El alto mando le impone a Chávez la “salida democrática”

De acuerdo a algunas informaciones, la huelga de la oposición derechista habría comenzado a refluir. Los dirigentes opositores han debido convocar al bloqueo de avenidas y autopistas ante la evidencia, según Le Monde (18/12), de que la circulación en las calles de la capital es “intensa”, de que los subtes y el transporte público funcionan normalmente y de que la mayoría de los comercios está abierta. Sólo se mantiene en pie el lock out lanzado por los altos gerentes de la petrolera estatal PDVSA, que bloquea las exportaciones de crudo y el abastecimiento del mercado interno. Los opositores realizan grandes manifestaciones de masas… cuyo número repite el de las anteriores, lo que significa que su progreso se ha detenido.


Lo que ha sostenido en el poder a Chávez en estos álgidos veinte días de huelga opositora son las Fuerzas Armadas. Para mantener este apoyo, Chávez evitó realizar concentraciones de masas de sus seguidores que compitieran en número con las de la oposición, algo que hubiera polarizado todavía más la situación y planteado la perspectiva de una resolución de la crisis en la calle, y que el alto mando militar pretende evitar a toda costa. Esta conducta “responsable” de Chávez frente a la huelga opositora y frente al ejército, dice mucho acerca de las características del régimen político “bolivariano”: aún cuando Chávez cuenta con un indiscutible respaldo entre las capas más empobrecidas de la población, el voto popular y los “círculos bolivarianos” están subordinados a la base política que representan las Fuerzas Armadas. Cuando éstas se dividieron en abril y una parte osciló hacia la oposición, Chávez prefirió renunciar a empujarlas a un enfrentamiento abierto; ahora, el eje de su política ha sido evitar una nueva división de las Fuerzas Armadas… aunque esto significara dejar la calle en las manos de la oposición. Es el respaldo militar lo que le permite a Chávez arbitrar entre el imperialismo y las masas, y permite que siga en pie la estrategia democratizante del imperialismo.


En este cuadro, parece natural que la crisis venezolana se encamine por la vía que impulsa el Alto Mando. Inicialmente, la Casa Blanca había respaldado el reclamo opositor de “elecciones anticipadas”, pero cuando el jefe del Estado Mayor condenó la huelga como “un ataque a Venezuela” y reclamó el “respeto a la Constitución”, Estados Unidos debió sumarse a la resolución, aprobada por unanimidad en la reciente reunión de la OEA, que reclama “una solución pacífica, constitucional, democrática y electoral” y renunciar a insertar en la declaración la cuestión de las “elecciones anticipadas” (Clarín, 18/12). La oposición recibió la resolución de la OEA como una severa derrota política.


Al imperialismo también le preocupa “la seguridad del abastecimiento petrolero de su mayor exportador fuera del Medio Oriente es una preocupación mucho mayor que el hecho de si Chávez permanece en el poder o es derrocado” (Stratfor, 11/12). En medio de la crisis y aún cuando el gobierno norteamericano respaldaba el reclamo opositor de las elecciones anticipadas, Chávez volvió a reafirmar su voluntad de cumplir el contrato de provisión petrolera establecido con los Estados Unidos (y su disposición a no interrumpirlos incluso en el caso de que Estados Unidos ataque a Irak que, como Venezuela, es miembro de la Opep). También en este punto, la “responsabilidad” de Chávez cimentó el apoyo de los militares.


El Alto Mando plantea una salida negociada entre el gobierno y la oposición bajo su propio arbitraje. El general Raúl Baudel, comandante de la principal unidad militar venezolana, planteó la posibilidad de una reforma constitucional que permita adelantar la convocatoria al referéndum establecido, según la Constitución vigente, para el próximo mes de octubre. Es decir que plantea una “salida” que cuente con el respaldo del propio Chávez; pero si la oposición no la acepta, el planteo del general es que, simplemente, “se respete la Constitución”, es decir que se vote en octubre como está previsto hasta ahora (La Nación, 19/10). Lo mismo opinan sectores importantes del imperialismo norteamericano: una nota editorial de The New York Times reclamaba a la oposición “respetar la Constitución” y esperar al referéndum constitucional convocado para agosto.


Los acontecimientos venezolanos dejan la conclusión política de que Chávez es la cobertura “civil” del arbitraje de las Fuerzas Armadas entre el imperialismo y los explotados venezolanos.