Congreso del PT, otro paso a la derecha

Los resultados políticos del reciente congreso del PT de Brasil, que tuvo lugar en Belo Horizonte con la presencia de 980 delegados, se inscriben en el curso derechista que es propio en la actualidad de toda la izquierda democratizante mundial. Votó la tesis que aboga, en cuanto estrategia, por una “revolución democrática”, o sea transformaciones dentro de los límites del Estado capitalista; votó la renegociación de la deuda externa, es decir la forma de seguir con su pago; rechazó la consigna de Fuera Cardoso, reclamada en todas las movilizaciones populares de Brasil; también rechazó la reestatización de las empresas privatizadas y votó a favor de auditarlas para comprobar si hubieron irregularidades; y votó ampliar sus alianzas político-electorales hacia la derecha. Para ilustrar que esta política se encuentra en marcha desde hace mucho tiempo, sin la necesidad de esperar la votación de un congreso, el reelegido presidente del partido, José Dirceu, informó que en los 400 municipios en los que el PT participa en el gobierno, solamente en 115 de ellos ocupa la intendencia (Gazeta Mercantil, 29/11).


Como lo señala un texto de un destacado representante de la oposición de izquierda, “ante la crisis brutal del capitalismo, el Congreso no elaboró una estrategia socialista y prefirió creer en la ‘inserción soberana’ en el actual orden mundial y en un programa reformista de centroizquierda. Frente al enorme desgaste del gobierno FHC y de las alternativas de la burguesía, el Congreso prefirió depositar sus esperanzas en el calendario electoral y en las alianzas amplias”. A partir de aquí, el autor de esta conclusión se pregunta: “¿Girará el PT más hacia la derecha? ¿Serviremos de escalera para la verdadera centroizquierda o de cortina involuntaria para el golpismo de derecha?” (Valter Pomar, de la ejecutiva del PT, 2/12, e-mail).


Las resoluciones del Congreso, sin embargo, no hacen avanzar un solo paso a la dirección del PT en el objetivo de transformarse en alternativa de gobierno fiable para la burguesía. La razón es que el capital reclama una política de destrucción del derecho laboral y de completa privatización del sistema previsional, no simplemente que le garanticen el capitalismo. También reclama una reforma tributaria que facilite el pago de la deuda externa y la salida y entrada de capitales, no simplemente que no se va a repudiar la deuda externa. Necesita reforzar las privatizaciones ya realizadas con una mayor ampliación del mercado interno de los servicios al capital extranjero, no apenas que se defienda la vigencia de los contratos firmados. La dirección reelecta del PT es perfectamente consciente de estas limitaciones, por eso juega con la alternativa de un frente que sea encabezado por un político de otro partido, para lo que se destaca la figura del ex gobernador de Ceará, Ciro Gomes. “El PT es un partido sin rumbo”, caracterizó el diputado petista Vladimir Palmeira (Folha de Sao Paulo, 29/11). Para remediar sus propias contradicciones, la dirección mayoritaria está confabulándose para que los candidatos a las elecciones sean determinados en elecciones primarias abiertas a toda la ciudadanía (ídem, 29/11), “una idea que necesita ser madurada”.


Pero, fundamentalmente, la desconfianza de la burguesía obedece a que el Congreso volvió a demostrar que en el PT existe una oposición realmente numerosa y establecida en las luchas populares que, aunque carece de planteos políticos consistentes, es combativa y belicosa. La dirección sólo consiguió obtener un congreso mayoritario (53% de los delegados) como consecuencia de una campaña de afiliaciones de último momento, que fue realizada a partir de las gobernaciones y de las posiciones municipales que controla, o sea que tienen un carácter clientelístico y prebendario. Ya dentro del Congreso hizo una alianza con una derecha capitalista recalcitrante y, a último momento, con la fracción del Secretariado Unificado en Brasil, la corriente Democracia Socialista. Es este cuadro partidario el que se encuentra lejos de representar una garantía más o menos firme para la burguesía. A corto plazo, el PT sólo podría llegar al gobierno encabezando una coalición, en el caso de una emergencia ante una gran crisis nacional. El tránsito pacífico y controlado al gobierno, a la europea, exige todavía muchos reajustes.


 


Socialismo las pelotas


La prensa hizo mucha alharaca con la posibilidad de que el PT abandonase la referencia al socialismo, con la expectativa de agregar ese hecho al arsenal de la lucha ideológica del imperialismo al nivel internacional. La versión, sin embargo, daba cuenta de la tendencia histórica real de la mayoría de la dirección. El congresal de la izquierda Milton Temer calificó a las declaraciones en tal sentido, por parte del diputado petista de la derecha, José Genoino, como “la punta de un iceberg” (Folha de Sao Paulo, 28/11). Pero la referencia programática del PT al socialismo es hoy puramente folclórica, no tiene ningún significado político o práctico cotidiano. En la década del ‘80, cuando fue introducida como planteo programático, expresaba una fuerte tendencia hacia la izquierda del conjunto del partido.


La cuestión del socialismo fue, sin embargo, hábilmente utilizada por la derecha para desnudar las contradicciones de la izquierda. José Dirceu desafió que con un programa socialista no se podría derrotar a Cardoso en una elección (25/11). “Los radicalizados –dijo– ganaron elecciones sin presentar programas socialistas. Apoyaron la candidatura de Lula, que no defendió un proyecto socialista. Lo que he dicho es descaradamente obvio”.


“Nadie en el PT , retrucó Pomar, según Folha de Sao Paulo (25/11), está proponiendo un programa socialista para el 2002. La polémica real es si el PT debe hablar de socialismo en la campaña”. “Se ha creado un falso debate político”, agregó. Milton Temer aclaró todavía más esta idea, al decir que “el‘pragmatismo electoral’ no puede dictar el comportamiento petista que, según él, debe continuar teniendo como su principal objetivo la implantación de un proyecto socialista en el país”.


La conclusión de este contrapunto es clara: tanto la derecha como la izquierda se oponen a la agitación de una plataforma de carácter socialista. Unos por convicción, otros cediendo al ‘pragmatismo electoral’, el tercero convirtiendo al socialismo en una perspectiva indefinida posterior al año 2002. Pero el socialismo es como dios: está en todas partes o no existe. Es cierto que el desarrollo del socialismo ocupa todo un proceso histórico, pero este proceso es socialista desde su punto de partida, la toma del poder por la clase obrera. Las reivindicaciones que pueden motorizar ese proceso deben estar presentes en todas las formas de agitación política y la participación electoral es una de ellas. El socialismo es la acción históricamente independiente de las masas, “su movimiento”, para la realización de esas reivindicaciones. La izquierda del PT dice que es “un deber hablar del socialismo en las campañas, levantar la bandera del socialismo en las tribunas, esto sería incluso bueno electoralmente; pero no proponer el ‘proyecto’ socialista” (Folha de Sao Paulo, 25/11). Esta disociación entre hablar y plantear es incompatible con el desarrollo de un movimiento obrero socialista; el socialismo tampoco es un ‘proyecto’ sino los resultados de un movimiento de clase independiente.


 


‘Trotskismo’


El apoyo de la fracción Democracia Socialista a las tesis del PT y su integración a las listas de la mayoría derechista constituye otra confirmación resonante del carácter contrarrevolucionario del llamado Secretariado Unificado de la IVª Internacional. El O Estado de Sao Paulo (26/11) calificó a este frente como “una unidad política nunca vista antes en el partido”. Con esta observación, el diario derechista acierta en señalar el camino para la completa domesticación del PT, o sea la cooptación de la izquierda. Pero esta cooptación se ha producido, antes que en el PT, en el plano del Estado, toda vez que la Democracia Socialista tiene varios ministros en el gobierno de Rio Grande do Sul y dirige la administración municipal de Porto Alegre, capital del estado.