Crisis en la burocracia sindical ‘reformista’

Una junta investigadora designada por la justicia norteamericana acaba de expulsar del sindicato de los Teamsters (camioneros) a Ron Carey, su ex presidente.


Se trata de un paso más en la intervención estatal en el mayor sindicato norteamericano; en setiembre de 1997 el gobierno anuló las elecciones en las que Carey había sido reelegido como presidente, alegando que había desviado fondos sindicales para su campaña electoral. Poco después, se le impidió volver a presentarse como candidato. Ahora es expulsado.


Carey es un miembro prominente del ala ‘renovadora’ de la burocracia sindical norteamericana; en alianza con un agrupamiento centroizquierdista —el TDU,Teamsters por un Sindicato Democrático— recuperó en 1991 el sindicato de manos de la burocracia ligada a la mafia, a la que volvió a derrotar en el ‘96.


La anulación de las elecciones se produjo pocos días después de que los Teamsters obtuvieran una gran victoria en la huelga contra la empresa de transporte de correo, UPS, y tuvo el indisimulable propósito de ‘enfriar’ al sindicato que le había propinado la primera derrota de importancia a una de las grandes patronales norteamericanas en los últimos veinte años. La expulsión de Carey se produce, ahora, en vísperas de las nuevas elecciones del gremio, en las que los ‘reformistas’ deberán enfrentar otra vez a la burocracia derechista encabezada por Jim Hoffa Jr., a pesar de que se ha comprobado que Hoffa y varios de sus hombres han incurrido en gruesas defraudaciones contra el sindicato.


Una fracción de los burócratas que en el pasado respaldó a Carey ha presentado una ‘tercera lista’, con el único propósito de dividir el voto ‘reformista’; otra se sumó directamente a la lista de Hoffa: es evidente que estos burócratas ‘entendieron’ el ‘mensaje’ de la junta investigadora, integrada, entre otros personajes nefastos, por un ex director de la CIA y el FBI.


La raíz política de la crisis de los Teamsters es la subordinación política de las direcciones sindicales al partido demócrata. El desvío de fondos por el que se acusa a Carey fue montado por ‘consultores’ externos al sindicato que actuaban con una plena autonomía. El ‘esquema’ consistía en la donación de fondos del sindicato a las campañas de determinados candidatos demócratas, que luego ‘retornaban’ como ‘donaciones privadas’ a los fondos de campaña de Carey.


La crisis en el gremio de los camioneros es, antes que nada, una crisis de las relaciones entre la burocracia ‘reformista’ y el partido demócrata, es decir, que golpea el corazón de la estrategia política de la burocracia sindical norteamericana. La crisis de los Teamsters debe ser tomada como un punto de partida para que el movimiento obrero norteamericano rompa con los partidos patronales.