De la expulsión al exterminio

1.727 refugiados muertos en el Mediterráneo en cuatro meses


   Los más de 700 inmigrantes muertos en las aguas del Mediterráneo cuando intentaban llegar a suelo europeo en una precaria embarcación constituyen la mayor pérdida de vidas en estas circunstancias desde la Segunda Guerra Mundial. Existe, sin embargo, una cifra aún más expresiva: a este ritmo la cantidad de muertes llegará a 30.000, diez veces la cantidad de ahogados en 2014 (Organización Mundial de Migraciones -OIM).




    La conclusión brutal es que los inmigrantes que cruzan el Mediterráneo hacia Europa están muriendo a niveles jamás registrados. De acuerdo con la misma OIM, se ha multiplicado por diez.



¿Qué cambió?




En octubre 2014, la Unión Europea (UE) resolvió la suspensión de la llamada Misión de búsqueda y rescate Mare Nostrum, reemplazándola por la Operación Tritón, dirigida por la agencia de control de fronteras, Frontex, que tiene un presupuesto equivalente a un tercio de la misión anterior. Al mismo tiempo el nuevo operativo tiene un acceso restringido a las aguas territoriales de Italia, el país por el que intentan llegar a Europa la mayor cantidad de inmigrantes.




    Los límites (criminales) de la Operación Tritón los ha revelado nada menos que la cabeza de la agencia que lo dirige: “Tritón no puede ser una operación de búsqueda y rescate. Quiero decir que nosotros no tenemos condiciones para actuar en búsqueda y rescate. Este no es el mandato de Frontex… ni de la Unión Europea” (The Guardian, 22/4).




    Hasta hace unos años este tráfico bestial, con mafias dedicadas al tráfico de personas – que a cambio de un elevado pago en dólares sobrecargan embarcaciones precarias en el norte de Africa para llevar migrantes hacia las costas de Europa -tenía un propósito. La Unión Europea y el Papa se desgarraban las vestiduras contra las mafias “inhumanas” pero encubrían el objetivo de importar fuerza de trabajo para ser explotada en condiciones aún más precarias que la nativa, para empujar a la baja las condiciones de vida y dividir a la clase obrera. Ahora, toda la política está dirigida a la militarización y la expulsión. Además de abandonar a la deriva a quienes se atrevan a cruzar el Mediterráneo, la UE discute de qué modo destruir los barcos antes de que carguen a los inmigrantes lo que supone una misión militar y prácticamente el control directo de los puertos de salida. Concretamente, “el objetivo es hundir los barcos de contrabandistas, evitando que partan hacia el Mediterráneo”, tal como lo planea el ministro del interior de Italia, cierto que con el amparo de las Naciones Unidas, para que esta ocupación militar “se enmarque en el derecho internacional”.




    La política de expulsión no solo refiere a los que intentan llegar a Europa sino a la propia población inmigrante afincada a la que se ha despojado, en gran cantidad de casos, de la seguridad social. Los ministros de la UE han anunciado un nuevo plan que prevé la toma masiva de huellas dactilares a los inmigrantes para organizar su identificación; lo que plantea, en perspectiva, su vuelta forzada “a casa”.



Quiénes




La fotografía de la inmensa catástrofe se completa con otros datos. En función de esta política, “los traficantes ni siquiera tienen la intención de procurar que los barcos lleguen efectivamente a las costas de Europa…  hay quienes ni siquiera llenan los tanques de combustible de barcos con refugiados” (DPA, 22/4).




    Pero, por otra parte, ¿quiénes habitaban la nave hundida con los “ilegales”? Libios, sirios, eritreos y somalíes. El mismo director de Frontex estimó que entre 500.000 y un millón están prontos a dejar Libia, un país colapsado desde la intervención imperialista Ustados Unidos/Europa en 2011. El desplazamiento masivo de libios ha convertido en un infierno todo el norte de Africa, donde se acrecienta la demanda para huir.




     La catástrofe está condenada a amplificarse: todavía flotaban los cuerpos cuando otras tres naves pidieron ayuda y una de ellas encalló cerca de la isla de Rodas con un saldo de tres muertos. Como no puede apuntar a sí mismo y esta vez necesita un culpable ante la conmoción internacional, la Unión Europea imperialista apunta al capitán del barco.




    La respuesta de la UE es una mayor militarización del Mediterráneo y un reforzamiento de la política de expulsión. Es decir, mayores catástrofes y un gigantesco cementerio bajo las aguas del Mediterráneo.




No sólo está en cuestión el problema humanitario de dejar morir a los que intentan cruzar el mar.




    El problema de raíz es la descarga de la crisis capitalista internacional sobre los trabajadores del mundo, a niveles aberrantes sobre las víctimas de guerras y conflictos que han provocado el éxodo y peregrinaje de millones de seres humanos por el mundo. La supervivencia del capitalismo es una catástrofe humanitaria cotidiana.