El ántrax del imperialismo yanqui

“Por primera vez desde el comienzo de la aparición de sobres contaminados con esporas de ántrax, expertos norteamericanos sugirieron ayer que los ataques bacteriológicos podrían ser obra de grupos terroristas estadounidenses y no extranjeros (…). La nueva teoría (…) surgió a partir del indicio de que las cartas contaminadas tienen similitudes con otros mensajes que contenían amenazas y que habían llegado a oficinas de políticos y medios antes de los ataques terroristas del 11 de septiembre (…). El ántrax hallado en tres cartas enviadas a Washington, Nueva York y Florida pertenece a la misma cepa, llamada Ames, desarrollada hace décadas en (…) laboratorios en Iowa y conocida por su virulencia. Incluso, la publicación científica New Scientist señaló que las cepas serían similares a las utilizadas por el ejército norteamericano en la década del ‘60 para fabricar armas de ántrax (…). El general (R) de la Fuerza Aérea Gerald Brown dijo al Washington Post que él duda de que los ataques con ántrax sean obra de musulmanes o de personas que hace poco tiempo que llegaron a Estados Unidos. Brown fue más allá y dijo que se trata “de una acción de las milicias” antigubernamentales estadounidenses” (La N ación, 26/10).


No se trata, sin embargo, de “un giro inesperado en la investigación”, como sostiene el matutino argentino. Al menos para los lectores de Prensa Obrera, ya que estas últimas informaciones confirman lo que dijimos hace una semana en estas mismas páginas: que no había en curso una “guerra bacteriológica” sino una acción, de naturaleza policial y necesariamente aislada de grupos terroristas, entre los que señalamos a los grupos terroristas norteamericanos y, muy específicamente, a las milicias fascistas que pululan por todo el país.


Es decir que no estamos frente a una “guerra bacteriológica”, ni a una “guerra de religiones”, ni a un “choque de civilizaciones”, y mucho menos frente a una “agresión externa” *argumentos que se utilizaron, y se utilizan, para justificar la masacre del pueblo afgano* sino ante una manifestación de la descomposición política interior del propio imperialismo norteamericano.


Provocación


El origen norteamericano de los atentados, y más específicamente las estrechas relaciones que existen entre los atacantes y los aparatos militar y represivo del imperialismo han sido confirmados por otro hecho: las esporas utilizadas en los ataques en Washington y Nueva York estaban tratadas con “un aditivo muy sofisticado que maximiza su potencial de causar ántrax pulmonar”, la más mortífera de sus manifestaciones (Página/12, 26/10). Ninguna nación, ni siquiera la URSS durante la “guerra fría”, fue capaz de desarrollar este particular aditivo, con la única excepción de los Estados Unidos, lo que, de paso, confirma lo que dijimos en Prensa Obrera de que el imperialismo norteamericano es la única potencia que puede amenazar al mundo con una guerra bacteriológica.


El científico que los desarrolló informa que “estos aditivos, junto con la mayor parte del stock norteamericano de ántrax, fueron destruidos durante la administración Nixon luego de un tratado con la Unión Soviética. Pero es casi seguro que haya “stocks de semilla”, guardados con precaución, en diferentes partes de Estados Unidos” (ídem). Que las esporas de ántrax y el aditivo que aumentan enormemente su capacidad mortífera hayan pasado de los institutos militares a las manos de las “milicias” fascistas revela los profundos vasos comunicantes existentes entre unas y otras y es un síntoma mayúsculo de la descomposición del aparato estatal de la potencia capitalista más poderosa del planeta.


Pero desde un sector del mismo aparato estatal que permitió que las esporas terminaran en manos de las milicias, se insiste con responsabilizar a Irak por los atentados. La CIA, que ha difundido estas”versiones”, sostiene que Mohamed Atta, uno de los secuestradores de los aviones que impactaron las Torres Gemelas, “se reunió con una agente de la inteligencia iraquí por lo menos en una ocasión, y posiblemente dos o más veces, en Praga” (The Wall Street Journal, 18/10). El montaje de la CIA ha sido calificado como “una mentira” por Scott Ritter, antiguo jefe del grupo de inspección de la ONU de las instalaciones militares iraquíes. “La capacidad de Irak de fabricar ántrax *continúa Ritter* ha sido completamente destruida por la comisión especial de la ONU, que también ha destruido las fábricas y los elementos para hacerlo…” (Le Monde, 17/10).


El imperialismo norteamericano está montando una provocación para justificar una nueva masacre del pueblo iraquí.