El boicot de Trump al acuerdo nuclear con Irán

En un lapso de pocos días desfilaron por Washington el presidente de Francia, Emmanuel Macron, la primera ministra de Alemania, Ángela Merkel y el ministro de exteriores de Gran Bretaña, Ben Johnson, sin resultados. No lograron disuadir a Trump, que, el martes 8, decidió retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, que habían firmado también Rusia y China.



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Trump miente 


Ante los informes contundentes de la Agencia Internacional de Energía e incluso del Pentágono, de que las cláusulas del tratado eran cumplidas a rajatabla por las autoridades iraníes, Trump decidió acompañar al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, que había alegado que “Irán miente” – algo que fue enseguida refutado por los principales especialistas en el asunto y los editoriales de los principales diarios de las metrópolis involucradas. De acuerdo a Trump, el plazo limitado de vigencia del acuerdo permitiría a Irán desarrollar un armamento nuclear a su vencimiento; el tratado no contemplaría el desarrollo de misiles que podrían servir para portar cabezas nucleares; y, fuera del tema nuclear, Irán se comportaba como un Estado terrorista a lo largo del Medio Oriente. En contraste, Israel y Arabia Saudita fueron descriptas como pacíficas e incluso democráticas. La decisión de romper un tratado en forma unilateral, sin seguir los pasos que estuvieran previstos para ello, violenta todas las convenciones de la diplomacia, lo cual equivale una declaración de un estado de guerra sin precisiones. Es lo que, en su momento, hicieron Hitler, por su lado, y luego en alianza con Stalin; y más cerca en el tiempo las potencias ‘occidentales’ contra Libia y Siria (por agentes militares interpuestos); o las sucesivas intervenciones militares norteamericanas en América Latina – la última a Panamá, y en un pasado anterior contra Santo Domingo y Cuba. Es una amenaza que pende sobre Venezuela.


Irán se había avenido al acuerdo bajo la presión de sanciones económicas y represalias políticas excepcionales. Veía en el acuerdo la posibilidad de reanudar las exportaciones de petróleo y recibir inversiones extranjeras – las reivindicaciones fundamentales de la burguesía iraní. En los tres años de vigencia del tratado, las sanciones no fueron levantadas sino en parte, lo que fue aprovechado por los monopolios europeos para acaparar yacimientos importantes, en especial la francesa Total. El acuerdo abría un tránsito del ‘populismo’ al ‘macrismo’ en la economía de Irán, bajo la iniciativa del ala reformista de los ayatollas. La liberalización económica resultante agravó, como se proponía, las condiciones de las masas del país. A principios del año corriente comenzaron rebeliones populares, que se han transformado desde entonces en huelgas obreras cada vez más insistentes. Trump ha dicho que retornará a un sistema de sanciones más severas que en el pasado, lo cual implica, en primer lugar, una declaración de guerra económica contra los monopolios europeos que se aventuraron por Irán en el último tiempo. La UE ha anunciado medidas económicas para contrarrestar las sanciones, que están muy lejos de esa posibilidad. Con mayor visión, el británico Financial Times recela un propósito de “cambio de régimen político”, por parte de Trump. O sea una política terrorista contra Irán.


Israel


En forma coordinada con la acción de Trump, el estado sionista ha comenzado a atacar posiciones iraníes en Siria, sin admitir la autoría de esas acciones, y ha desarrollado un fuerte despliegue militar en la frontera con ese país. El estado mayor del ejército sionista, sin embargo, se ha manifestado, al igual que el Pentágono, en contra del sabotaje al acuerdo entre Irán y las seis potencias que lo suscribieron. Lo califican, por el contrario, como altamente conveniente. Los altos mandos de todos los estados protagonistas advierten contra una guerra contra Irán, que sería respaldado por Rusia y China. Una guerra semejante incendiaría el Medio Oriente, parte del Asia central y la propia Europa. Prefieren, por lejos, las presiones militares y económicas, y el tendido de puentes a las burguesías locales afectadas por los embargos y los bloqueos.

Desde que Trump anunciara por primera vez sus intenciones, tanto la UE como Rusia han trabajado por modificar parcialmente el tratado, para acomodar las presiones norteamericanas. El eje de las tratativas pasa por un acuerdo acerca, en primer lugar, de Siria, es decir, el retiro de las fuerzas desplegadas por Irán y de Hezbollah. Es lo que han tratado de convenir Rusia, Irán y Turquía en una reunión reciente, con resultado desconocido, debido al interés de Turquía de conservar su control del norte de Siria y extender su zona de protección desde el norte de Irak. El otro punto es el retiro del apoyo de Irán a las fuerzas que combaten a Arabia Saudita en Yemen. En el contencioso belicista ocupa un lugar estratégico la explotación conjunta del yacimiento de gas más importante del planeta – entre Irán y Qatar. La cuestión del gas envuelve a todos los países ribereños del Mediterráneo del Medio Oriente, desde Egipto, Israel, Líbano, Ucrania, Chipre, Grecia, incluso Turquía y los Balcanes.

Detrás del asunto del acuerdo nuclear, se desenvuelve una crisis mundial muy amplia, en el sentido geográfico como político. El gobierno iraní de Rohani ha dicho que seguiría acatando las normas del acuerdo, siempre que la UE demuestre que tiene capacidad para contrarrestar las sanciones de Trump. La UE pretende seguir negociando una salida con EEUU, por un lado, y Rusia y China, por el otro. En estas intentonas parecen haber olvidado el trabajo de topo que realiza la crisis capitalista mundial, y de otra parte la resistencia de las masas. En Francia, Irán, Túnez, Turquía, esa crisis y esa resistencia es cada vez más manifiesta. Incluso en Israel, se desarrolla un movimiento para destituir a Netanyahu por corrupción, con la complacencia del ‘establishment’ militar. Algo similar enfrenta Trump en su territorio, con otra complacencia – la del FBI.


Corea


La crisis del tratado ´Irán + 6´ incide en las negociaciones en curso entre Trump, las dos Coreas y China. Aquí también se discute un acuerdo de ‘desnuclearización’ de alcance incierto y, como se ve, de cumplimiento más incierto todavía. Trump sigue su método extorsivo de éxito dudoso. Lo que es claro, de todos modos, es el carácter del período político mundial: más crisis, más guerras comerciales y financieras, más extorsiones apoyadas por las armas, más guerras, crisis políticas mayores, rebeliones populares. 

Estas condiciones urgen la lucha política por poner en pie una Internacional Obrera revolucionaria, la IV Internacional.