Con Venezuela contra Exxon


El pulpo petrolero Exxon lanzó una acción que equivale a un bloqueo contra Venezuela: obtuvo de tres cortes judiciales (una inglesa y dos holandesas) una orden que congela activos de la venezolana PDVSA por 12.000 millones de dólares. Aunque la ejecución del fallo debe esperar que se tramite el recurso de amparo presentado por Venezuela, la desproporción salta a la vista cuando se lo compara con los montos en disputa entre Exxon y PDVSA: unos ochocientos millones de dólares. La orden judicial ha provocado una caída en los títulos de deuda de PDVSA y un acortamiento en los plazos y montos para obtener financiamiento internacional. El litigio estalló cuando Exxon no aceptó los montos indemnizatorios que estableció Venezuela para obtener la mayoría en las operaciones conjuntas que realizaban en la cuenca del Orinoco. A pesar de los altos precios del petróleo, PDVSA no nada en liquidez, esto porque invierte en programas sociales e incluso ha establecido filiales para subsanar el desabastecimiento de alimentos, porque necesita realizar fuertes inversiones en la propia industria y porque tiene una fuerte corrupción. La deuda de PDVSA pasó de tres mil a dieciséis mil millones de dólares en tres años, cuando también ha procedido a vender diversas refinerías en el exterior del país.


Exxon es la única empresa internacional que no aceptó la reconversión de contratos impulsada por Chávez, lo que demuestra que éstos dejaban un amplio margen de beneficios, especialmente para el futuro, cuando se deban realizar las inversiones tecnológicas más complejas. Exxon tiene además un proceso de arbitraje en el CIADI, que Venezuela ha aceptado, lo que significa que los recursos judiciales que entabló son improcedentes – es decir que tienen una finalidad extra-económica, salvo que su intención haya sido provocar un alza en los precios del petróleo, que efectivamente aumentaron cerca de un diez por ciento como consecuencia de los fallos (de 88 a 96 dólares el barril).


La intención de Exxon aún deberá ser esclarecida, pero intenta, en primer lugar, bloquear la venta de activos de PDVSA en el exterior y forzar a Venezuela a aceptar cualquier resolución que emane del CIADI, que será onerosa para Caracas. Esto la ayudaría a socavar los convenios de participación ya firmados por los otros pulpos, y en especial el litigio con Conoco-Phillips, que se encuentra en fase de "solución amigable"; seguramente pretende ahondar también las distancias que se han producido entre PDVSA y Petrobras. Exxon fue uno de los más fuertes impulsores de la invasión a Irak, para acaparar su petróleo. Ha estado metiendo presión a sus rivales en todo el mundo, con el fin último de neutralizar y finalmente revertir la creciente participación estatal en las rentas de la industria, siendo el ejemplo más reciente el intento de arrebatar a la italiana ENI la dirección operativa de los fabulosos yacimientos que ha sido pactada con el gobierno de Kazaskan.


Hugo Chávez ha amenazado con una reducción de las ventas de petróleo a Estados Unidos en caso de que prospere el congelamiento, pero no es claro que tenga una alternativa de recambio. Venezuela tiene que defender su participación en el mercado mundial, no menguarla. La amenaza tampoco luce útil para galvanizar un apoyo interno, porque da la impresión de que los problemas se le estarían yendo de las manos a Chávez. La agresión de Exxon es la oportunidad para una gran movilización internacional contra los pulpos petroleros con la consigna de la nacionalización – en función de sus desorbitadas ganancias y de su responsabilidad en las guerras. Este planteo podría ser muy útil en Estados Unidos, que pasa por una creciente discusión interna con motivo de la crisis bancaria y de las elecciones de 2009. La defensa económica de PDVSA, de cara a esta agresión, pasa por cesar el despilfarro interno y la corrupción, y por una orientación de conjunto a la empresa con vistas a la industrialización del país. Para esto es necesaria la gestión obrera de PDVSA, o sea la expulsión de los mandos capitalistas y burocráticos.