El “caso Berrios” o la fractura del Estado

El secuestro y desaparición del quimico Eugenio Berrios —ex agente de la DINA pinochetista— ha puesto de relieve la profunda crisis de estado que recorre a los regímenes democratizantes del Cono Sur.


Chile


Berrios fue sacado de Chile para evitar su citación en el “caso Letelier”, para cuyo asesinato se utilizaron armas químicas desarrolladas por aquél. En la figura de Berrios se unen los dos pilares del aparato pinochetista: el criminal y el “complejo militar industrial” , que conquistó “mercados” tan diversos como Irak… e Israel. (Precisamente, una de las versiones sobre la desaparición de Berrios le adjudica a la Mossad “haberse anticipado a la CIA” en (a captura del químico. con el objetivo de desarrollar un gas letal para el ejército israelí). Recientemente, el Alto Mando chileno ordenó un “acuartelamiento” con el propósito de arrancar una ley de punto al gobierno cristiano-socialista de Aytwin – Lagos, pero también para lograr la amnistía para los negociados de la “patria armamentista ” de Pinochet. El gobierno de Aytwin ya se ha a “trabajar” para satisfacer las exigencias de la asonada militar: Uno de los empresarios miembros de! dan empresarial pinochetista con ramificaciones en todo el aparato estatal, el empresario Carlos Cardoen, (procesado por la justicia norteamericana por la venta de armas a Irak) es un conocido financista … del gobernante partido radical. No podía sorprender, entonces, la complicidad de los funcionarios de este partido en el ocultamiento del agente Berrios en Uruguay, según fuera denunciado por los abogados de la familia Letelier. La crisis militar chilena traduce, por lo tanto, una crisis del régimen democratizante trasandino.


Argentina


Aunque se le ha dado poca trascendencia, el “traslado “de Berrios a Uruguay tuvo a la Argentina como paso obligado: según la agencia UPI, ello habría sido posible por la “red de cooperaciones secretas que Integran militares chilenos, uruguayos (..) pero también paraguayos y argentinos” (Ámbito Financiero, 9/6) A diferencia de Chile o Uruguay, los “servicios” argentinos están bajo control del gobierno menemista. La cooperación de éstos con la califique de Pinochet retrata, entonces, una crisis política instalada en el propio gobierno, mientras se ventilaba el “caso Berrios ” el imperialismo yanqui imponía la destrucción completa del misil Cóndor y desataba una importante deliberación militar.


Uruguay


El caso Berrios desató una completa crisis política aún mayor en Uruguay, incluida una corrida cambiaría Cuando el gobierno de Lacalle destituyó a ios oficiales que actuaron en complicidad con la ‘”custodia” chilena de Berrios, el Alto Mando le hizo saber que se trataba de un episodio “Inscripto en la cadena de mandos” (Brecha, 11/6), ante una situación que planteaba el relevo del Jefe del Ejército, general Rebollo, el conjunto del generalato le comunicó a Lacalle que “si se destituía a Rebollo, ninguno de ellos aceptarla el cargo” (Página 12,12/6). Lacalle confirmó a la Jefatura Militar y se dispondría ahora a trasladar el caso de los oficiales procesados por el secuestro del chileno… a la justicia militar. Pero el propio “caso Berilos” tomó estado público a partir del clima de abierta deliberación y descomposición que rige en las fuerzas de segundad, una de cuyas expresiones es el enfrentamiento entre toda una tracción policial y la cúpula mistar.


Fractura estatal


La prensa y la izquierda democrati zantes de la región han destacado, en estos acontecimientos, la existencia de poderes y diques patuletos al “podar civil”. Pero los aparatos paraestatales son bajo el estado burgués el complemento necesario de la represión “institucional” para garantizar los intereses del estado en su conjunto. Lo que caracteriza, en cambio a las bandas paralelas que se pusieron de manifiesto en el caso Berrios es que actúan en función de camarillas particulares, revelando una abierta fractura en el seno de los “respectivos esta-dos”. La descomposición del Ejército es un síntoma agudo de esa fractura: los ajustes fondomonetaristas han debilitado relativamente tas prebendas y recursos de las cúpulas miliares continentales. Ante este panorama, el “modelo” pinochetista —que se financia con una vasta red particular de “negocios Internacionales”  — es la referencia obligada de los restantes ejércitos regionales. Pero la “privatización Ejército es sinónimo de una descomposición estatal inédita ya que plantea la fractura del recurso último de coerción estatal en una serie de bandas particulares. Al mismo tiempo, la formación de estos “lobbies ” patronal-militares entraria en choque con el imperialismo yanqui, que quiere eliminar competidores de la industria bélica y mantener un férreo control político respecto del comercio de armas. El caso Berrios ha enlazado  a tres crisis políticas de América Latina. No se trata de la “herencia del pasado militar”, sino  de la inviabilidad y el  agotamiento de los regímenes que sustituyeron (y asimilaron) a las dictaduras del continente.