Crecen las huelgas en China

El régimen chino enfrenta un acelerado ascenso huelguístico, desde que la crisis desatada hace ocho años en los Estados Unidos también la pusiera en el centro de la tormenta mundial


El régimen chino enfrenta un acelerado ascenso huelguístico, desde que la crisis desatada hace ocho años en los Estados Unidos también la pusiera en el centro de la tormenta mundial. De acuerdo con el China Labor Bulletin (CLB), las 2.700 huelgas contabilizadas durante 2015 duplican a las de 2014, en el cuadro de un fuerte desmadre económico. “Fábricas, minas y otras empresas retienen salarios y prestaciones, reajustan personal o cierran” (New York Times, 26/3). Entre 5 y 6 millones de trabajadores podrían perder su empleo en los próximos dos o tres años, asegura CLB. El carbón y el acero ocupan 12 millones de operarios y el recorte alcanzaría a 1,3 millones de trabajadores en el carbón y 500.000 en el acero sólo este año. El ajuste incluye una reducción de 150 millones de toneladas en la producción (Clarín, 17/4). A comienzos de marzo, miles de mineros del carbón se movilizaron en la provincia nororiental de Heilongjiang, por el enorme atraso en el pago de salarios y por el proyecto que pretende ejecutar 100.000 despidos en la empresa estatal Longmay.


Caza de brujas y Bonapartismo


La amenaza que estos movimientos de protesta suponen para el Partido Comunista han llevado al gobierno a la represión y el encarcelamiento de activistas, aunque también el presidente Xi Jinping “ha buscado aplacar a los trabajadores, presionando a las compañías a que arreglen las disputas y pongan a disposición miles de millones de dólares para pagos de asistencia social y programas de recapacitación” (NYT, ídem). En este cuadro de desaceleración económica y acentuación de la lucha de clases, se refuerza el rol de arbitraje del presidente en función de la preservación del régimen. La institución presidencial ha asumido un rol bonapartista. De este modo, ha ganado poder y autoridad en detrimento de la burocracia estatal y del propio PCCh. Las remociones y las purgas hechas en los últimos años refuerzan esta tendencia.


Es la economía…


A pesar de haber devaluado el yuan en más de un 30%, la crisis mundial cruza a China por el vértice. Pues estas medidas, no encuentran resultado alguno, ya que la caída de las exportaciones y la fuga de capitales han alcanzado una profundidad inusitada. Los márgenes de beneficio de la tasa de ganancia en la industria siderúrgica son sorprendentemente bajos.


En los últimos meses, el desplome en los negocios del mercado inmobiliario ha parado la construcción, y millones de trabajadores en este rubro se encuentran suspendidos. El caso más emblemático es el de la ciudad Kangbashi, según un especialista en Clarín, “la ciudad fantasma más grande de China”, que fue construida para un millón de personas y hoy sólo alberga a 50 mil (7/4). Estas ciudades fantasmas son efecto del colapso del mercado inmobiliario y de la especulación de la bolsa (que ha tambaleado). 


El temor a desbordes sociales ha llevado al primer ministro Li Keqiang a proponer el establecimiento de un fondo de 100.000 millones de yuanes (13.800 millones euros) para asistir a aquellos que pierdan sus empleos. China ha mutado en un factor de agravamiento de la crisis mundial. En su seno, esa misma crisis genera las condiciones de grandes convulsiones sociales.