Cómo conseguir el canje humanitario y el cese de la violencia en Colombia


Las manifestaciones orquestadas por el gobierno de Uribe "contra las FARC" tuvieron el propósito ostensible de rechazar la política del "intercambio humanitario". En lugar del canje de los secuestrados por las FARC y los guerrilleros encarcelados por el gobierno, Uribe vuelve a apuntar a la liberación militar de los primeros. Toda la propaganda oficialista, en Colombia, está enderezada a demostrar que las FARC están en descomposición y que es posible una victoria militar que apuraría la ‘pacificación' del país. No debe sorprender que esas manifestaciones fueran rechazadas por los familiares de los secuestrados y que fueran vistas con recelo incluso por gobiernos aliados de Uribe. Según algunas informaciones, la mediación de los agentes enviados por los gobiernos de Francia, España y Suiza ante las FARC habría fracasado en hacer avanzar un canje humanitario. Las FARC estarían dejando esa tarea o responsabilidad en las exclusivas manos de Chávez. Pero esto tampoco avanza, como lo demuestran las promesas de nuevas liberaciones unilaterales por parte de la guerrilla.


Chávez reflotó la demanda de que las FARC fueran consideradas una "fuerza beligerante" y no "terrorista" cuando observó que Uribe estaba absolutamente decidido a impedir que cualquier ‘canje' sirviera de pretexto para forzarlo a iniciar discusiones de ‘pacificación nacional' con las FARC. Incluso cuando acepta el "canje humanitario", Uribe no oculta que más allá de esto pretende la liquidación de las FARC. A diferencia de lo que ocurrió en Centroamérica en los '80, Uribe no quiere ‘reintegrar' a las FARC como tales al ‘sistema democrático'. La calificación de las FARC como "organización terrorista" no ha sido obstáculo, sin embargo, para los gobiernos de Europa, e incluso el de Estados Unidos, que negocian con la guerrilla a través de emisarios o-fi-cia-les, o sea que las tratan como una "organización beligerante". Entablar una discusión semántica no engaña a ninguno de los protagonistas, pero sí desvía la atención del pueblo hacia un tema secundario y hacia una disputa en el plano diplomático. Lo que importa sí es forzar a Uribe al "canje humanitario" por medio de una lucha popular, porque de ella emergería un cuadro político que sería más favorable para un desarrollo de las reivindicaciones obreras y campesinas y de su organización. Las FARC no representan hoy ninguna alternativa política para los explotados.


Es meridianamente claro que el planteo de Chávez en favor de negociaciones de paz con las FARC procura ampliar la influencia de la corriente bolivariana en el continente (que ha perdido mucho aliento) y hacer retroceder a Uribe, que representa al Estado del narcotráfico, pero también apunta a rescatar a las FARC de una situación insostenible. Téngase en cuenta que la principal razón para los secuestros de las FARC es que les sirven a éstas como escudos humanos contra los asaltos de las fuerzas armadas. Es muy probable, además, que la dirección de las FARC se encuentre dividida acerca del camino a seguir, o sea que hay quienes pretenden seguir otros sesenta años más con una guerrilla que está aislada. Es imposible arrancar un canje humanitario desde la defensa política de las FARC y desde sus contradicciones internas. En oposición a un eventual arreglo entre aparatos es necesario que haya una discusión pública nacional, abierta a participantes múltiples para el cese de la violencia. El canje humanitario y el cese de las operaciones de las fuerzas armadas de Colombia deben ser levantadas desde una posición independiente, porque los verdaderamente interesados, tanto en el canje como el cese de la violencia, son los obreros y los campesinos. El cese de la violencia significa concretamente, en lo inmediato, el cese de todas las operaciones de las fuerzas armadas colombianas. Al mismo tiempo significa iniciar una campaña nacional para la cancelación de la compra de decenas de aviones de combate a Israel, que acaba de contratar el Ministerio de Defensa de Colombia. Contra lo que dice la maquinaria mediática del imperialismo, Colombia posee una considerable superioridad militar sobre Venezuela.


Está planteada una movilización popular, en Colombia y en América Latina, para que se proceda a la negociación pública y abierta del canje humanitario y al cese de la violencia, en primer lugar de las operaciones militares del Estado narcotraficante.