Deng Xiaoping, el carnicero de Tiananmen

Ha muerto Deng Xiaoping, “pionero en introducir las reformas de mercado en China» (Financial Times, 20/2). Las muestras de ‘condolencias’ de parte de los gobernantes de todas las naciones capitalistas y de los burócratas de Moscú, La Habana y Hanoi tienen su explicación. Cuando La Nación dice que “el mundo elogió su labor” (21/2), debe leerse que el orden del capital y los explotadores le agradecen los ‘servicios prestados’.


Deng abrió paso a la restauración de la propiedad privada y a la penetración imperialista de China. Casi 30 años después de la gran revolución que había acabado con el régimen de los terratenientes ‘mandarines’ y la burguesía ‘compradora’, Deng impulsó la recolonización capitalista de China. A su modo, la ‘apertura’ económica de Deng, en la nación más grande y poblada del planeta, permitió al capitalismo mundial contrarrestar (aunque sólo en parte) su aguda crisis en los últimos 15 años.


Antes que ningún otro régimen burocrático, Deng llevó bien lejos las tendencias a la descomposición y la disolución del Estado Obrero, para restaurar la acumulación capitalista y la explotación despiadada de los trabajadores. Con brutalidad sin igual, no vaciló en recurrir a la masacre de 7 mil estudiantes y trabajadores en la plaza de Tiananmen, el “domingo negro” del 4 de junio de 1989. La burocracia se aterrorizó cuando vio que el movimiento estudiantil y el movimiento obrero se habían lanzado a construir sindicatos independientes y a desarrollar organizaciones de masas. El movimiento había comenzado a calar en las filas del ejército y a irradiarse en las comunas. La tendencia a la revolución política fue ahogada entonces en sangre por Deng.


Los líderes ‘democráticos’ de Occidente y el Vaticano, ‘conmovidos’ por la muerte del “guía y arquitecto de las reformas en China” -como dijera el ex-‘comunista’ Yeltsin-, han ‘olvidado’ Tiananmen.


La ‘larga marcha’ de Deng


La evolución política del Estado obrero burocrático chino se diferenció desde un principio del resto de los regímenes burocráticos por sus convulsiones políticas. La burocracia china se debatió tempranamente sobre la vía para quebrar el atraso del país, dentro de una concepción nacionalista. Desde fines de los cincuenta, Deng Xiaoping, junto a Liu Shao Chi, encarna abiertamente a una fracción partidaria de ‘reformas de mercado’ de tipo ‘bujarinista’. En 1961, Deng acuña una consigna que lo hace famoso: “no importa de que color es el gato, siempre que cace gatos”, es decir, no importa si ‘algunos se enriquecen’ mientras la producción crezca, o sea, no importa si es socialismo o capitalismo. Esta consigna “es usada por sus enemigos durante la revolución cultural para ponerlo en la picota” (Financial Times, 20/2).


Deng es un “íntimo allegado a Mao” y, por esto, a pesar de haber “sufrido tres caídas en desgracia” (Página 12, 20/2), después que el segundo de Mao, Chou-En-lai, deja el poder, Mao, “reconociendo las habilidades de Deng le delegó el mando” (La Nación, 20/2).


Deng reabre los mercados en el campo, lo que desata un proceso de desigualdad social y pérdida de la tierra de millones de campesinos. En las zonas rurales mediterráneas “el ingreso per cápita no sólo no creció, sino que descendió en términos reales según lo sostienen algunos expertos, como Tomas Homer-Dixon, de la Universidad de Toronto” (Clarín, 22/2). Por otro lado, se abren las ‘zonas costeras especiales’, verdaderos paraísos para la colonización industrial capitalista, con una fuerza de trabajo semi-esclava o remunerada a precios sin parangón en el mercado mundial, y regimentada con métodos totalitarios. La burocracia china bajo la dirección de Deng se transforma en el principal factor restauracionista en China y en todo el subcontinente. Bajo Deng, el imperialismo yanqui logra revertir parcialmente el demoledor golpe que había sufrido en la región tras su derrota en Vietnam.


La burocracia china, con Deng, da ‘garantías’ al imperialismo mundial al ingresar a las Naciones Unidas —de donde es desplazado el representante de Taiwán— y a su Consejo Consultivo permanente. Más tarde restablece relaciones con la URSS, después de la crisis de principios de los sesenta, y en 1984 se arriba a los acuerdos con Margaret Thatcher, que prevén el restablecimiento de la soberanía china sobre Hong Kong, a partir del 1º de julio de 1997. Deng proclama abiertamente que “hacerse rico es glorioso”.


El carnicero Deng hizo su ‘contribución’ a esta ‘noble’ tarea.