Cristianos y socialdemócratas, instigadores de los ataques racistas

El parlamento alemán —con el voto del gobernante partido cristiano-demócrata y de los socialdemócratas— revocó la garantía constitucional de asilo. La revocatoria autoriza a los guardias fronterizos a expulsar, por la fuerza y sin más trámite, a los extranjeros que lleguen a sus fronteras. El reforzamiento de las fronteras y los cuerpos de guardia es el primer paso del Estado alemán para fortalecer el conjunto de sus aparatos represivos contra las masas, que comienzan a movilizarse contra el desempleo, la miseria y la limitación de las libertades democráticas. La “democracia” alemana se está “blindando” aceleradamente: el parlamento que votó la oprobiosa revocatoria del derecho de asilo fue “protegido” por “la mayor demostración de fuerza policial vista en la historia de la ciudad de Bonn” (Washington Post, 27/5) para cercar la manifestación de 10.000 jóvenes que protestaban contra la medida.


El gobierno de Kohl argumentó que la derogación del derecho de asilo pretende “frenar a los neonazis”. En realidad, los cristiano-demócratas y el aparato estatal manipulan a las bandas nazis, las dejan hacer, para forzar a la opinión pública democrática a aceptar la liquidación del derecho de asilo, de las libertades democráticas y el reforzamiento de los aparatos represivos. Lo prueba la pasividad, y hasta en algunos casos la connivencia, con que la policía, la justicia  y el propio gobierno reaccionaron ante los ataques de los neonazis —denunciada por la prensa de todo el mundo.


Pero también los socialdemócratas justificaron su voto por la derogación del derecho de asilo con el argumento de “atacar a los nazis”. ¡Curioso “ataque”  éste, que equivale a ceder en toda la línea frente a las bandas nazis!


El “mensaje” de la ley —“fuera los extranjeros”— fue claramente comprendido por las bandas neonazis. Pocas horas después de la sanción de la reforma constitucional —después de dos meses de inactividad— los nazis lanzaron en varias ciudades una serie de violentos ataques contra los residentes de origen turco. En el más grave de ellos, dos mujeres y tres niñas fueron asesinadas y otros 20 ciudadanos de origen turco fueron heridos en la ciudad de Solingen, cerca de Colonia.


El ataque neonazi, y la completa pasividad e impotencia oficial, desataron un levantamiento de los turcos en Alemania. Miles manifestaron en la ciudad de Solingen, y en otras ciudades, chocaron con la policía al grito de “¡queremos la sangre de los nazis!”. La policía, que no investiga realmente el genocidio de Solingen, sin embargo no ha tenido empacho en detener a decenas de manifestantes turcos.


Las “cadenas de velas”, las marchas y los conciertos de rock —de los que se enorgullecían los “demócratas”— han sido completamente incapaces de frenar a los nazis. La acción directa está planteada a la orden del día. El levantamiento de los turcos es, por eso, un hecho de enorme importancia porque abre la posibilidad de un frente único de autodefensa entre las organizaciones de los residentes turcos y las organizaciones de izquierda que se pronunciaron contra la derogación del derecho de asilo para barrer a la escoria nazi de las calles.