División del PIT-CNT

El VI° Congreso del Pit-Cnt —realizado entre el 7 y el 10 de noviembre en Montevideo— terminó en la ruptura de la central sindical uruguaya: al término de sus deliberaciones, dos grandes sindicatos (bancarios y maestros) y otros tres más pequeños (petroleros, agua y caucho) —todos ellos, enrolados en el ala derecha de la burocracia sindical— anunciaron que abandonaban el secretariado del Pit-Cnt.


El Congreso debía discutir una modificación de los estatutos de la Central impulsada por la derecha, con el objeto de reforzar el peso de las grandes organizaciones sindicales, en particular de los bancarios, en los organismos de dirección del Pit-Cnt. Mediante esta reforma, la derecha de la burocracia y del Frente Amplio pretenden asegurar la vigencia de su política de liquidar cualquier resistencia a la política fondomonetarista de ‘flexibilización’ y privatizaciones que aplican, en Uruguay, tanto el oficialismo blanqui-colorado (a nivel nacional) como la oposición frenteamplista (en la intendencia de Montevideo).


De entrada, nomás, la burocracia derechista recibió un rudo golpe, cuando se votó, por amplia mayoría, retirar la cuestión de los estatutos del orden del día. Esta votación causó una verdadera sorpresa, porque la moción de reformar los estatutos en el sentido que impulsa la derecha ha logrado la mayoría en todos los Congresos del Pit-Cnt desde 1990, aunque nunca pudo ser consagrada porque no obtuvo los necesarios 2/3 de los votos. La ‘Coordinadora Sindical’ integrada alrededor de los sindicatos de gráficos y marítimos —y a la que luego se fueron sumando otros sindicatos y delegados—, jugó un importante papel en la derrota de la posición derechista.


La ‘Coordinadora’ actuó como un polo combativo durante todo el Congreso. Logró imponer mociones contra la ‘flexibilidad laboral’; en particular, derrotó el planteo de la burocracia que apoyaba una ley de inversiones extranjeras, que permitía que los convenios laborales derogaran la legislación laboral vigente. A impulso de la ‘Coordinadora’ fue aprobada, también, la reivindicación de la reducción de la jornada sin afectar los salarios.


El rechazo a discutir la reforma estatutaria impulsada por la derecha llevó al Congreso a una impasse. El PCU —profundamente dividido entre quienes planteaban aceptar sin más las imposiciones de los derechistas y los que defendían los actuales estatutos— ‘sacó las castañas del fuego’: hizo aprobar un antiestatutario ‘cuarto intermedio’ de seis meses y la prórroga del mandato de la actual dirección; la ‘izquierda’ de la burocracia (PVP, MPP) fue a la rastra del PC. Como hizo notar el Sindicato de Artes Gráficas, uno de los animadores de la ‘Coordinadora’, “la moción de pasar el Congreso a cuarto intermedio … fue una maniobra que –en nombre de la ‘unidad’– en realidad anticipa la futura aceptación, por parte de sus promotores, de la reforma de los estatutos. Es evidente que el sector que impulsó esta moción va a una negociación y va a terminar acordando … detrás de una fachada unitaria se esconde una posición que avala el proceso de regimentación de los sindicatos por una cúpula cada vez más autónoma respecto de las bases obreras y cada vez más ‘respetada’ por las patronales y los gobiernos de turno”.


A la salida del Congreso, los derechistas anunciaron que abandonaban el secretariado del Pit-Cnt, para forzar a una completa capitulación del PC y de la ‘izquierda’ en la negociación sobre los estatutos que tendrá lugar durante el ‘cuarto intermedio’.


Así, la burocracia derechista –minoritaria en el Congreso– logró mantener la iniciativa política, gracias a la capitulación del PCU y de la ‘izquierda’. Esta ‘izquierda’ salió completamente desmoralizada del Congreso, superada por la ‘Coordinadora’ —que lideró la lucha contra la derecha y el PCU— y enemistada con sus propias bases y simpatizantes, que constituían el núcleo mayoritario de la ‘Coordinadora’. La intervención de la ‘Coordinadora’ en el Congreso fue un paso en la dirección de poner en pie una tendencia sindical combativa.


Para la vanguardia obrera y combativa del Uruguay, todo esto introduce una enorme clarificación política. La ruptura del Pit-Cnt pone fin a uno de los fetiches ‘históricos’ de la izquierda uruguaya: la ‘unidad’ como un fin en sí mismo, por encima de los programas y de la política. Con el sambenito de la ‘unidad’, el ala ‘izquierda’ del FA y del Pit-Cnt se subordinó, durante décadas, a la derecha, es decir, a los agentes más directos y concientes de la burguesía. La ficción de que el movimiento obrero y las reivindicaciones populares podrían progresar mediante la ‘unidad’ con los derechistas se ha terminado … por la iniciativa de los propios derechistas. Los ‘izquierdistas’ del FA y del Pit-Cnt son, por voluntad propia, una novia seducida y abandonada. Hay que sacar las conclusiones: poner en pie una tendencia sindical combativa y construir un partido de los trabajadores.


El Partido de los Trabajadores de Uruguay –que intervino en el Congreso a través de sus materiales y de sus delegados, impulsando la formaciónción de un bloque de sindicatos y agrupaciones que se constituyera en oposición a la burocracia, e impulsara un programa de lucha– fue un factor activo en la constituición de la ‘Coordinadora’.