Derrumbe en Wall Street

El anuncio, el miércoles pasado, de que la empresa Hewlett-Packard, del rubro informático, había tenido una pronunciada caída en los beneficios, precipitó un derrumbe de las acciones que se cotizan en Wall Street que, al martes siguiente, sumaba ya unos 400 puntos, o sea, una pérdida de un billón de dólares. Antes, otro pulpo de la computación, Motorola, había efectuado anuncios similares.


La caída de las “acciones tecnológicas” amenaza con extender el derrumbe hacia el resto de la economía, por el hecho de que todo el ‘boom’ que conoció la bolsa neoyorquina en los últimos dos años se debió a los beneficios extraordinarios de la informática. Ahora, ésta se encuentra en un clima “deflacionario”, o sea, de sobreproducción y sobrecapacidad productiva, y fuerte tendencia al derrumbe de los precios. Lo mismo acaba de ocurrir en el mercado del cobre.


Como la especulación en acciones funciona mayormente mediante créditos de los bancos o depósitos a la vista en los fondos de inversión, una prolongación de la caída podría provocar un tendal de quiebras de magnitud, lo que obligaría al gobierno norteamericano a emitir dinero de rescate. Se crearía así una espiral inflacionaria, que si no es compensada por una mayor deuda pública, podría derrumbar al propio dólar. La dificultad de la operación es que la deuda pública norteamericana ya es muy alta, al igual que la tasa de emisión de moneda.


Se ha liquidado de un soplo el verso de la robustez de la economía norteamericana. Las persistencia de la crisis en Wall Street debería afectar en forma inmediata la disponibilidad de financiamiento internacional para los gobiernos como el de Menem. En este caso, la ‘convertibilidad’ tendría sus días contados.