Derechito a la cesación de pagos

La devaluación monetaria que se incuba en México va a tener características y consecuencias mucho más profundas y catastróficas  que cuando el país azteca se declaró en 1982 en “cesación de pagos”. Entonces se inició la llamada crisis de la deuda externa , de la que hasta ahora  no salió ningun país latinoamericano, mal que le pesen a Cavallo y a Brady.


Algunos “expertos” hablan de una devaluación del 30 %, pero ese porcentaje se perfila solamente como el puntapié inicial. Desde ya la devaluación monetaria arrastrará al resto de las monedas latinoamericanas por la misma senda, si no la anticipan.


Solamente en los últimos tres años Méjico acumuló un déficit en su balanza comercial del orden de los 40.000 millones de dólares, sin incluir en este momento las cifras de un  contrabando espectacular. Mientras las importaciones aumentan a un ritmo vertiginoso (26 % en 1992), las exportaciones están estancadas. Al mismo tiempo, el conjunto de la economia mejicana está  estancado, por lo que las importaciones sustituyen a la producción interna.


Para este año, el déficit del comercio exterior podría rondar los 30.000 millones de dólares. Segun la revista inglesa The Economist, “estos déficits coinciden con aquellos registrados en vísperas de la crisis de la deuda externa latinoamericana a principios de la década de 1980”.


Tamaño descalabro fue provocado por un feroz endeudamiento impulsado por los “certificados de depósitos bancarios en Méjico (que) ofrecen un interés anual de hasta un 22 por ciento” (El Cronista, 27/4), 6 o 7 veces más que en EE.UU.  Pero la verdadera “ganga” son los bonos del gobierno mejicano, cuyos “intereses están a 16 puntos más” (ídem). “No hay otro país en el mundo en el que se puedan comprar bonos del Estado con un tan alto rendimiento y tan seguros”, declaró a The New York Times, Robert Beckwitt, director de varios fondos de inversión en Fidelity.


El grueso del dinero que fluye hacia Méjico es eminentemente especulativo. “Este dinero podría fugarse tan rapidamente como ha llegado”, recordó The Economist.


El problema es que, aunque los intereses mejicanos siguen en alza, los certificados y bonos ya no son tan seguros. “De mantenerse esta tónica en la balanza comercial, el gobierno mejicano podría verse obligado a llevar a cabo una devaluación del peso para impulsar las exportaciones, lo que perjudicaría las inversiones en papeles del Estado”.  El aumento de la tasa de interés es una señal de que los capitalistas descuentan una devaluación.


Por esta razón los capitales extranjeros han comenzado a tomar sus precauciones fugando divisas de Méjico. Así como lo indica la caída de las reservas del Banco Central mejicano y las persistentes caídas de la Bolsa.


Los “cavallistas” mejicanos dicen que no hay ningun riesgo de devaluación porque todo este fenomenal  endeudamiento corresponde al sector privado, a diferencia de  las cuentas fiscales, que estarían en orden. La libérrima revista The Economist le salió al cruce a este pueril análisis recordando que  “lamentablemente este es el mismo argumento empleado por Nigel Lawson, entonces ministro de Finanzas de Gran Bretaña, a fines de la década de 1980. Desde entonces la economía británica no se recuperó más”. Es que el endeudamiento  privado, sin un correlato en el aumento de la producción y las exportaciones, lleva a la quiebra industrial, y está al rescate generalizado de estos grupos por parte del Estado.


La cuestión del NAFTA, el mercado comun entre Mejico, EE. UU. y Canadá, que debería entrar en vigencia el proximo 1º de enero,  refuerza la perspectiva de  la devaluacion mejicana. Si el Congreso norteamericano no ratifica el Tratado del NAFTA (algo que es posible), el capital especulativo norteamericano podría acelerar la fuga de capitales. Y si lo aprueba, se aceleraría la necesidad mejicana de devaluar la moneda para hacer frente al diluvio, ya no inundación, de productos norteamericanos y canadienses.