EE.UU.: Sigue la huelga de GM

Cuando la huelga en las plantas de la General Motors, en Flint, entra en su quinta semana, llega la noticia de que los 3.400 trabajadores de la planta de frenos de la GM, en Dayton, votaron ir a la huelga apenas termine el conflicto en Flint.


Hace dos años, una huelga en Dayton paralizó por sí sola toda la producción de GM en América del Norte. Esa fue la primera de las once huelgas que vienen sacudiendo a la General Motors desde entonces.


Como en Flint, los obreros de Dayton van a la huelga contra la política de tercerización, subcontratación y despidos. Según parece, los trabajadores de Dayton tendrán bastante tiempo para preparar su huelga porque no hay solución a la vista en el conflicto en Flint, a pesar de los insistentes llamados personales de Clinton y de la intervención directa de su ministra de Trabajo. La decisión de ir a la huelga pone en evidencia el ‘estado de guerra’ contra la tercerización y los despidos que campea entre todos los trabajadores de la General Motors. Pero, también, pone de manifiesto la política de la burocracia sindical, que en contradicción con el espíritu que domina entre los trabajadores fragmenta en numerosas luchas parciales un conflicto que tiene, cada vez más, un evidente carácter nacional.


La huelga en Flint ya le ha costado a la GM más de 1.200 millones de dólares; la continuación de esta huelga y la perspectiva de otra, en Dayton, hacen prever pérdidas mucho mayores todavía. Si la paralización de sus actividades —como consecuencia de las huelgas combinadas— llegara a durar todo un trimestre, GM perdería 6.000 millones de dólares, una suma que triplica los beneficios récords del primer trimestre de este año. Esta enorme sangría explica que “Jack Smith (presidente de GM) recibe duras críticas (de sus propios accionistas) por no haber mejorado las relaciones laborales en la empresa en los seis años que lleva en el cargo” (El Cronista, 3/7). “Esos accionistas, según Business Week (29/6), ven que sus competidores, especialmente la Ford, demuestran que es posible mejorar la eficiencia trabajando estrechamente con la UAW (el sindicato automotriz)”. La creciente resistencia de los trabajadores está inviabilizando la política antisindical de la GM. Para aplicar la ‘tercerización’necesita, como hace la Ford, la colaboración de la burocracia sindical.


Más tarde o más temprano, esta contradicción entre la tendencia de los trabajadores a luchar para terminar con la‘tercerización’, y la política de la burocracia (y de una creciente ‘opinión pública’ patronal) de llegar, como en la Ford, a un ‘acuerdo nacional’ con la GM, deberá manifestarse abiertamente.