El agotamiento del Foro Social Mundial

El Foro Social Mundial (FSM) se reunió del 31 de enero al 5 de febrero en Porto Alegre, con la presencia de más de 60 mil personas (14 mil delegados acreditados), entre las cuales había más de 1.100 representantes parlamentarios. Estas cifras triplican las del primer FSM, reunido hace un año en la misma ciudad. El FSM pretende ser una respuesta al Foro Económico Mundial (FEC), reunido este año en Nueva York, exactamente en la misma fecha, con la presencia de representantes estatales de diferentes países, del FMI, Banco Mundial, OMC y consortes, y de delegados que se avinieron a pagar la módica suma de 25 mil dólares de inscripción. El año pasado, ambos foros convergieron en una tele-conferencia de larga duración, en la que el FEC estuvo representado por un dirigente del FMI y por el mega-empresario George Soros. Este año, el contacto duró menos de 8 minutos (divididos en dos bloques de 4), en un noticiero suizo, y el FEC fue representado por el inexpresivo burócrata André Schneider.


Es que el FEC estaba menos preocupado con las grandilocuentes declaraciones de los diversos político-intelectuales del FSM acerca del “fin del pensamiento único”, y mucho más por “el gran interrogante que cuelga sobre el capitalismo actual, formado por una sola palabra: Enron” (Folha de S. Paulo, 10/2). En el FSM, al contrario, lo que no faltó fueron palabras, y curiosamente Enron, o sea la crisis del capitalismo, fue una de las menos pronunciadas. Lo que no faltaron fueron las más variadas explicaciones acerca de la “unidad en la diversidad”, o de la “superación de las certezas de la vieja izquierda”, pronunciadas inclusive por conspicuos representantes de la misma, como los stalinistas Marta Harnecker o el Nobel de Literatura, el portugués José Saramago, que gusta presentarse como “el último comunista vivo”, lo que no le impidió llamar a la izquierda a “sustituir sus programas obsoletos por la Declaración Universal de los Derechos del Hombre” (de los que Saramago y sus amigos del PC portugués poco se acordaban cuando la dictadura stalinista masacraba a millones en la ex-URSS).


Tanto empeño contra la izquierda “perimida” de parte de los representantes del “anti-neoliberalismo” y del no global, es llamativo, sobre todo porque es defendido en nombre de un “pensamiento original”, “sin certezas preconcebidas” y otras perlas del mismo jaez. Esta escuela posee un conjunto de gurúes (Susan George, Bernard Cassen, Michael Hardt, Toni Negri, Lori Wallach, Naomi Klein, Martin Khor) debidamente propulsados por los mass media, inclusive el New York Times. A la hora de concretarse, sin embargo, este pensamiento “original” afirma (declaración final del FSM) que el FMI habría “causado la crisis financiera, mediante el fracaso de la política de ajuste” (otra cosa habría sido si el “ajuste” no hubiera fracasado); que “la mentira del neoliberalismo y sus falsas promesas (sic) son la causa de la recesión que padece la economía mundial” (aunque las “mentiras” y “falsas promesas” difícilmente puedan ser la causa de una crisis económica); que la “cultura de la guerra” ha llevado a los EE.UU. (después de Afganistán) a una “guerra global permanente” (re-sic) que “consolida la dominación del gobierno norteamericano satánico (re-re-sic) y sus aliados”, etc. Esta gente, cuyo pensamiento político está varios grados abajo del “pensamiento” de Bin Laden, se atreve a condenar al “terrorismo islámico”…


Argentina


El fantasma de Argentina, sin embargo, planeó sobre todos los debates, aunque ningún gurú se hizo presente en las pocas actividades militantes. En la gran mayoría de las actividades, Argentina no era citada como motivo de entusiasmo y de movilización, sino como motivo de “preocupación” y hasta de “pena”, exactamento porque, como afirma el manifiesto distribuido por el PO a los activistas anti-globalización en el FSM, “en sólo 90 días, los objetivos del movimiento antiglobalización han quedado definitivamente superados por la historia presente (…), por un lado, por la militarización y la guerra imperialistas. Ya no se trata de los ‘daños sociales’ que ocasionaría la Organización Mundial del Comercio, sino de la Otan y del Pentágono, de la Unión Europea y su nonata fuerza de defensa, o sea que se trata de los Estados imperialistas. Se trata de su derrocamiento. Tampoco se trata ya de ‘regular’ los abusos especulativos del capital, porque de esto ya se han encargado las leyes del capitalismo, que van llevando a crecientes quiebras de capitales (…) se trata de confiscar a los grandes capitales y de la planificación mundial de la economía bajo la dirección de sus productores, el proletariado. Cuando los ‘gurúes’ de la antiglobalización declaraban archivada la cuestión del poder, para proponer en nombre de este deceso histórico medios de acción ‘creativos’, que pudieran soslayarla, Argentina los ha llamado al orden: la crisis de la humanidad plantea más que nunca la cuestión del poder y la transición a una sociedad sin explotación y sin Estado por intermedio de la conquista del poder por los trabajadores (…) no es la hora de la “antiglobalización”, sino la hora de la preparación sistemática, o sea política, cultural, organizativa, combativa, de la revolución socialista. El levantamiento revolucionario en la Argentina es el fruto más maduro de las contradicciones históricas del capitalismo mundial. Hablar de preparación significa hablar de Partido, de Programa, de Internacional”.


Definitivamente, el FSM busca estructurarse como una alternativa contra esta perspectiva, no contra el FEC. Como lo dijo cándidamente un columnista español, “sí que cabe un acercamiento entre Davos y Porto Alegre… en el adecentamiento mínimo de la sociedad capitalista para que no nos estalle antes de que tengamos con qué sustituirla. Que es la apuesta de Porto Alegre” (José Vidal Beneyto, El País, 9/2). El FSM expresó su agotamiento, sin necesidad de ninguna presión de la izquierda revolucionaria. “Se cansaron los panelistas que discutían las formas de control del capital financiero internacional (…) fue denunciado el nivel de agotamiento de la discusión de propuestas como el Impuesto Tobin. Este completa tres décadas sólo como idea, sin ningún provecho práctico” (Zero Hora, 2/2).


 


Inclusiones, exclusiones


Para continuar engatusando, se hizo barullo en el FSM con la llegada de una carta del secretario general de la ONU, Kofi Annan, que subrayó que ambos (FSM y ONU) tienen objetivos en común. Y también con la exclusión del FSM de algunos derechistas, como el primer ministro belga, Guy Verfhostadt, o el vicepresidente para Asuntos Externos del Banco Mundial, Mats Karlsson. Pero esto apenas oculta la acogida que el Foro de Porto Alegre le brindó a los ministros de diversos gobiernos imperialistas de Europa; es decir que tiende a transformarse en el instrumento de burguesías particulares. Francia estuvo representada por todas sus tendencias políticas, desde los ministros del reaccionario gobierno “socialista” de Jospin, hasta la derecha del presidente Chirac, que envió al FSM a su representante personal, Jerôme Bonnafont. No tiene ningún sentido, como lo propuso el PSTU brasileño, proponer que “el Foro debe defender que un mundo socialista es posible”. La derrota mayor del FSM es que no ha jugado ningún rol en la preparación del mayor movimiento de oposición al capitalismo global en la última década: el levantamiento popular en Argentina. La exclusión de los derechistas de menor importancia (el peso de un ministro belga, o de un burócrata de segunda línea del BM, no se compara con el del presidente o los ministros de Francia, o de Alemania e Inglaterra), por otro lado, sirve para mejor ocultar una exclusión “silenciosa”. Las Farc colombianas no pudieron hablar y las inscripciones de los delegados de Herri Batasuna (Luis Cuadrado Torres y Joseba Alvarez Forcado) del país vasco español, fueron canceladas (pese a que eran representantes parlamentarios).


El FSM tampoco permitió la inscripción de partidos políticos (¡a pesar de organizar un Foro Parlamentario!) e impidió la presencia de Fidel Castro o Hugo Chávez.


 


IV Internacional


La intervención en el FSM del Partido Obrero y de las organizaciones que luchan por la refundación de la IV Internacional obedeció, exclusivamente, al objetivo de tomar contacto y divulgar ideas político-programáticas entre los sectores militantes que estaban presentes. Los talleres organizados por los trotskistas reunieron a centenas y hasta más de mil participantes, a pesar de no contar con casi ninguna divulgación y de haber sido programados, por parte de la organización del FSM, en lugares estrechos, inadecuados o de difícil acceso.


Se inició un debate con activistas de la ex-URSS, como Aleksandr Buzgalin, Viacheslav Rodin o Pavel Slutsky. La presencia militante del PO y de la IV, con banderas y pancartas, fue distintiva en las manifestaciones callejeras, y muy señalada en los medios de comunicación. Los debates con la LIT y con representantes de la izquierda argentina, acerca de la revolución argentina, fueron de lejos los más interesantes del FSM, y atrajeron a los sectores más concientes, incluso de la intelectualidad. El PO y las organizaciones refundacionistas de la IV intervinieron con un buen número de oradores, inclusive juveniles (no con un par de gurúes), que eran seguidos con visible interés y simpatía tanto en los actos públicos como en las mesas redondas (sobre Argentina, la guerra de Afganistán, la crisis económica mundial, la Comuna de París, el movimiento piquetero, etc.). Fueron vendidos más de 1.200 periódicos y un gran número de folletos y libros, y se hizo un gran número de contactos de los más diversos países.