Crece la agitación en China

Después de quince años de “reformas de mercado”, China está preñada de revolución.


La masacre de Tien An Men (1989) inauguró un ciclo especulativo que se ha agotado, como lo patentiza la persistente caída de las Bolsas de Hong Kong y Shangai, un 31% desde principios de año y un 65% desde su pico de febrero de 1993, respectivamente (Financial Times, 8/5/94).


Colapso


El endeudamiento generalizado ha puesto a las empresas estatales y privadas al borde de la quiebra: “Las reformas de China —advertía hace poco The New York Times (6/5/94)— pueden hundirse en un mar de deudas”. China registra una balanza comercial negativa y la devaluación ha sido del orden del 30%. Entre 1990 y 1991 hubo una fuga de capitales por la vía del comercio exterior, de las empresas mixtas y del sistema “paralelo” de cambios, de nada menos que 53.000 millones de dólares (Le Monde Diplomatique, octubre de 1993). En los últimos meses, la situación se ha agudizado, al punto de que se está montando lo que un banquero occidental calificó como un “escenario de fuga de capitales” (Foreign Affairs, Nº3, 1994).


Crisis política


Las perspectivas políticas que ven los banqueros occidentales son catastróficas: “un corte más o menos brutal de la especulación, una crisis inmobiliaria de gran amplitud, una ola de quiebras resonantes y riesgo de una explosión social y política … los riesgos de un estallido político —antes o después de un estallido de la burbuja financiera— son considerables” (Le Monde, 3/1).


Para los especialistas internacionales en China, estamos ante “un gobierno inseguro y un Estado débil … si no es ya un Estado en desintegración” (Current History, setiembre de 1991). Los choques regionales han llevado a una “guerra aduanera” entre las provincias, con aranceles y tarifas propios, e incluso a choques militares, como el de la “guerra del arroz”, en la cual la rica Guangdong usó unidades militares para asegurarse el acceso al arroz barato de Hunan (Foreign Affairs, Nº 3,1994). La prensa mundial plantea la posibilidad de un “escenario yugoslavo”  en China.


Movilizacion


En 1989, en la crisis de Tien An Men, el papel fundamental lo jugaron los estudiantes. En 1993, en cambio, según cómputos oficiales, se registraron nada menos que 15.000 huelgas y actos de sabotaje de la producción en las fábricas (International Herald Tribune, 15/3). En algunos casos, se trata de huelgas enormes: “en marzo —relata Business Week (6/6)— hubo 270 huelgas en las provincias de Liaoning, Shaanxi y Sichuan, algunas de las cuales duraron hasta 40 días e involucraron a 10.000 trabajadores”. También se registran manifestaciones públicas de obreros despedidos, suspendidos y de jubilados por la indexación de sus jubilaciones.


La inflación y los despidos en masa plantean la perspectiva de una extensión aún mayor de las luchas obreras: “el descontento laboral se está poniendo muy caliente y el gobierno está muy preocupado”, grafica un experto en relaciones laborales de la Universidad de Hong Kong (ídem).


Sólo en la provincia de Guangdong se han formado 800 sindicatos ilegales (de empresa) (ídem). En un país donde está prohibido formar sindicatos independientes y donde el castigo por hacerlo son años de cárcel, la formación de estos sindicatos revela la existencia de un activismo fabril que ya ha alcanzado un importante grado de desarrollo. En tanto, “La militancia sindical espontánea e independiente está emergiendo como un fenómeno político… la principal preocupación de Pekín parece ser (evitar) las relaciones horizontales entre los activistas de todo el país” (International Herald Tribune, 15/3).


Junto con las huelgas obreras, se han venido registrando intermitentes motines y rebeliones campesinas contra los impuestazos, las expropiaciones, el despotismo de los gobiernos locales y el pago de las cosechas en bonos: la prensa oficial registra más de 200 motines sólo en 1993. Frente a esto, la agudizada fuga de divisas de la burocracia es un síntoma de su apreciación de la situación política.