombres del régimen … ”.


En verdad, el mayor sustento con el que cuenta Milosevic —y también Tudjman— es el imperialismo, como bien lo confima The New York Times (29/11): en un editorial referido a las manifestaciones, señala que “el líder serbio sigue siendo un necesario socio diplomático”. La recomendación del editorialista —que “los países occidentales no deberían abrazarse a él tan estrechamente”— desnuda la política real del imperialismo. En la misma dirección, The Washington Post (29/11) recomienda ‘guardar un poco las formas’ para evitar “el enojo de la oposición por el apoyo occidental a sus opresores”.


Todo esto ilustra exactamente la política imperialista en los Balcanes: el fortalecimiento de los regímenes reaccionarios y genocidas de Tudjman y Milosevic, a los que exige que jueguen el papel de gendarmes de los Balcanes. Además, si se recuerda que los totalitarios Tudjman y Milosevic —y el imperialismo que los sostiene— son los garantes de los acuerdos de Dayton sobre Bosnia, se tendrá una idea exacta de los alcances de la ‘pacificación’ y la ‘democratización’ que, se dice, se habrían establecido en esos acuerdos.


Todo esto explica que “las manifestaciones en Croacia y especialmente en Serbia señalan una profunda falla en el corazón de la política occidental” (The Washington Post, 27/11). La “revolución” que ha comenzado en los Balcanes contra la burocracia restauracionista no puede dejar de ser, al mismo tiempo, un levantamiento contra el imperialismo.